¿Cuál es la estimulación adecuada?
Muchas veces pensamos que son nuestros compañeros sexuales quienes no saben estimularnos. ¿Qué podemos hacer nosotras?. La respuesta "tradicional" a este interrogante, consecuencia de un modo de pensar en la cual el saber sobre el sexo correspondía a los hombres era "nada". No había, por lo tanto, solución para nosotras.
Otra manera de enfocar la situación es pensar en la responsabilidad por el propio sexo ya que, muchas veces, los hombres poco saben sobre nosotras. Es común creer que hacer bien el amor es algo que viene dado, que nacimos sabiendo y no se requiere aprendizaje alguno. Desengañémonos: nosotras necesitamos conocernos y ellos aprender a través de nosotras.
Caricias, besos, miradas, mimos y un contacto corporal directo nos excitan sexualmente. También pueden despertarnos sensaciones eróticas, las fantasías, el recuerdo de ciertas imágenes placenteras de otros momentos vividos o de alguna lectura o película pero casi siempre son varios factores los que se combinan.
La presencia de un hombre, su comportamiento, o quizá rozar sus manos son puntos "disparadores" de esas imágenes placenteras, casi siempre tan fugaces que las mujeres dicen no recordarlas. Directamente se manifiestan atraídas, excitadas eróticamente y deseosas de mantener una relación sexual.
"Hacíamos el amor de un modo maravilloso; Alfredo me tocaba y yo explotaba; me sentía inundada de placer. No tenía que pedirle nada. Desde que rompimos nunca más volví a sentir lo mismo. Tuve que aprender a guiar a mi marido para lograr mejores relaciones juntos", nos cuenta Susana.
Es importante indicar a nuestros compañeros qué caricias necesitamos. Los hombres no necesariamente conocen acerca de la sexualidad femenina; por más relaciones que hayan tenido antes, no tienen por qué adivinar de qué forma reaccionará nuestro cuerpo. Cada cuerpo tiene sus propias particularidades y éstas deben ser respetadas. A veces lo que a una mujer la excita, a otra la enfría.
Un buen punto de partida podría ser describirle tus genitales, explicándole la sensibilidad de las diferentes estructuras. Pero no alcanza sólo con hablarle del clítoris y de su localización. La mayoría de los hombres necesitan ver y tocar los genitales de su compañera para comprender mejor. No olvides indicarle cuáles son tus zonas más sensibles, incluso guiando su mano con la tuya para que de este modo sepa cómo te gusta exactamente ser acariciada y qué grado de presión prefieres. Así, de modo tranquilo y jugando tu pareja podrá aprender un montón de cosas sobre tus necesidades.
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