Elogio de la nostalgia
Hace 50 años, la nostalgia era considerada como una forma patológica de melancolía. Hoy ocurre lo contrario. No sólo se ha recuperado su valor sino que sus efectos se han materializado en objetos, canciones, series de televisión como Mad Men e incluso aplicaciones de smartphone como Instagram. La industria tomó la nostalgia del consumidor ("ya no lo hacen como antes") y le sacó provecho. Pero más allá de la estrategia mercadológica, el renacimiento de la nostalgia contribuye a rebatir la idea de que nuestros deseos sólo se dirigen hacia adelante en el tiempo.
La pregunta es por qué la nostalgia se ha vuelto tan importante en una sociedad que parece proyectarse hacia el "progreso" a toda velocidad. Precisamente, porque recrearse en el pasado relativiza el presente y el futuro; el tiempo recupera su dimensión y la mirada puede detenerse a descubrir detalles y emociones que creíamos perdidas. Pero no sólo eso: ante la incertidumbre, la crisis y el caos, el pasado aparece como un lugar esperanzador. La nostalgia nos permite tener un sentido de continuidad, volvemos constantemente hacia el pasado para buscar aquello que se quedó en el camino, y lo traemos al presente para reconfigurar nuestra identidad y darle sentido a nuestros días.
Si antes se pensaba que los vaivenes de la nostalgia eran nocivos, hoy los investigadores sugieren que incluso serían positivos para nuestro bienestar psicológico. Por ejemplo, en un estudio realizado por la Universidad de Southampton, se descubrió que los participantes con mayor tendencia a la nostalgia tenían notas altas en lo que tocaba a felicidad y autoestima. "La investigación sugiere que la nostalgia es positiva psicológicamente hablando", afirma el Dr. Clay Routledge, "reflejarnos en nuestros recuerdos ayuda a alejar la ansidedad y produce sentimientos de alegría. Incluso se ha descubierto que disfrutar la nostalgia aleja los pensamientos de muerte. La nostalgia podría ser una fuente de esperanza escondida en nuestras herramientas emocionales", concluye Routlegde.
Por su parte, el Dr. Fred Bryant, de la Universidad Loyola de Chicago, ha estudiado el rol positivo que juega la reminiscencia en el bienestar. "La nostalgia es un tipo de reminiscencia, una forma de viaje mental", apunta Bryant, "quienes experimentan reacciones emocionales fuertes, tienen una tendencia mayor hacia la nostalgia". Lo curioso es que al recordar, no revivimos exactamente los mismos sentimientos que tuvimos en el pasado, porque la memoria va cambiando con el tiempo. El poder de la nostalgia no está en su exactitud, sino en las sensaciones que detona pensar en aquellos tiempos; el sentimiento de satisfacción o de calidez que nos provoca un recuerdo, es diferente al sentimiento original.
Los estudios sobre la nostalgia son bastante recientes, sobre todo aquellos enfocados en sus efectos positivos. Se ha descubierto que se trata de una emoción fundamental del ser humano (y no de una reacción pasajera) que está anclada con la memoria, el lenguaje y la identidad. La nostalgia nos ayuda a construir un propósito y un sentido en la vida; generalmente está basada en memorias (autobiográficas o colectivas) que tienen un tema de redención o maestría para salir de cierta situación, por eso se considera que aumenta el autoestima. Cuando uno recuerda eventos tristes, también rememora cómo salió de ellos.
Los pensamientos de nostalgia, como todas las reminiscencias, juegan un rol en la construcción de nuestra identidad y de la imagen que tenemos de nosotros mismos, y recolectar los recuerdos puede ser muy útil. Dice Bryant que, en general, los hombres tienden más a volver al pasado como una forma de escapismo, en cambio las mujeres tienden a profundizar en experiencias pasadas que le ayudan a resolver asuntos del presente; acuden a los recuerdos para buscar fortaleza.
La nostalgia también favorece la cohesión social. Usualmente quienes nos rodean ocupan un sitio en nuestras reflexiones. Los recuerdos positivos imprimen fuerza a las relaciones del presente; hay un vínculo entre nuestra compenetración social (compasión, apertura, apoyo, solidaridad) y la fuerza de la nostalgia. A veces basta recordar a un amigo para sentirnos apoyados.
Con todo, la nostalgia no deja de ser una emoción agridulce que conlleva el riesgo de idealizar el pasado y generar miedo hacia el presente. La clave, dice Bryant, es recuperar de la nostalgia la excitación que vivíamos de niños, traer de vuelta la sorpresa, cambiar nuestra percepción del tiempo, hacerla más lenta y adecuada a los tiempos emotivos, que nada tienen que ver con la rapidez de los transportes, las comunicaciones o las metas profesionales.
La nostalgia es un viaje hacia el pasado que hace más habitable el presente, porque nos reconecta con el aquí y ahora desde otro lugar: la esperanza y la conciencia de que si pudimos ser felices antes, si logramos salir de los problemas y superar los obstáculos, podemos volver a hacerlo.
¿Qué lugar ocupa la nostalgia en tu vida?
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