Chino Leunis, feliz con su familia ensamblada: "Me mudé definitivamente a la casa de mi novia"

Tras varios meses sin pantalla en Telefe, Leandro "El Chino" Leunis vuelve con Jesús, el adelanto, todos los domingos a las 23.15. "Vamos a contar los nudos de cada capítulo de la novela, que luego se resuelven durante la semana", detalla. Además continúa con ESPN Redes, de lunes a viernes a las 17, pero en tiempos de pandemia hace el programa desde su casa, donde se armó un mini estudio de televisión.

En una charla con LA NACIÓN, el conductor repasa su trabajo y cuenta su experiencia de convivencia con su novia Maca y la familia ensamblada que lograron integrar con su hija Delfina y los cuatro hijos de ella.

-¿Cómo llevás estos cuatro meses de cuarentena?

-Como Delfi está un tiempo conmigo y otro con la mamá (la locutora Karin Rodríguez), tengo la excusa de salir una vez por semana. Pero en general, durante la cuarentena salí muy poco: fui una vez como invitado a PH: Podemos hablar y otro a El precio justo, ambos programas de Telefe. Esta semana fui a grabar Jesús, el adelanto y me sentí raro, muy cuidadoso con el barbijo, el alcohol en gel, la distancia social. Posiblemente hay costumbres que van a cambiar para siempre. Me parece que vamos a posponer por un tiempo el saludo con un beso en la mejilla; ya se hizo muy natural saludarse con el codo. Tratamos de vivir esta pandemia de la mejor manera posible, entendiendo que es una situación desafiante que a algunos les sale bien y a otros no tanto. Creo que hay que tratar de estar unidos porque es la única manera de salir adelante. Grabamos el programa con un protocolo muy estricto: cada vez que entro al canal me toman la temperatura, firmo una declaración jurada, me mandan imágenes de cómo sanitizan el camarín y todo el tiempo usamos alcohol en gel y mantenemos distancia social.

-Ya habías hecho adelantos de otras novelas.

-¡Sí! Ya había hecho Moisés y los diez mandamientos, Josué y la tierra prometida y El sultán. Soy el novelero y me encanta, porque son historias que consumo y que veo. Además, en este caso hablamos de un personaje que admiro profundamente y todo se conjuga de una manera muy especial. Es una linda propuesta para el domingo a la noche, para terminar la semana con una pisca de algo positivo, que haga sentir bien a la gente. Es muy necesario en este momento y por eso lo siento como algo sincrónico. Vamos a adelantar los nudos de cada capítulo, que luego se resuelven en la semana, de lunes a viernes a las 22. Es una historia que ya todos conocemos pero lo interesante es el recorrido. Es un placer ser el curador de la novela Jesús.

-¿Te preparaste de alguna manera para ser este curador?

-Con Moisés, Josué y Jesús estoy haciendo todo el recorrido, desde los judíos saliendo de Egipto hasta la llegada de Jesús. Aprendí mucho, de verdad. Admiro a Jesús y leo mucho sobre el tema. Creo que fue el primer revolucionario de la historia de la humanidad y un gran rebelde. Me gusta ser el vehículo de una historia tan inspiradora. Siempre que hago un programa le pongo mucho amor y no tengo dudas de que eso nos va a llevar a un buen lugar.

-Estás en el horario que dejó Bake Off Argentina: el gran pastelero, uno de los programas más vistos de los últimos meses. ¿Es una presión intentar hacer el mismo rating?

-Hoy es un desafío enorme que la familia se reúna a ver un programa en el momento que está siendo emitido. Y tenemos que estar bien atentos para ver qué sucedió y poder replicarlo, entendiendo qué quiere ver la gente. Bake Off fue un fenómeno, también en redes sociales. Obviamente los realities tienen sus conflictos y eso es lo que los hace más interesantes. Soy muy amigo de Christophe [Krywonis], con quien hicimos Familias frente a frente, y de Damián Betular, y a Paula [Chaves] también la quiero mucho por osmosis, porque es muy amiga de Zaira [Nara] con quien compartí Morfi. Los programas me entran por la calidad del producto y por quienes los hacen. Me encantó lo que pasó, fue un suceso bárbaro y ahora vamos a estar ocupando ese espacio que queda muy caliente. Ojalá nos hayan dejado un poquito de torta en la heladera [risas].

-¿Te agarraste la cabeza con la polémica que generó la final de Bake Off?

-Lo seguí muy por arriba y no entré en la polémica ni tomé partido. En un momento me pareció muy desmedido cómo la estaban juzgando a Samanta [Casais], que era solamente una participante de un programa de televisión. Se exageró todo. Los argentinos estamos demasiado binarios y tenemos que aprender a ir por el camino del medio, me parece. Disfruté de la propuesta de entretenimiento y no me enganché con el resto.

-Hace casi siete meses que no estás en la pantalla de Telefe, ¿extrañabas?

-Morfi terminó en diciembre pasado y la verdad es que no extrañaba. Tengo el tema bien resuelto, quizá por mérito de mi psicóloga pero cuando termino un trabajo no estoy mirando el calendario y pensando cuándo voy a volver. Incluso me parece que está bueno desaparecer un poco, porque generamos ganas de que quieran vernos.

-¿La cuarentena fue una excusa para mudarte a la casa de tu novia? ¿Cómo va la convivencia?

-Por la pandemia me mudé definitivamente a la casa de Maca, porque antes iba y venía con el carry on a cuestas, que casi era un hijo más porque tenía que pensar en qué iba a necesitar. Y el devenir nos puso hermosamente en esta situación y estamos recontentos, aprendiendo mucho y poniéndole mucho amor. Conocía a Maca de antes; en su momento era una amiga y nunca imaginé que iba a transformarse en mi mujer. Maca es directora de una fundación de una escuela de coaching, que es donde certifiqué como coach. Es un poco workaholic, así que cada tanto tengo que pedirle que pare de trabajar. En la pandemia está trabajando el triple y yo también. Monté un estudio en casa con luces, equipamiento conexión más rápida a internet. Y además atendemos las cosas de la casa, las tareas de los chicos. Es una agenda apretada y cuando llega la noche, apoyamos la cabeza en la almohada y tardamos veinte segundos en dormirnos.

-¿Cómo fue la experiencia de ensamblar la familia?

-Maca tiene cuatro hijos y trabamos de hacer coincidir que ellos estén en casa cuando también está Delfi. Somos una banda hermosa. Las cosas están saliendo súper bien y ellos se llevan bárbaro. Estamos aprendiendo muchísimo de cada uno de los integrantes de esta banda y me siento muy agradecido. Tengo una relación excelente con mi exmujer, que también conoce a Maca y de vez en cuando se intercambian algunos mensajes por cuestiones de Delfi. Gracias a Dios, todo se acomodó muy bien. Cuando hacés las cosas bien, honestamente y con amor, todo se acomoda. Delfi está enorme, con sus momentos de rebeldía, de ajuste, de pedir limites y ahí vamos, coordinando bien con la mamá para estar alineados en lo que hacemos.

-Sos coach ontológico, ¿lo usás para vos o brindás tus servicios a terceros?

-Lo estoy usando para mí, para mi propia construcción de mi propio liderazgo y creo que eso me da una nota diferente. Es una herramienta más que uso en mi día a día. Desde los 18 años me interesa el autoconocimiento, investigo, leo. Me interesan mucho las relaciones intrapersonales, cómo me relaciono con mi equipo. Se le da poca bolila a las relaciones humanas y son fundamentales. Todo el tiempo busco mi mejor versión. Tengo otras actividades que tienen que ver con el liderazgo y el coaching. Viajé hace dos años a Barcelona por cuestiones de trabajo y tuve la posibilidad de visitar a Messi y charlar un rato.

-¿Cómo fue el encuentro con Messi? ¿Qué se dijeron?

-Fue muy loco porque me contacté por medio de una amiga que tenemos en común. Hablé con su hermano Rodrigo, y fue a través suyo que nos vimos un ratito, después de un partido del Barcelona con el Valencia. Nos saludamos, conversamos un momento. Muy buena onda. También fuimos a verlo cuando jugó con el Real Madrid. Desde el punto de vista ontólogico fue una linda experiencia conocer a un tipo desde lo más intrínseco y entender lo difícil que es manejarse cuando tenés un nivel de exposición tan grande. Transitamos una era en la que estamos desaprendiendo un montón de cosas que habíamos aprendido de determinada manera; estamos rompiendo paradigmas y creando nuevos. Es un momento histórico del mundo, donde las cosas que no son como deben ser, se están empezando a caer porque no se sostienen más.

-Durante muchos años fuiste el locutor estrella de La 100. ¿Tu pase a la tele se dio en forma natural o lo buscaste?

-Claro que era una inquietud hacer tele. Cuando estaba en la radio también hice algo en Much Music y TyC Sports, aunque con menos exposición. Pensaba que todavía no había llegado el momento de la televisión de aire para mí. Quería dar un paso más y probarme porque sabía que podía hacerlo bien. Este trabajo es mi vocación pero también tiene una cuota importante de servicio y de habilidad emocional. Aprendés a diario a manejar los propios vaivenes emocionales, a generar esa energía linda que hay, en forma orgánica y no impuesta. Así llegaron programas como Escape perfecto, Boom, En qué mano está, Familias frente a frente, Morfi.

-¿Aprendiste algo nuevo durante esta cuarentena?

-A montar un estudio de televisión en casa, que no es poco. Llegó a casa Braulio, que es un chihuahua mini que vino a hacerle compañía a Terry, mi otro perro. Volví a estudiar batería, veo muchas series, leo. Nos estamos conectando con nosotros mismos en esta pandemia. Cuando todo pase y nos volvamos a acomodar, confío en que todos vamos a ser un poco mejores. Es la esperanza que tengo para no angustiarme.