Madres jóvenes
La maternidad en edad temprana es una situación cada vez más frecuente debido a diferentes motivos asociados con lo cultural y lo particular. Hay un cambio en la manera de vivirla y de ejercerla, diferente a la maternidad ejercida por adultas.
Algunas características son la menor formación con la que las mujeres llegan a esta etapa, su incipiente madurez, el menor registro de riesgos y, en la mayoría de los casos, una conciencia de lo que un embarazo y la llegada de un hijo significan.
Estas mujeres demandan más información y preparación a lo largo de este proceso. En relación a su edad, en muchos casos se presenta esta etapa asociada aún a situaciones de dependencia económica y emocional con la familia. Esto podría traer como consecuencia algunas dificultades a la hora de establecer líneas autónomas de crianza, más allá de las que los flamantes abuelos intenten desarrollar. Es fundamental que estas mujeres puedan construir el concepto de familia con su pareja y decidir las cuestiones del embarazo y de la crianza, según sus auténticas opiniones y posiciones.
La noticia seguramente sorprenderá a la familia y es esperable que demande un tiempo de aceptación de la nueva etapa, para luego encontrar la posición más saludable en esta historia que comienza a escribirse.
A partir de allí las preguntas más frecuentes son:
- ¿Será el mejor momento?
- ¿Seré una buena madre?
- ¿Será para mí la maternidad?
Y es que cada vez nos encontramos con más mujeres que se animan a cuestionar la maternidad como su destino, decidiendo en algunos casos no responder a esta demanda considerada cultural.
Cuando estas preguntas surgen y no se logra despejar el deseo más propio, es importante apoyarse en la pareja, contar con la familia, conversar acerca de lo que en cada uno despierta este tema y, en caso de necesitarlo, pedir ayuda profesional. Se trata de llegar al embarazo y nacimiento de nuestro hijo de la mejor manera posible.
Luego del ansioso tiempo de espera, devendrá un tiempo de grandes cambios. Se trata de los impactos que el embarazo traerá en nuestro cuerpo, en lo emocional, laboral y en el mundo de nuestras relaciones.
En esta etapa de la vida suele darse el mayor porcentaje de embarazos sorpresivos. Solidario a estos datos, se da también con frecuencia el hecho de enfrentar el embarazo sola, ya sea por elección o por otras situaciones de la vida como separación, relaciones circunstanciales, abandono...
Es ahí donde las preguntas toman más fuerza: "¿Podré cuidar de mí y de mi bebé sola?".
Es importante tener presente que estar sin pareja no implica estar sola frente a la crianza de un hijo. Se trata de armar una red de contención que acompañe a la madre soltera a vivir este proceso de la manera más saludable y alegre posible.
Repentinamente llega una personita que depende de esa mujer, que requiere horarios, rutinas, cambios en lo cotidiano y prioridades nuevas.
Se trata de un mundo nuevo al que hay que dedicarle tiempo para conocer al bebé y descubrir actividades para compartir.
Si nos disponemos a dejarnos "tocar" por este nuevo rol, si nos animamos a "dejarnos llevar" será sin duda una experiencia única, enriquecedora y amorosa.
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