Cari Lapique, una entregada abuela con su nieta, MiniCari, tras el triste adiós a Caritina
“¿Cómo retomas el hilo de toda una vida? ¿Cómo sigues adelante cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay retorno posible? Hay ciertas cosas que el tiempo no puede curar, algunos dolores demasiado profundos que se han arraigado”.
Esta reflexión de un pequeño hobbit en la épica película El Señor de los Anillos: el retorno del Rey refleja a la perfección ese sentimiento de pérdida, del retorno a un hogar que ya no existe -o más bien eres tú quien ha cambiado, que ya no eres el mismo-, a una realidad que hace tiempo ya no es. Y es que, irremediablemente, y aunque a veces no seamos conscientes, la pérdida forma parte de la vida. Desde pequeños nos inculcan que algún día ya no estaremos, que el ser humano aún no ha alcanzado la inmortalidad, y que no somos más que polvo en un universo que nos queda grande. Que somos finitos, y que nuestras vidas, aunque nuestras, no nos pertenecen.
Tal vez vives preocupado por el qué te pueda pasar a ti, pero esa preocupación no es comparable al desasosiego que te despierta pensar en lo que pueda pasarle a tus seres queridos. Porque esos vínculos que creas con las personas que amas hacen que seas vulnerable a la posibilidad de que un día ya no estén.
Si eres creyente, te consuelas confiando en que no es un adiós para siempre, sino un “hasta pronto”. Tu corazón, roto del dolor, encuentra alivio en saber que está en un lugar mejor, y que desde allí velan por nosotros. Sin embargo, ello no hace que el dolor sea más leve. Ni el desgarro, menos demoledor.
Estos sentimientos y emociones tan devastadoras los han sentido a flor de piel los miembros de la familia Goyanesen el último mes. El verano de la familia ha estado marcado por la tragedia más absoluta. Cari Lapique vio cómo en menos de veinte días, lo que había sido su vida hasta el momento cambió drástica, violenta, e irremediablemente de rumbo. Primero, su marido, Carlos Goyanes, falleció el 7 de agosto en su casa de Marbella. Apenas 19 días más tarde, su hija mayor, Caritina, murió de un infarto con solo 49 años, en el mismo lugar que su padre.
Tenían planes, muchos momentos que les quedaban por vivir. Cari y Carlos iban a celebrar el próximo 20 de septiembre su 49 aniversario de matrimonio. Caritina, ver crecer a sus dos hijos, Pedro y MiniCari. La vida les ha golpeado con fuerza y sin avisar, y ahora intentan recuperarse y rehacer sus vidas, volviendo a la rutina propia de septiembre.
Y así es como ha sido fotografiada Cari Lapique hace apenas unos días. Con gafas de sol, y de punta en blanco, Cari acudió, junto a su hermana Myriam y su hija Carla, al primer día de cole de su nieta, MiniCari. "La abuelona", como así se llama ella misma, no quiso perderse ese momento tan especial en la vida de los niños, el momento de volver al cole después de tres meses de verano, y especialmente en uno tan doloroso como ha sido este. Sin duda aún devastada por el dolor, Cari Lapique ha querido hacerse fuerte por su nieta, ser un apoyo inquebrantable para ella. Cogidas de la mano, sonriendo y protagonizando un emotivo abrazo abuela-nieta, enfrentan un nuevo capítulo de superación después de un verano lleno de lágrimas.
Será el próximo 23 de septiembre cuando tendrá lugar la misa funeral en la iglesia de San Antonio, que toda la familia y seres queridos de Carlos y Caritina Goyanes se reunirán para rezar por ellos y honrar su memoria una vez más.