Carlos Marín, el prodigio que nunca se sintió divo y se fue demasiado pronto

Carlos Marin, Il Divo que comenzó como un niño prodigio. (Andrew Benge/Redferns via Getty Images)
Carlos Marin, Il Divo que comenzó como un niño prodigio. (Andrew Benge/Redferns via Getty Images)

El primer disco de Carlos Marín salió en 1976 con el nombre de 'El pequeño Caruso', en referencia al legendario tenor italiano Enrico Caruso. A los 8 años cantaba 'Granada' de Agustín Lara, una de las canciones más demandantes para un intérprete del repertorio en español, ante un público de 700 personas. A los 10 años sacó su segundo disco, esta vez con el título en holandés 'Mijn Lieve Mama (Mi querida mamá)'.

El niño prodigio del canto europeo solo podía tener un futuro sobre el escenario. Los que le rodeaban le apuntaron hacia el canto lírico y tuvieron razón. Su voz se desarrolló en la adolescencia hacia un perfecto barítono y su físico muy bien agraciado le resultó el complemento perfecto para una carrera en el mundo de la ópera. Sin embargo, su talento y su ángel convenció a Simon Cowell, el genio de la industria de la música mundial, que era el líder perfecto para Il Divo, el grupo que inventó gracias a la inspiración de los tres tenores.

Carlos Marín era el más visible, el más histriónico y el más famoso del cuarteto que hizo historia al acercar el pop a los clásicos. También el primero en perder la vida el 20 de diciembre de 2021.

El prodigio

Carlos Marín y Magdalena Menchero vivían en la ciudad alemana de Rüsselsheim cuando nacieron Carlitos y Rosa María. Estaban allí, como muchos españoles en aquella época. Fueron ellos los que detectaron que el pequeño risueño y juguetón tenía una voz extraordinaria y un oído musical perfecto.

"Me acuerdo que vi la película 'El gran Caruso' y decidí que quería ser como él”, contó Marín en una entrevista en referencia a la cinta de 1951, sobre la vida del artista. No recordaba la edad que tenía en ese momento, pero sí que sus papás estaban encantados y comenzaron a exponerlo a la música interpretada por grandes voces. Su talento era tal, que a los 6 años ya se estaba estrenando sobre el escenario interpretando con una orquesta el tema Granada, la más complicada de cantar de las composiciones del legendario cantautor mexicano Agustín Lara, aquel que le cantaba a su María Bonita.

Su talento fue detectado por el productor holandés Pierre Kartner, conocido como Father Abraham, el compositor de la canción de los Pitufos, cuando la familia se mudó a Mörfelden-Walldorf. Con él grabó su primer y su segundo disco y se presentó en decenas de escenarios en Alemania y Holanda, así como en España, donde llegó a cantar en programas de TVE, conocida antes como Televisión Española.

Peter Pan, Don Quijote y el barbero de Sevilla

La familia Marín Menchero regresó a España cuando Carlos tenía 12 años. Ya le conocían en el mundo artístico y cuando se confirmó que su voz tras el desarrollo era poderosa y que había mantenido el talento que mostró de chico, le llovieron las ofertas. A los 20 años ya había ganado decenas de premios, entre los que se incluyeron los primeros lugares en los programas Gente Joven y Nueva Gente, que eran concursos de canto al estilo de La Voz. Era, además, el cantante preferido de las producciones con orquestas en vivo como “Por la mañana”, el matutino de más audiencia en los 80.

Todo eso mientras estudiaba canto, primero en el Conservatorio superior de Madrid. Luego con las estrellas del canto lírico de la época como la gran soprano Montserrat Caballé y los tenores Jaume Aragall y Alfredo Krauss.

De adulto, Marín era uno de los cantantes más populares en el circuito teatral madrileño, donde pasaba de la ópera a la zarzuela, de la zarzuela al teatro musical al estilo de Broadway. Trabajaba en Los Miserables en 1993, cuando conoció a Geraldine Larrosa, la mujer que le acompañaría el resto de su vida.

En Los miserables fue Marius, en La bella y la bestia fue La Bestia, en Grease fue Vincent Fontaine, en El hombre de la mancha fue Don Quijote, también fue Peter Pan y el príncipe en Cenicienta. Encarnó diferentes personajes en diversas puestas en escena de las óperas La traviata, El barbero de Sevilla y La Bohème, entre otras, y las zarzuelas La Gran vía, La revoltosa, La verbena de la paloma, y muchas más.

La inocencia y el divo

Entre la música y el teatro estaba el amor. Su relación con Larrosa seguía viento en popa. Fueron novios hasta 1997, cuando decidieron mudarse juntos y alquilaron un departamento en el centro de Madrid. Eventualmente lograron comprarlo. Allí fue donde Marín le dio vueltas a la cabeza a la idea de presentarse a las audiciones para un grupo musical sobre el que tenía poca información. Luego, sobre sí debía aceptar la propuesta de Simon Cowell, quien en aquella época solo era conocido en el Reino Unido, de abandonarlo todo y sumarse a Il Divo.

Era 2001, la era de las Band Boys como Backstreet Boys y NSYNC. Los únicos cantantes líricos que habían hecho el crossover al pop eran Los Tres Tenores, el grupo formado por los icónicos Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, justamente fueron ellos los que inspiraron a Cowell a crear el grupo.

Carlos Marín, David Miller, Sebástien Izambard y Urs Buhler cuando fueron presentados como los cuatro miembros de Il Divo en noviembre de 2004 en Londres.
Carlos Marín, David Miller, Sebástien Izambard y Urs Buhler cuando fueron presentados como los cuatro miembros de Il Divo en noviembre de 2004 en Londres. ( Andy Butterton - PA Images/PA Images via Getty Images)

Aunque estaba convencido de que lo había pensado bien, nada podía haberlo preparado para la locura que sería su vida. “Al principio fue un poco complicado. Date cuenta de que cada cantante venía de hacer su carrera en solitario, y de repente nos juntan”, recordó Marín en una entrevista sobre los comienzos de Il Divo, el cuarteto del que formó parte con Dave Miller, Urs Bühler y Sebastien Izambard.

En una entrevista con la agencia Associated Press, Marín agregó sobre su historia con Il Divo: “Hubo muchísimos roces. Hasta el punto que después de seis años se paró Il Divo durante un año porque la relación no era maravillosa. Claro, estábamos juntos 17 horas todos los días. De aquella hacíamos promoción, cantábamos giras, estábamos muy cansados... Sinceramente, no pensábamos que esto iba a llegar tan lejos, con 40 millones de discos vendidos; y luego haber cantado con grandes artistas y para todos los políticos, desde Gorbachov a George Bush, pasando por Obama. Para todos, menos para Trump. A ese le hemos dicho que no, fíjate”.

Fue idea de Cowell que cada uno de los integrantes de la agrupación se distinguieran por su estilo de vestir, siempre dentro de la elegancia que requería el concepto de un cantante lírico. Marín encontró su alter ego sartorial en Giorgio Armani.

Larrosa, por su parte, también comenzó una carrera en la música pop con el nombre artístico de Innocence.

El precio fue el amor

La pareja decidió casarse en 2006, cuando la fama de Il Divo estaba por todo lo alto. El cuarteto se había convertido en el fenómeno musical que sacó 15 discos en 18 años y recorrió los cinco continentes enloqueciendo a las audiencias.

La boda fue una locura. Marín la organizó como sorpresa para su amor en Disneylandia en California y contaron con invitados de lujo, entre los que se destacaron los integrantes de Il Divo y, claro, Mickey y Minnie. Parecía que el Carlitos niño, que pasaba las horas cantando en vez de jugando, quiso recuperar un pedacito de su infancia en el festejo.

Pero ni la magia de Disney fue capaz de mantener el romance de una pareja que casi no se veía. Marín viajaba más de lo que estaba en casa. Marín e Innocence anunciaron su divorcio en 2009. Aun así, nunca se desconectaron. Ella rearmó su vida y tuvo una hija con otro hombre, él fue el padrino de la niña. Grabaron temas juntos, él le producía y manejaba la carrera. Incluso, pasaron el confinamiento de la pandemia juntos y, según contó la artista, decidieron volver a casarse.

Al hablar de su divorcio, Marín siempre fue muy práctico. Fue el precio de la vida que escogió. “Por el ajetreo he dejado cosas atrás. Dejé un matrimonio. Estuve casado cuatro años de una relación de 17. Eso sí, sin rencor”, afirmó.

Fuerte pero nunca divo

En 2011, los integrantes de Il Divo comenzaron a combinar su trabajo como cuarteto con iniciativas como solistas. “Fue idea de Carlos”, explicaron en su momento.

“Para Carlos había un sí o un no, y nada entre medio. A veces le hemos dicho “somos cuatro en el grupo, es una democracia”. Vale, pero si los tres estábamos de acuerdo y Carlos no, no se hacía porque, ¿qué vas a hacer si el otro no viene? Cuando Carlos quería algo, tenía una fuerza para mover montañas y si lo tenías de tu lado, si las energías se unían, podíamos conseguir lo que queríamos, impresionante. Pero si esta unidad no estaba, olvídate, no había manera”, dijo Bühler al hablar de su compañero.

Afortunadamente, hubo consenso en hacer trabajos individuales en paralelo al grupo. El artista español ya sabía qué quería hacer y produjo, dirigió y era la única estrella del espectáculo CARLOS MARÍN EN CONCIERTO. Comenzó en 2012 en Madrid, con cuatro noches de lleno total y lo fue llevando por el mundo según sus compromisos con Il Divo se lo permitían. De allí salió un disco, titulado igual que el show.

“Quise presentarle al público todo lo que hice dentro de mi carrera profesional y es un DVD más CD que grabé en el teatro Gran Vía de Madrid y en el que hay un poco de Frank Sinatra, de Julio Iglesias... Es un poco el rollo que le he querido dar con una banda de 40 artistas y la cantante invitada Innocence. Es un repaso por musicales, tema rockero de Judas de Jesucristo Superstar, Fantasma de la Ópera, popurrí de boleros, de Elvis Presley, de Tom Jones... Es un espectáculo único”, explicó.

También trabajó con Innocence y otros cantantes de menor rango. Era un artista que amaba a los artistas, tanto que tejió vínculos personales con muchos de los que colaboraron con Il Divo como Toni Braxton, Barbra Streisand, Celine Dion, Gloria Estefan y Julio Iglesias, entre otros. Este último era su favorito.

“Es un tipo con una magia extraordinaria”, dijo Marín al hablar de Iglesias. “Me encanta que lo que ves en esos cantantes, que ahora muy pocos la tienen, es esa chispa especial, saben cómo seguir hablando con el público”.

Se sentía orgulloso de todo lo logrado a título personal y en la agrupación, pero nunca se vio reflejado en el nombre.

Carlos Marín y su energía magnética era parte del encanto de Il Divo (Timothy Norris/Getty Images)
Carlos Marín y su energía magnética era parte del encanto de Il Divo (Timothy Norris/Getty Images)

“Creo que tengo poco de divo porque empecé desde abajo y la verdad es que trabajando muchísimo. Tienes que tener tu ego, en el sentido de saber que lo que estás haciendo está bien y saber defender tu trabajo, eso en primer lugar. Pero luego ser divo en el sentido de llegar a un sitio y hablarle mal a cualquier persona, ya sea el de la limpieza o el señor que está en la oficina porque yo sea cantante o sea conocidillo, no. Porque la vida da muchas vueltas y esta vida del artista es como una noria, hoy estás arriba y mañana puedes estar abajo. Así que para qué perder el tiempo con tonterías, si luego igual pasa el tiempo y te ves trabajando en la oficina. Que no está mal, porque yo en realidad me veo como un oficinista con voz. Como si fuera mi oficina propia”, reveló.

Claro, a esa oficina iba siempre impecable. Carlos Marín siempre vestía algo Giorgio Armani, su diseñador desde que entró a Il Divo. Su look, hasta cuando iba informal, era un ejemplo de elegancia, pero con un toque de sencillez.

"Es que yo me levanto así, mi pijama es el traje de Giorgio Armani ja, ja, ja. No, no, mira. Como siempre me ha encantado toda la era de los años cincuenta y sesenta, de Frank Sinatra, y es en lo que se basó Il Divo, tampoco me fui muy lejos de lo que yo usaba...Me encanta el traje, porque siempre te da distinción. Y además no me gusta un traje encorbatado, porque yo lo llevo con la camisa abierta y con un pañuelito. Siempre suelo ir de negro o azul marino y blanco. Suelo llevar muy poco de otros colores, yo soy muy básico en eso: o blanco o negro. Y así soy en la vida también, eh. Para mí no hay colores intermedios, o blanco o negro. O te tiras al pozo con todo o no lo haces", declaró.

Covid, el enemigo que solo pudo con él una vez

Carlos Marín estaba seguro de que contrajo covid al principio de la pandemia. Se vacunó en México en 2021 y estaba tranquilo. Por eso, no tuvo problema en retomar la gira con Il Divo, que comenzó en Europa en el otoño. Cerrarían el año en la ciudad española de A Coruña, pero primero pasaron por Inglaterra. Después de Londres vino la presentación en Bath el 7 de diciembre, la última.

Al día siguiente, Marín se comenzó a sentir mal y dio positivo a la prueba de covid. Fue empeorando, hasta que fue hospitalizado. El 17 de diciembre el grupo reveló que había sido ingresado al área de terapia intensiva. Su representante agregó que le habían inducido el coma y que había sido intubado. Dos días después se anunció que el cantante español de Il Divo había muerto.

Innocence fue la principal portavoz de la familia. "Se ha ido parte de mi alma. No lo esperábamos porque pensábamos que iba a salir de esta. Él decía que iba a volver a casa por Navidad", expresó. "Estuvimos en los años de pandemia juntos. Ha vivido conmigo y con mi hija formando una familia y ha sido muy feliz... Se despidió diciéndome que me amaba, que era la mujer de su vida, que cuidara de su familia y que me quería un montón... Él estaba bien. Estaba perfecto antes de salir de gira. Se había hecho análisis de sangre y estaba bien. Los médicos han hecho todo lo posible".

El último adiós

Su hermana contó antes de su funeral que llegaría de Inglaterra "a España en un féretro sellado por tratarse de COVID, por lo que no se podrá abrir para el velatorio, pero que todo el mundo sepa que Carlos estará vestido con su traje favorito de Armani, que usaba para las actuaciones, para que pueda ir al cielo presentable para ir a cantar ahora con los ángeles.

En la Tierra, sus compañeros le están rindiendo homenajes noche tras noches en la gira que decidieron completar "porque Carlos lo hubiese hecho". Además, están creando una fundación con su nombre para la educación lírica de jóvenes cantantes. En Madrid se está organizando bautizar una calle con el nombre de Carlos Marín. Allí los fans podrán rendirle homenaje y cantar sus canciones como lo hacía el pequeño Caruso, que vive en sus voces para siempre. Por eso, el español de Il Divo sigue cantando.

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