Los científicos pioneros en el estudio bacteriano en humanos, Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2023
Los científicos Jeffrey Gordon, E. Peter Greenberg y Bonnie L. Basser recogerán la estatuilla de Miró en Oviedo con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2023. El Jurado de los Premios Princesa ha querido valorar "el reconocimiento que hacen de las comunidades de microorganismos en la vida sobre la Tierra, incluyendo la de los seres humanos".
Jeff Gordon y Peter Greenberg son biólogos, pero no han coincidido en las mismas investigaciones, y Bonnie Baser es bioquímica. Gordon se graduó en Biología en 1969 en la Universidad Oberlin, Ohio, y posteriormente en Medicina por la Universidad de Chicago. Greenberg, por su parte, también es graduado en Biología, pero por la Western Washington University en 1970, hizo un máster en Microbiología en la Universidad de Iowa. Por último, Bonnie se licenció en Bioquímica en la Universidad de California en Davis y se doctoró en Bioquímica en la Johns Hopkins en 1990.
La importante tarea de Jeff
El primero de ellos, Jeffrey Gordon, ha desempeñado un papel fundamental como pionero en la investigación del microbioma humano, el complejo conjunto de microorganismos que reside en nuestro intestino, alcanzando cifras que superan por varias veces el total de nuestras células. Su trabajo ha arrojado luz sobre la significativa influencia de este microbioma en la salud humana, abarcando aspectos más allá de la nutrición, la digestión y el metabolismo, para extenderse al desarrollo neurológico e inmunitario de niños y jóvenes.
Gordon empleó ratones transgénicos en sus estudios para evidenciar que las señales ambientales condicionan la diferenciación de las células epiteliales intestinales y identificó a Bacteroides thetaiotaomicron como responsable de la producción de polisacáridos en el intestino. Este hallazgo resaltó la importancia de las interacciones de intercambio de nutrientes entre la microbiota y el huésped. Además, lideró el Proyecto Microbioma Humano, que ha permitido catalogar alrededor de 10.000 especies que conforman la microbiota y secuenciar el genoma de más de un centenar de ellas hasta la fecha.
Posteriormente, dirigió su atención al papel crucial del microbioma en el desarrollo de enfermedades como la obesidad y la diabetes, proponiendo un novedoso enfoque para abordar la malnutrición en niños y sus implicaciones en el desarrollo. Este enfoque reconoce que el desarrollo no solo depende de la dieta, sino también de la adquisición de un microbioma saludable. Por tanto, el trabajo del científico se reduce al uso de los trasplantes de microbiota como una terapia vanguardista para mejorar nuestro estado nutricional.
Por su parte, Peter Greenberg, no ha trabajado solo. Ha estado mano a mano con su amiga, y bioquímica, Bonnie, elaborando el estudio de la comunicación entre bacterias mediante la emisión de ciertas sustancias, donde son pioneros también. A este fenómeno Greenberg lo apadrinó como quorum sensing, y, por separado, demostraron cómo se podía entender y ver su funcionamiento. Cada especie bacteriana tiene su propia molécula distintiva, que emana y es exclusivamente reconocida por individuos de su misma especie. Este mecanismo les proporciona la habilidad de percibir la presencia de otras bacterias en su entorno.
En la década de los ochenta, revelaron que la bacteria bioluminiscente Vibrio fischeri solo desplegaba su capacidad lumínica cuando se agrupaba en grandes cantidades, coordinando esta acción a través de señales químicas. A partir de 1990, Bassler profundizó en el quorum sensing, centrando sus investigaciones en la bacteria Vibrio harveyi y descifrando los intrincados mecanismos moleculares involucrados. Asimismo, descubrió que las bacterias pueden emitir y recibir sustancias para comunicarse entre distintas especies, destacando la existencia de un lenguaje bacteriano universal, como ella misma lo describió.
La relevancia de la comunicación bacteriana se manifiesta tanto en la microbiota del organismo como en su participación en procesos infecciosos, donde las bacterias muestran una fase de baja actividad. A raíz de este fenómeno, se están desarrollando moléculas antagonistas para interferir en esta comunicación, presentando una posible vía antimicrobiana frente a bacterias resistentes a los antibióticos. La eficacia de estas moléculas ya ha sido demostrada en laboratorio, especialmente en ensayos con ratones, algo propio del biólogo Gordon.