Lecciones que aprendí teniendo un perro bilingüe
Algunas veces, la manera en la que tratamos a nuestras mascotas nos revela más sobre nuestras propias relaciones humanas.
Soy latina (del tipo boricua) dentro y fuera, pero cuando me conseguí una perra sólo le hablé en inglés. Tuve mi primer perro cuando era ya adulta aquí en EEUU; ya me había sumergido en el idioma y en la cultura, así que cuando tuve a Blondie, la cobrador dorado más linda que jamás hayas visto, le hablé en el idioma que hablaba todos los días, sin darme cuenta de que estaba privando a esa dulce perrita de aprender mi idioma natal.
Un día estábamos repasando comandos formales e informales en la clase de español, cuando uno de mis alumnos preguntó "Entonces, ¿usa usted 'mandatos informales' con su perro?", le respondí, "Sí, ¡por supuesto!", pero pronto me di cuenta de que acababa de mentirle. No le hablaba a mi perro en español en lo más mínimo. Es más, si hubiera llevado a Blondie a visitar a algún miembro de la familia ella n hubiera entendido nada. Pero esperen, que la cosa se puso peor. Me di cuenta de que sí le hablaba a Blondie en español, pero sólo cuando estaba molesta con ella. Hasta llegó a escuchar ven acá y ¿qué es esto?, en la voz más furiosa que se puedan imaginar.
Las clases de español para caninos comenzaron inmediatamente en mi casa. Empecé por cambiar el furioso ven acá por uno con voz dulce, acompañado de premios. ¡Y funcionó! Blondie empezó a tener un gran vocabulario que incluía palabras y frases como orejitas, pipita (sus lugares favoritos para ser rascada), ardillitas (su juguete "vivo" favorito) y ¿quieres comer? Desafortunadamente, ella decidió que aprender los comandos básicos en otro idioma no estaba en su contrato. Nunca se acostumbró bien a los comandos en español y sólo respondía según su conveniencia.
Ahora, ¿han notado que les hablan igual a sus hijos y a sus perros? ¿Les hablan a sus hijos en inglés regularmente y sólo usan el español para regañarlos? Como pueden imaginarlo, esa no es la manera más correcta de hacer de nuestra cultura e idioma algo más digerible para la siguiente generación (sea humana o canina).
Cuando se trata de hablarle a las mascotas o a los niños, encuentro las siguientes verdades:
SI háblales tu idioma natal en casa, pronto y constantemente.
NO uses el idioma como un arma para atacar o castigar.
SI háblales a otros con amor y respeto. Recibirás lo mismo a cambio.
NO los prives del placer de la lengua, ruido, comida y cultura. La recompensa de ver que se van pasando de generación en generación no tiene precio.
Y como mi abuela decía "¡eso es así!".