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La censura vivida por un clásico de Elizabeth Taylor hoy sería impensable

(Original Caption) Paul Newman and Elizabeth Taylor in 'Cat on a Hot Tin Roof' by Richard Brooks. (Photo by Metro-Goldwin-Mayer Pictures/Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
(Original Caption) Paul Newman and Elizabeth Taylor in 'Cat on a Hot Tin Roof' by Richard Brooks. (Photo by Metro-Goldwin-Mayer Pictures/Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

Uno de los clásicos más importantes de la filmografía de Elizabeth Taylor y Paul Newman es, sin ninguna duda, la adaptación de Un gato sobre el tejado caliente que Richard Brooks llevó al cine en 1958. La cinta llevó a la gran pantalla la obra de teatro ganadora del Premio Pulitzer de 1955 de Tennessee Williams, responsable de otros míticos textos adaptados al celuloide en el Hollywood clásico como Un tranvía llamado deseo o Baby Doll, sin embargo, esta película en concreto, pese a que hoy en día goza del prestigio de ser considerada una obra maestra por un amplio espectro de espectadores, no fue fruto de su devoción. De hecho, hasta intentó boicotear su estreno en cines.

Para entender la razón debemos remontarnos a la situación que se vivía en Hollywood en los años 50. Un gato sobre el tejado caliente nos trasladaba al seno de una familia sureña, en la que el matrimonio entre Brick y Maggie Pollit, los personajes interpretados por Newman y Taylor, debían hacer frente a su falta de deseo y a la tensión que desencadena en su relación. En la obra original, se habla sin ningún miramiento de que su protagonista es homosexual, narrando cómo trata de hacer frente al suicidio del que fue su verdadero amor, un atleta llamado Skipper, mientras se sume en una depresión y en el rechazo a su esposa. Pero en la película este detalle, totalmente crucial para la trama, no pudo ser tratado de forma abierta.

Cuando la película fue rodada en Hollywood regía el Código Hays, un reglamento que estuvo vigente entre 1934 y 1968 que establecía qué se podía ver en pantalla y qué no, poniendo en el punto de mira la violencia, el sexo o temáticas que por aquel entonces se querían hacer ver de inmorales. En este sentido, la orientación sexual de Brick Pollit no tenía espacio en una adaptación cinematográfica realizada en Estados Unidos en 1958, al igual que el hablar de forma explícita de las muchas cuestiones sexuales que traía consigo Un gato sobre el tejado caliente.

En esta adaptación, si es cierto que el “amigo” muerto de Brick juega un papel importante en la tensión que surge en el matrimonio protagonista, pero el tema termina quedando desdibujado para poner el foco en otras cuestiones como la decadencia, la mentira o el alcoholismo, a las que el personaje de Elizabeth Taylor trata de imponerse frente a la actitud de su marido. Pero esto no convenció ni al autor de la obra, que era abiertamente gay, ni a Paul Newman, ya que aceptó dar vida a Brick Pollit pensando en realizar una adaptación fiel al texto original. Además, en un principio el proyecto iba a estar dirigido por George Cuckor, uno de los directores de Lo que viento se llevó sobre el que era un secreto a voces que era homosexual y que rechazó el trabajo tras conocer los cambios.

American actor Paul Newman and British-born actor Elizabeth Taylor embrace in a still from the film, 'Cat On A Hot Tin Roof', directed by Richard Brooks, 1958. (Photo by MGM Studios/Courtesy of Getty Images)
American actor Paul Newman and British-born actor Elizabeth Taylor embrace in a still from the film, 'Cat On A Hot Tin Roof', directed by Richard Brooks, 1958. (Photo by MGM Studios/Courtesy of Getty Images)

Newman, que recogió el testigo de Robert Mitchum y Montgomery Clift tras su rechazo al papel, se mantuvo firme en el proyecto pese a su decepción, pero no fue el caso de Tennessee Williams, que una vez Un gato sobre el tejado caliente llegó a los cines llegó a acercarse a las colas de las taquillas en su estreno para intentar que la gente no viera esta adaptación. Así lo plasma el libro The Kindness of Strangers: The Life of Tennessee Williams, biografía del autor publicada por Donald Spoto en 1985. "¡Esta película hará retroceder a la industria cincuenta años! ¡Váyanse a casa!", explicaba el texto sobre las palabras con las que Williams trató de boicotear la cinta.

Pero de poco sirvió su esfuerzo, puesto que Un gato sobre el tejado caliente se convirtió en una de las cintas más importantes de Hollywood en 1958, ganándose el respeto de los espectadores, adquiriendo el estatus de clásico y destacando en premios. Aunque las estatuillas doradas finalmente se le resistieron en favor de otros títulos como Gigi de Vicente Minelli, consiguió hacerse con seis nominaciones a los Oscar, logrando entrar en las categorías principales de película y dirección así como en la interpretativas, en las que Elizabeth Taylor y Paul Newman fueron candidatos. Además, pese a los cambios respecto a la obra y el enojo dl ai, también obtuvo la nominación a Mejor Guion Adaptado.

Lo cierto es que por mucho que dejaran de lado una de las claves del relato y no se abordara con todos sus matices, no se puede negar que esta versión es uno de los títulos más icónicos que nos dejó el Hollywood clásico, una cinta a la que la mayoría de los espectadores caemos rendidos ante el poder de Taylor y Newman en pantalla, su turbulenta relación y el magnetismo de su puesta en escena. Y aunque posteriormente hubo más adaptaciones para televisión abordando abiertamente la orientación sexual de Brick, ninguna es comparable a esta. Sin embargo, y evidentemente, 65 años después sería impensable que Hollywood se atreviera en la actualidad a silenciar una referencia tan relevante como es la homosexualidad del protagonista masculino. No solo porque se trata de una pieza importante del desarrollo argumental, sino porque aquella censura sirve como ejemplo de la discriminación y el rechazo hacia la comunidad LGBT durante una era. Algo que hoy sería criticado y cancelado sin miramiento ninguno.

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