Ficción, un camino hacia la empatía

En 1958, Ray Bradbury escribió la novela Farenheit 451. Han pasado 70 años desde que Bradbury imaginó cómo sería un mundo sin libros, sin embargo, el aporte que su relato ha hecho para la comprensión de la humanidad gana vigencia día con día. Hoy sabemos que podemos sobrevivir sin los libros de papel, pero no sin las historias que cuentan. Hace algunas semanas, el Dr. Raymond Mar, investigador de la Universidad de York en Canadá, presentó en la convención de la American Psychological Association una serie de estudios que confirman, desde la psicología, lo que Bradbury planteó en su libro: las historias de ficción están íntimamente relacionadas con el desarrollo de la empatía.

Según los estudios del Dr. Mar , exponerse a las historias de ficción desarrolla en el individuo la capacidad de empatía, es decir, de entender lo que el otro está pensando o sintiendo. Aunque los estudios del Dr. Mar se enfocan principalmente en los niños, son aplicables a cualquier edad. “Para entender una historia usamos funciones cognitivas básicas”, explica Mar, "no hay un módulo especial en nuestro cerebro dedicado a procesar la ficción". En términos cognitivos, “entendemos una historia de la misma manera en que comprendemos la realidad”.

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La ficción nos cuenta historias sobre personas, sobre lo que piensan y sobre sus relaciones; incluso cuando se trata de objetos inanimados, tienen comportamientos o características humanas. Cuando leemos historias no nos limitamos a imaginar lo que está en página, sino que invocamos experiencias personales, y aunque sabemos que la historia es ficticia, lo que nos hace sentir y pensar es real. Así, lejos de ser una actividad pasiva, la escucha o la lectura de una historia de ficción remueve recuerdos y actualiza experiencias de tal forma que el individuo reflexiona sobre su vida, sobre las relaciones sociales, las interacciones del presente y proyecciones futuras. “ Cuando algo resuena con nuestra experiencia”, señala Mar, “ también nos ayuda a comprender situaciones sociales ”.

Los niños son capaces de comprender al personaje y eso puede trasladarse a la vida y sus relaciones sociales / Foto: Thinkstock
Los niños son capaces de comprender al personaje y eso puede trasladarse a la vida y sus relaciones sociales / Foto: Thinkstock

En su presentación, el Dr. Mar resaltó que si bien la ficción es un constructo, nos comunica verdades acerca de la psicología humana y las relaciones. De acuerdo con sus investigaciones, 75% de los libros que se leen en etapa preescolar hacen referencia a estados mentales e incluyen conceptos tan complejos como las falsas creencias o la ironía de una situación. “A través de la ficción, los niños entre tres y cinco años logran comprender que otras personas tienen pensamientos, creencias y deseos que difieren de los suyos”, señala Mar, “entienden lo que sienten y piensan los personajes, comprenden por qué prefieren una galleta a un brócoli y, más allá, por qué ese deseo hace único a ese personaje”.

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Se piensa que los libros elegidos por los padres determinan las capacidades lectoras de sus hijos, sin embargo, los hallazgos del Dr. Mar demuestran que la elección no es tan importante como el tiempo que los adultos invierten en conversar y procesar las lecturas con los pequeños. Esto se refuerza con una serie de pruebas que Mar ha hecho. En una de ellas, los niños que son expuestos a la ficción de la literatura o el cine tienen una idea mucho más completa de cómo funcionan la mente y las relaciones humanas en comparación con los niños que sólo miran televisión. En otras palabras: entre más expuesto está un niño a los programas de tele, menos desarrollaría su empatía. Aunque hace falta profundizar en ese aspecto, Mar apunta que esta diferencia se debe a que los padres conversan con sus hijos cuando leen o ven una película, y eso no ocurre con la televisión donde, además, el flujo de la historia es interrumpido constantemente por cortes comerciales.

El Dr. Mar destaca que cuando padres e hijos viven la experiencia de leer, ver o escuchar una historia juntos, aprenden uno del otro en el proceso. La presencia y la participación de los padres en las lecturas de sus hijos resulta determinante porque los aprendizajes y los descubrimientos que hace el pequeño se socializan y se integran a sus vínculos cotidianos. Al respecto, otro de los estudios del Dr. Mar ha mostrado que si un niño escucha o lee una historia sobre la honestidad, cuando tiene la oportunidad de mentir o hacer trampa, casi siempre elige comportarse honestamente, sobre todo cuando los adultos han conversado y profundizado en las historias con los pequeños.

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Cada vez que veo vídeos sobre el bullying entre niños y jóvenes, me pregunto si sus padres o sus maestros tendrán entre sus prioridades desarrollar la empatía de los niños. Algo me dice que no, porque muchos de los adultos que hoy son padres jóvenes fueron criados por la televisión. Fui maestra varios años y en ese tiempo alcancé a percibir que esos padres están más preocupados por comprarle a sus hijos una tablet que por contarles una historia o conversar con ellos para imaginar juntos. Estudios como los del Dr. Mar nos recuerdan que las experiencias imaginadas a través de la ficción tienen la capacidad de modelar nuestra relación con el mundo, y más aun, de cambiarla positivamente.

@luzaenlinea

 

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