Cien años del nacimiento de Guy Williams: de El Zorro, el personaje que le dio fama pero del cual no pudo despegarse a su amor por la Argentina
El 18 de agosto de 2001, el actor Guy Williams recibía de manera póstuma su propia estrella en el célebre Paseo de la Fama de la televisión. De ese modo se saldaba una vieja deuda, la de reconocer la contundente popularidad que el protagonista de El Zorro tuvo a partir de los años cincuenta, momento en el que se convirtió en uno de los ídolos más queridos de la pantalla chica. Pero la vida de Williams, aunque atravesada por el amor del público, tuvo momentos de amargura que pusieron en jaque el destino de un hombre que le dio la espalda a Hollywood para abrazar las mieles de un segundo período de fama en Argentina.
Attilio Catalano y su esposa Clara Arcara, inmigrantes italianos de Mesina, Sicilia, recibieron el 14 de enero de 1924 a su hijo, al que llamaron Armando Joseph Catalano. Ese bebé, que luego pasaría a llamarse Guy Williams por motivos artísticos, se crió en Nueva York en una humilde casa que su padre mantenía gracias a su trabajo como agente de seguros. En un contexto económico muy desfavorable, ese empleo era un verdadero salvavidas para la familia Catalano, y el hombre confiaba en que el pequeño Armando, en su madurez, continuara sus pasos. Mientras tanto y con menos de diez años, el pequeño estudiaba esgrima, disfrutaba del ajedrez, la astronomía y la música. Luego de terminar el colegio, Armando sintió el llamado de la fama y su padre debió escuchar con escepticismo el deseo de su hijo por convertirse en una estrella.
El primer paso de Armando fue sacarse fotos profesionales y enviarlas a distintas agencias de publicidad, con el objetivo de ser contratado para alguna campaña. Rápidamente obtuvo respuesta y bajo el seudónimo de Guido Armando posó para distintos medios gráficos, fue la portada de novelas literarias y de grandes carteles de publicidad. Como era de esperar, una posible carrera en la actuación era el siguiente paso, y hacia allí fue Catalano, que por sugerencia de su agente se volvió a cambiar el nombre. Fue en ese momento que nació Guy Williams.
En su corcel…
Hollywood no es un lugar al que ingresa cualquiera, y requiere enorme perseverancia, talento y suerte hacerse de un nombre en esa industria. Y Williams lo logró, pero fue un arduo camino. Durante los años cincuenta, trabajó como extra o en pequeños roles en varios films, desde luego, no siempre recibiendo crédito. El día que robaron la Tierra, El hombre del Álamo, Highway Patrol o I Was a Teenage Werewolf fueron algunos de los largometrajes o series que lo contaron entre sus filas. En 1953, el actor tuvo un serio accidente cuando cayó de un caballo y fue arrastrado a lo largo de 180 metros, un episodio que le provocó una gran cicatriz en su hombro izquierdo (motivo por el que prácticamente no hay fotos de Guy sin remera).
Habían pasado casi diez años desde que Wiliams se había propuesto triunfar en la actuación y sus trabajos más importantes no superaban la media hora en pantalla. Los roles que más codiciaba parecían esquivarlo y la fama resultaba cada vez más lejana. Sin embargo, él se presentaba a cuanto casting hubiera en el horizonte, aunque más por costumbre que por convicción. Y entre esas tantas entrevistas, Guy probó suerte en una nueva producción de Disney.
En 1953, el propio Walt Disney comenzó a trabajar en una versión televisiva de El Zorro, un popular personaje de aventuras que ya había debutado en el cine durante los años veinte. El creador de Mickey Mouse quería un show imponente, una súper producción de aventuras que se convirtiera en la favorita de los más chicos. El canal ABC aceptó invertir en un proyecto de escala tan elevada, porque el negocio prometía ser suculento en materia de rating y merchandising. Claro que el paso más importante era descubrir al actor ideal que tuviera el encanto para personificar al carismático espadachín. Y el 18 de abril de 1957, apareció en las oficinas de casting de El Zorro un casi desconocido Guy Williams.
El intérprete se presentó para el papel de Don Diego de la Vega y del malvado Monasterio. Y apenas lo vieron, los productores no dudaron en darle el rol principal. Williams parecía nacido para ese personaje, tenía buen porte, su sonrisa denotaba un rasgo heroico y su habilidad para las escenas de pelea con espadas era notable. El actor no podía creerlo, a un paso de abandonar una profesión que parecía destinada a no despegar jamás, se había convertido en la estrella de un programa cuyo presupuesto era de ochenta mil dólares por episodio, una cifra elevadísima para la época. Y desde luego que por ese motivo, Disney observaba con mucha atención el rodaje de esa serie, con los ojos puestos especialmente en el propio Williams. “Cuando hice el casting, utilicé un marcado acento español”, reconoció Guy, que detalló: “Sabía que ese tono podía ir regulándolo de a poco, y recuerdo que durante las primeras semanas, cuando terminábamos de grabar alguien siempre me tocaba el hombro. Ese alguien era Walt, que me decía si podía dosificar un poco el acento. Finalmente un día terminé de filmar y Walt no me volvió a dar ese golpecito en el hombro, ahí supe que ese era el tono que debía utilizar”.
A lo largo de 78 episodios emitidos entre 1957 y 1959, El Zorro fue un éxito descomunal, y no solo en Estados Unidos, sin también en todos los países en los que se transmitió ese programa durante los años posteriores. Su final no tuvo que ver con la falta de popularidad, sino con las batallas legales entre Disney y ABC, que querían una mayor parte de la gran torta de ganancias que significaba dicha serie. Debido a esas fricciones no se produjeron nuevos episodios durante dos años, en los que Williams sin embargo continuó cobrando su salario. Finalmente hubo un acuerdo y se estrenaron cuatro especiales de larga duración, que no tuvieron demasiado reconocimiento. De esa manera, El Zorro llegó su conclusión y Guy Williams se encontró frente al desafío de escapar de la sombra de un personaje que llegó a dominar el mundo.
Aventuras espaciales
Casado con Janice Cooper y padre de Guy Steven Catalano y Antoinette Catalano, Guy disfrutaba de pasar tiempo con su familia y siempre que podía mantenía un perfil bajo e intentaba estar junto a ellos. Los años luego de El Zorro le permitieron disfrutar de unas extensas vacaciones en Europa junto a su esposa e hijos, pero eso no le impidió evaluar cuál debía ser su siguiente paso. Durante su estadía en el Viejo Continente, Williams protagonizó dos largometrajes, Damond and Pythias y Captain Sinbad, antes de regresar a Estados Unidos y trabajar durante 1964 en un puñado de episodios de Bonanza (una participación que debía ser mayor, pero que por celos profesionales de Michael Landon terminó siendo efímera). En 1965, Williams encontró su segundo gran rol televisivo, al frente de Perdidos en el espacio. Esa serie de ciencia ficción significó un tirar y dar de nuevo para el actor, ya que la temática de naves espaciales y robots se alejaba drásticamente de las aventuras a caballo de El Zorro. Lamentablemente, esa fue una experiencia muy agridulce para el intérprete.
El debut en 1965 de Perdidos en el espacio le permitió a Williams alejarse de la sombra de El Zorro para sumergirse en una épica de aventuras fantásticas. Pero Guy no se sentía tan cómodo en ese nuevo rol, los actores improvisaban más de la cuenta y el creciente tono humorístico de los capítulos lo disgustaba.
Aunque estaba en pantalla todas las semanas, la fama de Guy parecía empequeñecerse en medio de un ciclo de robots parlanchines y enredos familiares que bordeaban el absurdo. Su descontento era evidente y en medio de un rating que descendía de manera sostenida, en 1968 y luego de 84 episodios emitidos, Perdidos en el espacio se despidió de la pantalla. Williams sentía que la fama había durado poco. El Zorro aún era un fenómeno pero no había nuevos trabajos a la vista, y luego de unos años de incertidumbre profesional, él hizo las valijas y aceptó la invitación para una entrevista en un ciclo de variedades producido en un país que siempre le había interesado conocer: Argentina.
Una feliz época en la Argentina
Cuando pisó terreno argentino, en 1973, como invitado de Teleshow, Williams no salía de su asombro. El Zorro gozaba de un rating de cuarenta puntos en la televisión local y era uno de los ciclos favoritos de los argentinos. Por ese motivo, su aparición en ese y otros programas (como en Porcelandia, donde hizo una muestra de esgrima junto a Fernando Lúpiz) eran momentos televisivos muy seguidos por los espectadores. Esa primera visita fue el comienzo de un gran amor entre Argentina y Guy Williams, que haría otros viajes hasta finalmente instalarse en el país.
En Argentina, Williams era una verdadera celebridad. En televisión era la estrella más buscada y llegó a hacer muestras de esgrima con Lúpiz en un circo de Mar del Plata que llegó a convocar a 250.000 personas. Separado de su primera esposa, aquí también conoció a varios amores, entre los que se destacó su romance con la periodista Araceli Lisazo. Algunos esporádicos regresos a Los Ángeles para dar entrevistas junto a los elencos de El Zorro o Perdidos en el espacio, no le impedían volver a su vida en la Argentina, en donde había hecho grandes amigos.
Junto a Lúpiz, Williams llegó a idear un proyecto llamado El hijo del Zorro, que Palito Ortega estuvo muy cerca de producir. Según reveló Lúpiz en una entrevista emitida en el canal de YouTube Ayer Nomás, el proyecto era de lo más interesante: “La trama era el hostigamiento de los militares españoles en ese momento en Estados Unidos y la aparición de un hijo llamado Fernando de la Vega, que venía de España. Yo hacía ese personaje”. Lamentablemente, el film nunca llegó a concretarse.
El amor de Guy por Argentina era muy grande, al punto que cuando estalló la guerra de Malvinas, incluso pensó de qué forma podía colaborar. “Él se postuló para manejar una ambulancia porque no tenía edad para pelear”, explicó Araceli Lisazo, en una entrevista con LA NACIÓN.
Poco a poco, Williams se convirtió en un vecino más de Recoleta, el barrio que eligió para pasar, sin saberlo, sus últimos años. El 30 de abril (o el 1 de mayo, según reveló la mencionada Araceli) de 1989, Williams murió en su departamento. Desde hacía varios días no se sabía nada de él y un olor extraño en el pasillo del edificio encendió las alarmas. El intérprete había sufrido un aneurisma cerebral que le había puesto fin a su vida. Sus restos fueron velados en la Asociación Argentina de Actores y luego sus cenizas fueron esparcidas en la costa de Malibú, California, según sus propios deseos. A sus 65 años se despedía una estrella entrañable, un intérprete que traspasó la pantalla, tuvo fama mundial y se convirtió inesperadamente en un porteño más. Y a un siglo de su nacimiento, su popularidad sigue intocable, como el personaje que interpretó con maestría.