Brenda Bezares, la otra víctima del caso Stanley que soportó el escarnio y el acoso para salvar a su familia

Mario Bezares y Brenda Bezares en el 2013. (Photo by Luis Ortiz/Clasos/LatinContent via Getty Images)
Mario Bezares y Brenda Bezares en el 2013. (Photo by Luis Ortiz/Clasos/LatinContent via Getty Images)

No estuvo encarcelada pero igual que los involucrados que estuvieron en prisión sufrió los daños colaterales de un asesinato que conmocionó a México. Desde hace 25 años Brenda Bezares también vive bajo estigmas por el caso Stanley y por una broma que derivó en acoso hacia su hijo Alan. Además de mujer y esposa afectada, fue una madre que debió llenarse de fuerza para proteger lo más importante en su vida, sus hijos.

El cuarto episodio de la serie ¿Quién lo mató? se enfoca en la figura de Brenda, interpretada por la actriz Zuria Vega. Durante la trama de su historia se rememora el chiste que hizo al aire Paco Stanley sobre Alan al decir que se parecía a él e insinuar que era su hijo.

Como consecuencia de ese comentario surgió un incesante hostigamiento de la prensa hacia la familia Bezares, específicamente hacia el menor, y se dañó la reputación de Brenda al inferir una supuesta infidelidad con el conductor.

Las suspicacias y rumores acerca de la presunta paternidad de Stanley respecto a Alan crecieron después del asesinato. Entre tantas narrativas falsas y teorías de conspirativas que se crearon tras el crimen, una de ellas consistió en señalar a Mario Bezares como cómplice motivado por los celos.

A 25 años del homicidio, Brenda se ha animado a hablar de lo que fue su sentir en ese momento. Luego de haber acudido a terapia y confrontar ese pasado con la docuserie El show, crónica de un asesinato en la plataforma de ViX, se declara lista para expresarse sin llorar de todo lo que soportó desde 1999 hasta la fecha.

"Desde el día 1 siempre existió un ADN, Alan siempre ha sido hijo de su papá, Mario. A mí me dolía, porque en ese tiempo no podía defender a mi hijo como defendí a mi esposo, porque la prioridad número uno era que Mario saliera de ese lugar y querían desviar el foco de la atención hacia otro lado. Era algo con lo que yo cargaba como madre desde hace mucho tiempo, como un cargo de culpa", narró a Gustavo Adolfo Infante en De primera mano.

En 1999 tuvo que dividirse en dos. Por un lado, el cuidado de sus hijos Alejandro y Alan, con 7 y 4 años respectivamente. Se vio obligada a compartir la responsabilidad de los pequeños con sus familiares porque no tenía tiempo para estar con ellos. Por el otro, su decisión de asumir la posición de vocera para dar la cara a la prensa sobre el proceso judicial que llevaba Mario Bezares. Por si fuera poco, se concentró en la búsqueda de un abogado y acompañar el litigio para demostrar la inocencia de su marido.

Las cosas no estaban bien en su hogar antes del crimen. El matrimonio vivía tensión por las adicciones de Mario Bezares, mismas que se desprendían en pasar más tiempo de lo debido con Paco Stanley, descuidar a la familia y fracturar la armonía de pareja con Brenda. Sin embargo, el asesinato cambió por completo el panorama. Ella luchó por su esposo y padre de sus hijos, e igualmente lo hizo por ellos.

“Por años oculté muchas cosas a mis hijos porque no tenían edad para comprenderlo y tampoco quería llenarles la cabeza de mucha información. Conforme fueron creciendo comenzamos a platicar y hoy son unos jóvenes que pueden entender las cosas. El documental (de ViX) les hizo entender a ellos muchas cosas respecto a nosotros”.

El hostigamiento mediático fue notorio conforme transcurrieron los años. En primer lugar fue con la presencia de paparazzi al exterior de la vivienda de los Bezares (algo que muestra la serie ¿Quién lo mató?) con el interés de captar fotos que “confirmaran” el parecido entre Stanley y Alan.

Prosiguió la insistencia por entrevistarla para que corroborara si fue infiel o no. El acoso por escuchar de viva voz su verdad llegó al límite de que Brenda recurrió a la medida desesperada de publicar en junio de 2023 una prueba de ADN correspondiente al 2001 para aclarar a la prensa y al público que el padre de su hijo es Mario Bezares.

“Ahora, las feministas no hubieran permitido que eso me pasara a mí, que difamaran a una mujer de esa manera. Eran otros tiempos. Gracias a Dios que ya ha cambiado”, expresa en torno a la manera en que se le juzgó de “infiel” al grado de orillarla a compartir una prueba de ADN para defender el honor de su hijo, el de su esposo y el de ella.

Fue un 1999 en el cual medios y público no se pusieron a pensar que como mamá sufrió demasiado. Aparte de hacer su intento por proteger a Alan, Alejandro fue otra preocupación, ya que también iba a verse alcanzado por los comentarios hirientes que se hacían sobre su familia. En medida de sus capacidades, Brenda arropó a sus hijos para que no salieran más dañados por esa “bola de nieve”. Con Alan fue más tardío el acercamiento para sanar las heridas.

“El choque generacional ha sido muy fuerte. No podía hablar con él porque era llorar, llorar y llorar. Había muchas cosas guardadas y yo quería decirle tanto, pero él no podía entenderlo porque era muy chico. Es un tema que a mí me costaba mucho”.

Brenda Bezares fue otra de las víctimas del caso Stanley que se jugó todo por el todo para salvar lo que es más importante en su vida, la familia. Lo logró, pero a un precio caro. Se le difamó, se le inventaron historias, se acosó a su hijo, no obstante supo andar un camino lleno de adversidades como mujer, esposa y madre.

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