El bufón es un deslucido retrato de un villano que castiga lo amoral sin clemencia

El bufón, poco logrado film de teror sobre un pintoresco justiciero
El bufón, poco logrado film de teror sobre un pintoresco justiciero

El bufón (The Jester, Estados Unidos/2023). Dirección: Colin Krawchuk. Guion: Michael Sheffield, Colin Krawchuk. Fotografía: Joe Davidson. Música: Rafal Gosciminski. Elenco: Michael Sheffield, Lelia Symington, Delaney White, Matt Servitto, Lena James. Distribuidora: BF+Paris. Duración: 90 minutos. Nuestra opinión: regular.

Basada en una trilogía de cortometrajes que alcanzaron popularidad en YouTube, El bufón apela a la construcción de un nuevo villano de cine de terror que pueda sumarse al selecto grupo que integran, entre otros, Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Myers. Para lograrlo, el director y coguionista Colin Krawchuk mezcló varios elementos característicos de otras figuras como el traje de El Guasón de Todd Philips (un diseño pintoresco hecho a medida, impoluto, es el rasgo distintivo de este bufón omnisciente), la sonrisa inmutable de “The Grabber”, el protagonista de El teléfono negro de Scott Derrickson, y ciertos manierismos refinados reminiscentes a Sendler Man, personaje del que toma ese coqueteo con el humor negro, priorizando una atmósfera entre lúgubre y lúdica por sobre cualquier exceso de viñetas gore.

De este modo se nos presenta, en la efectiva primera secuencia, este ser que elige un pequeño pueblo como punto neurálgico para llevar a cabo sus diferentes modos de ataque, desde los más brutales a los subrepticios. El contexto tampoco elude los clichés: el film nos sitúa en Halloween y en la necesidad de dispersión de los habitantes en ese lugar que parece imperturbable. El primer azote del villano llega cuando un hombre intenta, mediante una comunicación telefónica, hacer las paces con una hija a la que abandonó años atrás. La malévola entidad apunta al Talón de Aquiles de su víctima, operando como una suerte de justiciero con la brújula moral que lo ayuda a decidir a quién castigar y a quién redimir. Ese padre que pide disculpas demasiado tarde se convierte, así, en la presa ideal a la que le quita la posibilidad de expiar sus culpas.

Lelia Symington como Emma en El bufón, que llega este jueves 22 a nuestras salas
Lelia Symington como Emma en El bufón, que llega este jueves 22 a nuestras salas

Esa introducción al universo del bufón y su modus operandi es interesante, sobre todo cuando entra en escena esa hija en duelo, Emma (Lelia Symington), quien va al funeral de su padre porque siente que debe, no así por un deseo genuino. En ese pueblo inhóspito se reencuentra con su media hermana y en ese momento el largometraje empieza a desajustarse. La primera charla entre ambas, demasiado extensa y anodina, nos habla de un vínculo que se vio resentido cuando su padre abandonó a Emma para formar una nueva familia, lo que afectó directamente el vínculo entre las jóvenes. Krawkuch, quien escribió el guion junto al protagonista del film, Michael Sheffield, suelta toda la información que considera relevante y lo hace con una torpeza que luego se trasladará a otras secuencias del film, aquellas en las que el bufón regresa para atormentar a Emma y aprovecharse de la disfuncionalidad familiar.

El Bufón, un justiciero que se obsesiona con una familia disfuncional
El Bufón, un justiciero que se obsesiona con una familia disfuncional

Como consecuencia, la película se vuelve mecánica, estéril, y el villano adquiere capacidades como la de imitar voces para seducir y luego perturbar a sus víctimas, aparece súbitamente para jugar con la psiquis de Emma y para amenazar la integridad física de su hermana. Aunque se percibe un intento de explorar los pormenores de una relación que se fortalece en medio del pánico, El bufón no es más que un registro superfluo de una figura que, lejos de atemorizar, no resulta más que una copia deslucida de otros personajes del género, infinitamente superiores.