Cecilia Roth: el reconocimiento a su trayectoria y la experiencia que vivió a los 10 años y que la marcó de por vida
Una mujer sin tiempo, y a la vez consciente de que le queda todo el tiempo del mundo. Cuando en la apertura de la 37ma. edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Cecilia Roth subió al escenario para recibir un premio a la trayectoria recordó a Violeta Parra parafraseando aquel “gracias a la vida”, aportándole su propio sentir: “Estoy muy emocionada, por lo que vi y por toda esta gente que está aquí y que ama al cine y a la vida. Como creemos en la vida, creemos en el cine, esta ficción maravillosa que es más verdad que la verdad”.
Unos días después, el sentimiento regresa para dominar una charla por la presentación en el certamen de Las fiestas. En la película de Ignacio Rogers, Cecilia es María Paz, una mujer que se recupera luego de un infarto que la dejó al borde de la muerte. En esta continuidad que le ofrece el destino, ella intentará consolidar el vínculo con sus tres hijos -interpretados por Dolores Fonzi, Daniel Hendler y Ezequiel Díaz-, mientras recupera paisajes, sensaciones y sentimientos guardados en la memoria y en la piel.
Nuevamente el tiempo, pasado, presente y futuro. Como en ese impactante compilado de imágenes en la pantalla grande del Cine Teatro Auditorium de Mar del Plata que resumieron una carrera en la que Cecilia se reconoce. Hasta por ahí nomás.
-El día de la apertura se te vio muy emocionada, incluso describiste el escenario como un “abismo”. ¿A qué Cecilia viste en esas imágenes? ¿Podés tomar distancia de ella?
-Hasta hace unos años probablemente me habría mareado todo esto, en el sentido de no recordarme a mí en esas situaciones, era como ver a otra persona. Ahora es otra sensación la que tengo, que es la del tiempo de haber atravesado todo ello y sentirme muy conectada con cada una de esas cosas que se veían en esa edición de trabajos como si fueran únicas. Pero verlas todas juntas es un montón.
-Es que realmente es “un montón”.
-Sí, y te diría que todavía me abruma un poco. Tengo también una sensación, podríamos decir “pudorosa” de compartir con más gente una intimidad que en definitiva es mía. No sé si a todos y a todas les pasa lo mismo en sus trabajos, pero para mí estar delante de una cámara es como estar en terapia. Intento que aparezca lo más asociativo.
-¿A pesar de que haya un guion escrito?
-Independientemente de que vos repitas un texto estudiado termina siendo algo muy íntimo nuestro trabajo. Te digo más, cuando las películas se hacían en fílmico, el ruidito de la cámara, que era maravilloso, ya te ponía en un lugar especial en el que no había nadie más que uno. Ahora las digitales ya no hacen ese sonido, así que una se lo tiene que imaginar.
-Una sensación que en ese momento solo pueden entender tus compañeros.
-Claro, porque a ellos me adapto, con ellos suceden cosas que a lo mejor yo no tenía pensadas. Como en Las fiestas, que estamos mucho tiempo juntos con Dolores, con Daniel, con Ezequiel. Y en lo que me dicen o me responden muchas veces suceden cosas que son muy distintas a las que yo me pude haber imaginado.
-¿Para poder encarnar a un personaje hay que desnudarse como persona?
-Tenés que ser el personaje, pero el personaje lo construís a través de cosas tuyas y también de cosas que ves. Recuerdo estar en un bar con mi madre y que ella estuviera atenta a mí pero también a lo que sucedía en las otras mesas. Hay una manera de observar el afuera que te sirve también para crear desde vos. Todavía me pasa de ver a dos personas hablando e imaginar lo que les sucede en ese momento, de qué hablan, qué sienten... Me viene a la cabeza una historia. En realidad más que observadora soy chusma (risas).
-¿Te preocupa el paso del tiempo?
-Para nada, mirá lo que sucede con el tiempo, este presente que estoy viviendo, esta charla que estamos teniendo. El tiempo nos suma, no solo como personas sino también en el trabajo. En mi caso, en la propia manera de encarar un personaje, un papel. Pasan situaciones en nuestra vida, hayamos participado directamente o no, que nos modifican en todos los aspectos; y a la vez son súper usables para nuestro presente, y también para nuestro futuro.
-En Las fiestas está muy presente el tema del tiempo, el que pasó, el que viven los personajes y también el que resta por atravesar. ¿Te asusta el fin del tiempo?
-No, no le tengo miedo. Yo tuve una experiencia muy íntima, muy personal, cuando tenía diez años. Estaba acostada en la cama, justo antes de dormir, y tuve una sensación muy particular que fue la sensación de estar en la nada absoluta. Es muy difícil de poner en palabras, pero es algo que no olvidé jamás. Y no fue feo, para nada. Sí recuerdo que pensé: “Esto se debe parecer a la muerte”. Desde ese momento entendí que la vida tenía que ver también con eso. Fue algo muy especial, que tengo entendido que no le pasa a mucha gente, pero te puedo asegurar que me alivió. Nunca lo conté públicamente, lo saben solamente algunos amigos.
-Me acuerdo de la película de Tim Burton, EL gran pez, en la que el protagonista siendo chico veía el momento exacto de su muerte, y ese hecho lo modificaba por completo.
-Yo no quiero saber cuándo va a pasar, pero lo que me pasó tiene que ver con un acontecimiento que entendí como algo muy gentil, muy amable. Porque me hace estar tranquila de todo el recorrido que hice y voy a seguir haciendo.
-Antes te pregunté por las imágenes del pasado, ahora me gustaría venir al presente. ¿Qué Cecilia ves en Las fiestas?
-Hay una cosa con el tiempo que tiene que ver con que vas cambiando, tu cuerpo va cambiando. Me miro en una película y soy otra: la actuación, el físico, lo que pienso que va a venir. Tanto en Las fiestas como en otra película que hice en Madrid que se llama Conversaciones sobre el odio, de Vera Fogwill y con la que vamos a ir al Festival de Tallinn, en Estonia, tuve la misma sensación. Siento que estoy en otro tramo de encuentro con la vida y eso trasciende todos los planos, el personal y el profesional. Con respecto a este último estoy en un momento más hondo, por momentos tal vez también más triste. Pero cuando la tristeza se vuelve felicidad, me siento realmente muy feliz.
-Un balance más que positivo...
-Creo que tuve un muy buen camino recorrido, tramo a tramo, viviéndolo muy a fondo. Y va a seguir siendo así, es inevitable, así soy. Estoy muy plantada en el momento que estoy atravesando hoy, no me estoy yendo para atrás ni tampoco hacia el futuro. De eso se trata.