Tipología de madres

Se los debía. No podía dejar de referirme más específicamente a esta fauna.
Las madres de adolescentes somos una raza especial. Somos igual de pesadas que las primerizas con sus mamilas y demás temas recurrentes, solo que nuestros tópicos son más calientes.
Las discusiones que he presenciado son incontables. La cantidad de puntos de vista que afloran, el calor de los debates, la determinación con la que se habla. Cuando se juntan más de dos madres a hablar de asuntos afines, una se siente en medio de una agitada sesión del Congreso.
Pero en el esfuerzo por categorizarlas, podemos referirnos a ellas de la siguiente manera:


Las murallas: Imposibles de tirar abajo. Conocen todos los argumentos a favor y en contra, de manera que tienen una respuesta sólida para todos los disentimientos. Analíticas por excelencia, no dejan ángulo por visualizar. Determinadas y convencidas, firmes y tajantes, sus decisiones son el resultado de todo un estudio exhaustivo del caso.  Exponentes de la mano dura de la clase. Nadie quiere caer en el juicio implacable de estas madres.

Las liberales: Ellas quieren que sus hijas experimenten todo a la edad de la experimentación. Sostienen que los límites son técnicas represoras con un efecto contrario al que se busca. Son portavoces de la libertad y la responsabilidad personal, y muy convencidas también de los beneficios de su línea. Los debates entre las murallas y las modernas pueden llegar a ser espectaculares, en el sentido literal de la palabra. Su lema es: Que los chicos hagan las cosas que tienen que hacer a la edad de hacerlas.


Las moderadas anónimas: Aquellas que uno nunca sabe ni lo que piensan ni lo que opinan. Sus métodos son puertas adentro, y no se hacen públicos. Estas madres toman las decisiones en función de cada circunstancia en particular, y por momentos pueden semejarse a las murallas, pero aparecer con el grupo de las modernas en otras ocasiones. Grandes oyentes de discusiones, pero de pocas palabras, las anónimas acumulan información y la procesan en la intimidad. Sus hijas son incapaces de predecir sus resoluciones porque no siempre obedecen a la misma lógica. Estas madres son frecuentemente tildadas de tibias,  debido a su imposibilidad para definirse públicamente.


Las repetidoras: Son las que definen sus decisiones en función de la determinación de la madre amiga. No analizan sus dictámenes ni sostienen ningún argumento, más que aquél del de la otra madre.  Insubstanciales y livianas, van por la vida sin asumir el peso de sus conclusiones. Su lema es: ¿A fulana la dejaron? Ok, entonces te dejo.


Las negadoras: Sus hijas no viven la misma realidad  que el resto de la juventud, vaya uno a saber por qué. Se sienten fuera de todo peligro e inmunes a cualquier riesgo. Su lema es: “Mi hija no hace nada de lo que hacen las demás.”  Objetividad y realismo cero.


En líneas generales, siempre hay convencidas en los polos, y moderadas en el centro. Hay miles de matices, infinitos. Yo admiro de las murallas su capacidad para decidir sin influencias externas.  De las liberales rescato su auténtica valentía para aceptar los riesgos y hacerse cargo de sus posturas polémicas. Estoy más cerca de las moderadas anónimas que dictaminan su juicio en función de las circunstancias de mi casa y de mi hija en cada ocasión. Odio a las repetidoras que van por la vida persiguiendo lo que esté de turno, y muero por decirle a las negadoras todo lo que no saben de su hija.


¿Y tú? ¿De qué lado estás?

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