La nueva vida de Silvia Freire: brilló en la radio, se repuso a la repentina muerte de su marido y pegó el volantazo

Silvia Freire dice que llorar no sirve y apuesta por un mensaje positivo, el cual llevará por todo el país
Silvia Freire dice que llorar no sirve y apuesta por un mensaje positivo, el cual llevará por todo el país - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA / AFV

“Me reconozco metida en la vida de la gente, tratando de afectar a las personas, haciéndoles ver lo mejor”. Silvia Freire convirtió el living de su semipiso de Villa Devoto en un set de televisión. Allí graba su ciclo para el canal Metro y es donde recibe a LA NACION. Abajo, en la calle, descansa el motorhome que se compró para recorrer el país -pronto lo hará por Europa- llevando su palabra siempre alentadora hacia la superación personal.

Pareciera ser que la histriónica escritora vive al servicio de su mensaje. O su mensaje se construyó para, en primer lugar, ser una asistencia emocional a su propia vida. El huevo o la gallina, ¿qué más da?

-¿Quién es Silvia Freire?

-La hija mimada de mis padres que ya no están; la esposa amada de mi marido que tampoco está y, ahora que estoy sola, es mi gran ayuda. Silvia Freire es esa que sabe adónde tiene que ir, que conoce el objetivo.

Hace poco tiempo, a ella misma le tocó aplicar -seguramente como nunca antes- todo aquello que le brinda a los demás. Luego de un matrimonio “de toda la vida”, su marido enfermó y murió. Freire tocó fondo, pero no se permitió estancarse en el regodeo del dolor. Rápidamente volvió a hacer pie, regresar a la superficie. Sin escatimar realidad y sin olvidar a su amado, pero desechando de plano cualquier vestigio de placer por el sufrimiento.

La vida de la escritora está sembrada por las causalidades del destino
La vida de la escritora está sembrada por las causalidades del destino - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA / AFV

En la época en la que era columnista de RH, Positivo, el programa radial de Rolando Hanglin, hacía estallar los teléfonos con mensajes de los oyentes sorprendidos por las buenas nuevas que Freire comentaba como una enviada. “Cuando no había neurociencias, yo hablaba de endocrinología, de las sustancias que recorren nuestro cuerpo y de lo malo que es llorar”, dice, mientras acaricia el relicario que pende de su cuello. Allí descansa parte de las cenizas de su esposo: “Va conmigo a todos lados”. Créase o no.

Si las definiciones pueden ser per sé complejas, sobre todo cuando se trata de rotular a propios y ajenos, lo cierto es que con la escritora y conferencista todo se complica. Sí, escribe y da charlas, pero también sale por televisión y radio, organiza retiros de autoconocimiento y brinda talleres. ¿Influencer del espíritu? ¿Facilitadora de las emociones? “Por mi vida pasaron millones de personas”, dice con seguridad y sin pudores impostados. Eso no es lo suyo.

Desde hace varias décadas apuesta por desentrañar los mecanismos de la interioridad y las relaciones vinculares. Fue precursora en pensar en voz alta cuestiones como la inteligencia emocional y la neurociencia. Desde hace mucho, sus seguidores se cuentan de a miles.

Desde lo propio

-¿Cuándo y cómo te das cuenta, no sólo de tu vocación, sino de tu capacidad para facilitar algunas herramientas?

-En la escuela primaria me di cuenta de que tenía esta capacidad de persuadir a mis amigas para que usaran los juguetes que consideraba mejores; en la adolescencia, para que se vistieran de la manera que creía favorable; de jovencita, para que usaran la crema de enjuague que a mí me resultaba… siempre recomendé aquello que aplicaba en mi vida y que era bueno para mí.

-¿Cómo fue aquella infancia en la que se gestó tu don?

-Me recuerdo sufriendo porque mi mamá sufría. En esa época, encontré a una chica que también sufría, porque su madre era prostituta y su padre alcohólico, creo que fue la primera vez que hice coaching, a mis nueve años la tenía de “paciente”.

Tiempo después, a los doce años, se cruzó en su vida otra persona que confirmaría su rumbo y su potencial: “Conocí a una jovencita que marginaban, cuando aún no se conocía la palabra bullying, pero yo me acerqué para regalarle golosinas y endulzarle la vida; hoy seguimos siendo muy amigas”.

-¿Por qué sufría tu mamá?

-Porque mi papá le era infiel.

-Siendo tan chica, ¿tratabas de ayudarla? ¿Cómo te vinculabas a tu madre?

-Lamentablemente, la nena absorbía todo y se sentía muy orgullosa del título que le habían dado, “vos sos mi mejor amiga”. Mi mamá, en su ignorancia, sentía que podía ser amiga de una nena.

Varias décadas después, Silvia Freire canalizó mucho de esa disfuncionalidad vincular en el libro Prohibido tener hijos, a menos que te capacites, de reciente edición.

-¿Por qué la elección de tener hijos?

-En aquella época se juzgaba mucho a la mujer que no deseaba la maternidad. Mi suegra sufrió por eso. Con Beto, mi marido, pelábamos mucho, entonces fuimos conscientes de que no queríamos tener a un enanito viendo cómo sus padres se tiraban los platos. Cuando ya estuve capacitada, cuando entendí que era el ego el que me llevaba de las narices, los dos ya éramos grandes, teníamos mucho por hacer juntos y solos.

Si querés llorar, no llorés

“Me he sentido muy querida, tanto por mis padres como por mi marido, eran fanáticos, no tengo nada que decir del amor”. Sin embargo, también se puede afectar negativamente desde ese lugar. La escritora da fe. “Por las noches, me acercaba a la cama de mi mamá y le ponía un dedito debajo de la nariz para ver si estaba viva, porque no entendía cómo un ser humano podía soportar sufrir tanto. Lloraba, lloraba, no paraba”.

Si hasta el hartazgo se dijo que llorar era una catarsis necesaria y sanadora, lo cierto es que Freire opina todo lo opuesto y lo justifica en términos físicos. “Eduardo Calixto, quien es un prestigioso cirujano y un neurocientífico mexicano, dice que gastamos el noventa y cinco por ciento de la energía que se necesita para el cuerpo cuando lloramos doce minutos. Al llorar comprometés a la insulina, alterás los niveles de estrés”, sostiene la facilitadora, para quien el lagrimeo es mala palabra.

-Siempre se sostuvo que llorar era un “desahogo”.

-Lo que se llama “desahogo” es porque quedás agotado. Creés que te desahogaste, pero es porque te agotaste. El médico mexicano explica que un bebé termina de llorar y se duerme, pero un adulto sigue adelante sin fuerzas, atontado.

-¿Existe el regodeo del llanto?

-Por supuesto. Hoy se habla del “cuerpo del dolor”. Eckhart Tolle trabaja sobre estas cuestiones.

-¿Qué se entiende por eso?

-El cuerpo del dolor se alimenta con las sustancias que se liberan con la angustia, la depresión. No solo se alimenta, se hace adicto. Entonces, lo que el cuerpo termina haciendo es ajustar la realidad para poder sentir la emoción que libera esa sustancia a la que se es adicto.

-Con la felicidad, ¿sucede lo mismo?

-Exactamente. Se puede ser adicto a la felicidad, yo estoy entrenada para liberar endorfinas. Si paso un rato largo con cierta angustia, el cuerpo ya me pide ir en busca de otra droga, porque mi droga está relacionada con la dopamina, la endorfina y todo lo que tiene que ver con la felicidad.

-¿Cómo se logra eso en una sociedad atravesada por cuestiones económicas graves y en un mundo con un nivel de violencia muy alto?

-Cuando se da cuenta de que está dañando a su cuerpo, lo deja de dañar, porque el cuerpo es nuestro templo, nuestra máquina. Hoy la neurociencia te muestra cómo se te quema la cabeza pensando todo el tiempo en la abuelita que se te murió. Mucha gente se pregunta si hay vida después de la muerte, pero la pregunta es si hay vida antes de la muerte. ¿Cómo estás viviendo? ¿Qué tipo de vida querés tener?, corazón.

Silvia Freire confesó haber sido amiga de Silvina Luna, pero eso incomodó al hermano de la modelo. Hoy, la escritora evita referirse al tema
Silvia Freire confesó haber sido amiga de Silvina Luna, pero eso incomodó al hermano de la modelo. Hoy, la escritora evita referirse al tema - Créditos: @Instagram: @freireteve

El eterno marido

Beto, mi marido quería que yo fuera feliz, por eso, antes de morir me dijo: ´No admito que yo sea el motivo de tu infelicidad´. Y se lo prometí”.

Silvia Freire no duda en afirmar: “Él me compró el motorhome y este departamento hermoso para que viviera hasta el último día de mi vida”. Afirma que fue de la erogación del dinero de su esposo que pudo adquirir esos bienes. Eso no la hace dependiente. “Él se sacrificó muchísimo para tener este departamento y que lo podamos disfrutar juntos en nuestra vejez. Antes de irse me dijo: ´Ahora disfrutalo vos´”.

-¿Cuánto tiempo estuvo enfermo?

-Cuatro años, pero los últimos ochenta días internado fueron de terror. Ver morir a la persona que amás y que quiere vivir para vos es muy terrible. Tan terrible como muchas cosas terribles que le pasa a mucha gente, no soy la que más sufre. En mi historia de vida, de una nena mimada a la que nunca le faltó nada, fue el primer gran dolor. Mi madre murió a los 96 años, pero uno ya lo sabe, lo espera, lo ve venir; pero mi marido tenía 66 años, era un machazo, un tipo con ganas de vivir y una gran inteligencia. Me da pena que se haya ido porque se perdió la vida que tanto le gustaba.

El fallecimiento de su marido fue consecuencia de algunos problemas de disfuncionalidad en su hígado que derivó en otras cuestiones como osteoporosis. Además, luego de un trasplante, “fue el nuevo hígado el que rechazó a su cuerpo y lo bombardeó”.

Pijamada

Dado que se trataba de un caso atípico, los médicos decidieron ingresar al esposo de Silvia Freire en un cuadro de coma farmacológico para poder estudiar el cuerpo dañado con mayor comodidad.

-¿Le comunicaron a él la decisión?

-Sí. Le dijeron: “Vamos a dormirte para estudiar bien la máquina y ver qué sucede”.

-¿Cómo reaccionó?

-Les dijo a los médicos que hicieran lo que tenían que hacer, así que le comunicaron que lo dormirían durante tres días. Cuando los médicos dejaron la habitación me dijo: “Vamos a estar tres días sin vernos”.

-Tenía razón.

-No.

-¿No?

-Yo le respondí: “Vos estarás sin verme, porque yo te voy a ver; voy a comprar tres pijamas, uno para cada noche y, mientras dormís, me quedaré junto a vos haciendo pijamada”.

Con gran sabiduría, fue en esas horas previas a que los médicos durmieran a su esposo cuando la escritora le permitió referirse a la muerte, algo, hasta entonces, vedado. “Esa noche me dijo que le parecía bien que, un año antes, hayan cremado a su hermano; entonces aproveché y le dije: ´Cremame´”.

-Le hablaste de tu muerte cuando el enfermo era él.

-Le invertí el planteo y le comenté al pasar: “Cremame y llevá mi urna con vos para todos lados”.

-¿Qué te respondió?

-Me dijo: “Ni se te ocurra llevarme a mí en una urna a ningún lado, porque la vas a dejar olvidada en un bar”. Entonces, seguí el juego, y le dije: “Voy a dejar la urna en casa y en unos relicarios voy a poner un poquitito de tus cenizas y me los voy a cambiar según el color de la ropa. Con una voz que nunca le oí me dijo: ´Eso me gusta´”.

Sobre su pecho pende uno de esos relicarios con parte de las cenizas de su esposo. Lo acaricia como si fuese el collar de perlas más vistoso, el diamante más costoso. Es mucho más que todo eso.

El relicario plateado con las cenizas de su esposo, todo un símbolo del valor y el significado de la muerte
El relicario plateado con las cenizas de su esposo, todo un símbolo del valor y el significado de la muerte - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA / AFV

Causalidades del destino, la autora de libros como Las cartas del perdón y A clase con Silvia Freire dio con un artículo periodístico que daba cuenta del pedido de un biólogo a su hija. El científico le pidió a la joven que llevara sus cenizas a un laboratorio para ser analizadas y ver qué actitud tomaban. “Para sorpresa de la hija, que también era fotógrafa, se descubrió que las cenizas tenían colores y movimiento, una conducta, eran vida. Antes eso, la gente comenzó a pedirle a la chica que hiciera fotos de las cenizas de sus seres queridos; hoy se dedica a eso. Cuando le mostré a mi marido el artículo del diario, vimos juntos la imagen de una mujer observando una fotografía de cenizas y detrás un biombo similar a uno que tenemos en casa; creo que ahí mismo Beto dijo: ´Esto es lo que yo quiero´”.

En pocos días, Silvia Freire viajará a México y visitará el laboratorio donde se analizan y fotografían las cenizas. La autora ya tiene agendada una cita con la fotógrafa. Allí llevará las cenizas de su esposo.

Además, dará una masterclass en una universidad y brindará talleres en un sitio holístico de Puebla. Luego visitará Austria, Hungría y Croacia para grabar testimonios para su programa televisivo en torno a la temática de los ancestros de cada entrevistado. Además, a mediados de año ofrecerá un retiro en la ciudad de Chivilcoy. Agenda completa.

-Vuelvo a lo de antes, ¿cómo hacés para que el dolor no te atraviese, para no llorar los recuerdos?

-Los malos pensamientos y la tristeza vuelven a cada rato, pero, como sucede con el cigarrillo, elijo no fumar. Entiendo qué me hace mal y qué me hace bien.

-No sos una extraterrestre que no se angustia.

-A cada rato llegan esos pensamientos, pero miro para otro lado. Yo soy la directora, así que les digo: “Se van a de ahí”. Y comienzo a llamar a mi asistente, pienso en la agenda, en las charlas, en todo lo que tengo que hacer. “Maravilla, te vas de ahí”, les digo a esos pensamientos que no quiero tener. Me lleno de tareas, proyecto viajes, organizo cosas.

Esa agenda incluye viajes por el país con su motorhome y hasta un tour a Croacia, que implicará que despache por barco su vehículo unos cuantos días antes de su propio traslado. “El tener todos esos proyectos te genera adrenalina y una sustancia que va en contra de la depresión; yo piloteo mi cuerpo, lo llevo para donde quiero”.

-Lo contás muy fácil, a mucha gente le cuesta.

-A los que sufren les digo: “Tus hijos te miran”. No podés estar mal. Una chica me dijo: “Quiero que mi mamá ponga una foto mía en la mesa de luz para que me mire como mira a mi hermano muerto”. ¿Sabés por qué hago todo esto?

-Contame.

-Porque no sé si mi marido no está acá, con nosotros en este momento.

-No lo sabemos.

-Pero sé que, si estuviera acá, se moriría de dolor por mi dolor, no soportaría verme llorar, nunca lo soportó. Sé que me pone la mano en el hombro y me da fuerzas y esa fuerza es amor.

-Es por él y es por vos.

-Sí, es por mí, por todo eso que te decía que tiene que ver con cuidar el cuerpo. Pero también, el amor te da fuerzas; por mí misma, no sé cuánto haría. Lo que me impulsa es la fuerza del amor que siento por él, porque, si llegara a estar viendo todo esto, no me gustaría hacerlo sufrir. Es un ida y vuelta, no me querés ver sufrir y yo no te quiero ver sufrir a vos.

Acompañada por un par de asistentes, Silvia Freire se aventura a las rutas argentinas con su nueva adquisición, un motorhome cero kilómetro con todas las comodidades posibles
Acompañada por un par de asistentes, Silvia Freire se aventura a las rutas argentinas con su nueva adquisición, un motorhome cero kilómetro con todas las comodidades posibles - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA / AFV

Huir

-¿Cómo nace la idea del motorhome?

-Para escapar, quería escapar de este departamento, del barrio, de la realidad. Ya en las últimas noches de mi marido, me pregunté qué me gustaría y conecté con mi niña interior que es una loca de atar, no tiene juicio.

-La adulta tampoco, me parece…

-Gracias, eso es un elogio.

-Esa fue la intención.

-Cuando le di el volante a mi niña interior se creyó que hablaba de un volante real y comenzó a pensar en un viaje, en una casa rodante. ¿Quién no quiere eso? Simboliza la libertad, dormir en cualquier lado, amanecer mirando el mar. Me pareció que ese era el camino, que iba a generar un montón de sustancias buenas y que me iba a alejar de la depresión.

En principio, su derrotero no incluía dar charlas, pero, la escritora reconoce “la vocación te puede” y allí fue con su mensaje facilitador. “Necesitaba hablar con la gente”.

Equipó su casa rodante con todo el confort para pernoctar allí sin necesidad de acudir a un hotel
Equipó su casa rodante con todo el confort para pernoctar allí sin necesidad de acudir a un hotel - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA / AFV

-¿Cuál fue el primer viaje?

-Me fui para la zona de Junín y seguí hasta San Luis; pero una seguidora que siempre me organizó talleres en Pilar me dijo: “Vas a pasar por acá, te pido un favor, bajate y danos una charla”.

Así comenzó a pasar en distintas ciudades. El viaje para escapar, la llave para esa libertad sobre ruedas, el derrotero para transitar el duelo, se fue minando de paradas en ruta y charlas. Santa Fe, Córdoba, San Juan y siguen las firmas. Luego llegó el sur. Además de las charlas, ofrece la modalidad del taller, con participación activa de la gente.

En la puerta de su casa descansa el vehículo que ella misma maneja sin miedos. “Van apareciendo aventuras inesperadas”.

Ella misma maneja su motorhome. Pronto la embarcara para iniciar una tournée por Europa
Ella misma maneja su motorhome. Pronto la embarcara para iniciar una tournée por Europa - Créditos: @NOELIA MARCIA GUEVARA / AFV

Antes de despedirse, Silvia Freire arremete: “Con nuestro dolor afectamos mucho a los demás, estamos matando al otro de a poco, entonces, ¿cómo no nos vamos a poner un límite?”.

-Al escuchar tantos testimonios de sufrimiento, ¿cómo hacés para que eso no te afecte?

-Cuando escucho esas historias me pongo loca de contenta.

-¿Contenta?

-Claro, porque sé que ese dolor va a sanar, que la persona va a dejar de llorar y de sufrir, se irá sin el problema. ¿No es maravilloso?

Para agendar.

Exit, la salida es hacia adentro. Domingos a las 21.30 en Canal Metro (desde mayo).

@silviafreireok

@mundofreireok