El club de teatro que nació en la pandemia, quiere cautivar al público joven y propone precios amigables

La foto de los fundadores de Club Paraíso, o algo así como la comisión directiva de esta agrupación teatral que ya cuenta con más de 700 socios
La foto de los fundadores de Club Paraíso, o algo así como la comisión directiva de esta agrupación teatral que ya cuenta con más de 700 socios - Créditos: @Paraíso Club

Hace tres años, un grupo de creadoras y creadores claves de la escena indie local ideó y puso en marcha Paraíso Club, una iniciativa autogestiva, nómade, contracultural y asociativa, que articula una cuidada forma de producir, financiar y exhibir obras de teatro, de danza contemporánea y performances apostando a la fidelización del espectador. Por eso lo de “club”. Como si fuera un club barrial, aunque en este caso el vecindario es lo teatral. En estas dos últimas temporadas pasaron por esta plataforma espectáculos como Imprenteros, de los hermanos Vega; Sombras, por supuesto, con Pilar Gamboa, Susana Pampín, Estaban Lamothe y Esteban Bigliardi; Testosterona, con Cristian Alarcón; o Ha muerto un puto, de Gustavo Tarrío, que todavía está en cartel. Todos montajes de largo aliento que han circulado por festivales internacionales.

Cristian Alarcón una escena de Testosterona, una de las obras que formó parte de Paraíso Club
Cristian Alarcón una escena de Testosterona, una de las obras que formó parte de Paraíso Club - Créditos: @María Arnoletto

Entre los socios fundadores figuran artistas de la talla de Agustina Muñoz, Romina Paula, Pilar Gamboa, Lorena Vega, Ariel Farace, Cynthia Edul, Bárbara Hang o Ignacio Sánchez Mestre, entre otros reconocidísimos creadores que tendieron vínculo con gestores de la escena indie para armar todo esto. Ellos, ellas y otros tantos son los que diseñaron este menú teatral que, para 2025 y luego de mucho debate, propone 12 espectáculos anuales. Ordenando la cocina de este gran laboratorio está Cynthia Edul, la curadora, cantante, gestora, compositora, intérprete y directora que, hasta el año pasado, estuvo bordando su propia historia en una conferencia performático que llamó El punto de costura. En esa propuesta, el trabajo sonoro estuvo a cargo de Guillerma Itkin. Una trabajo suyo, Vox humana, justamente abrirá el miércoles y jueves, en el Galpón FACE, la tercera temporada de esta vital y expansiva propuesta que apuesta por otro modelo de gestión en el mapa de la escena independiente.

En estos dos años, bajo esta usina creativa y de exhibición ya se estrenaron 24 montajes. Para la actual temporada, está previsto el estreno de creadores como Jorge Thefs, Laura Kalauz, Federico León, Diana Szeinblum y Silvio Lang, entre otros tantos creadores de la escena. Desde el otro lado del mostrador de este mismo banquete, si en el kilómetro 0 de todo esto hubo 100 socios, en la actualidad esta cifra trepó a más de 700.

Para ser parte de este menú anual, el interesado puede inscribirse a los distintos tipos de membresía que aparecen detalladas en la prolija página del Paraíso Club . Hay combos a 180.000 pesos anuales o, para los sub-25, que actualmente representa un 10 por ciento de sus socios, a 153.000 por las 12 obras. Haciendo una cuenta fácil, esto implica que el precio para ver una espectáculo va de los 12.750 a los 15.000 pesos (el precio promedio del circuito de la Avenida Corrientes ronda los 30.000). En el universo de los ofertones, hay mucha variedad de membresías, aptas para todos los bolsillos o carteras de damas y caballeros. De hecho, se puede optar por propuestas puntuales. La apuesta por aumentar la franja de los espectadores menores de 25 es uno de los ejes de la plataforma. “Nos interesa especialmente ese público y, además, trabajamos con jóvenes del Polo Educativo Mugica y del Bachillerato Popular Raymundo Gleyzer en un programa de formación”, comenta Giuliana Migale Rocco, la directora de planificación estratégica de club y una de las fundadoras de toda esta movida en movimiento permanente.

Un paraíso imaginado en tiempos de nubarrones

Este paraíso nació en momentos de oscuridad, de encierro, de pandemia. Durante un año y medio, todos los martes, tuvieron largas reuniones por Zoom tratando de pensar la actividad escénica a largo plazo. “Éramos conscientes que los modos de producción estaban siendo cada vez más escuetos, difíciles y que había que replantear un poco cómo seguir con nuestro trabajo. Con el paso del tiempo, luego de tantas vueltas y extensas reflexiones, apareció la idea de un club. Nos quedaba en claro que lo lindo de nuestra actividad es hacer comunidad. Así fue tomando forma de club, que son esos lugares en los que se genera identidad, adhesión, encuentro, pertenencia”, apunta a LA NACION la actriz, directora y dramaturga Lorena Vega.

La gran Lorena Vega en una de las fiestas -todo paraíso las necesita- que tienen lugar en la sala Planta Inclán
La gran Lorena Vega en una de las fiestas -todo paraíso las necesita- que tienen lugar en la sala Planta Inclán - Créditos: @Paraíso Club

A la creadora de Imprenteros le gusta que el club del fue forma parte desde sus inicios haga hincapié en los distintos modo de creación, en la singularidad de cada el artista, en el respeto a las lógicas creativas de los grupos que se fueron sumando a la programación como un modo de abrir nuevos horizontes desde la perspectiva de la producción y creación escénica. “Por otra parte, me sigue sorprendiendo el apoyo de los socios, el agradecimiento que tienen. Para afianzar ese vínculo es que fuimos creando otras actividades bien de los clubes barriales, como hacer un bingo o un karaoke, siempre desde una mirada de lo artístico ”, agrega la actriz de Las cautivas y La vida extraordinaria.

En lo que se refiere a las picadas, yapas o aperitivos de Paraíso Club, el menú es amplio y variado. El socio puede ser parte de desmontajes, recibir el boletín mensual, tener descuentos en cursos y talleres u otros “manjares” elaborados por creadores con varias estrellas ganadas. O puede suceder que, a la salida de ver una obra, el mismo equipo creativo que se encargó de la obra en cuestión le entregue a cada espectador un objeto único elaborado por ellos.

Tienen otro rito: el año se cierra con una asamblea. La última tuvo lugar en la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces, en donde sesionó la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires en el lejano 1822. Claro que bajo la mirada de estas gentes la misma asamblea adquirió un tono performático. De hecho, la condujo Pilar Gamboa. Y al karaoke que hicieron en Timbre 4 tomaron el micrófono Los Sutottos, Mike Amigorena, Manuel Attwell y Maruja Bustamante.

Pilar Gamboa presidió la última asamblea performática de Paraíso Club, que tuvo lugar en la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces
Pilar Gamboa presidió la última asamblea performática de Paraíso Club, que tuvo lugar en la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces - Créditos: @Paraíso Club

Un barrio que atraviesa varias comunas

En lo que hace a lo territorial, el barrio de este club no repara en los límites estrictos de las comunas porteñas. De hecho, los 24 espectáculos que se presentaron hasta el momento han circulado por 40 salas o espacios diversos de Buenos Aires tanto en lo que se refiere a su ubicación como a las características de esos lugares. En la hoja de ruta de este plan táctico y estratégico aparecen los teatros El Picadero y Astros, del eje de la Avenida Corrientes, junto con ArtHaus, Timbre 4, El Portón de Sánchez, Planta Inclán, Dumont 4040 y Fundación Cazadores, entre otros. O el Parque de la Memoria, así como las librerías Eterna Cadencia y Naesqui.

En nombre de todo ese movimiento expansivo, quien toma ahora la palabra es Cynthia Edul. “Paraíso es un proyecto colectivo y eso es un desafío en tiempos de individualismo extremo. En ese sentido, es contracultural. Si la época dicta que lo que rige es el individuo, Paraíso pone en el corazón del proyecto a la comunidad. Eso implica construir otros procesos de trabajo, darle valor a lo horizontal, saber escuchar, poner temas a discutir. Por momentos se hace más lento, pero realmente hacemos lo que decimos que somos. Votamos en asamblea, tenemos reuniones grupales periódicas, damos voz a todas y todos. Lo mismo sucede con la curaduría. Tenemos una línea estratégica que tiene que ver con darle espacio a los trabajos que se pregunten por el lenguaje, que provengan de procesos de investigación, que respondan a las preguntas del presente, en términos de democracia, género, raza, calentamiento global. Temas que nos queman en las manos. Todos miramos y discutimos hasta que le damos forma a la programación”, apunta la gestora y creadora.

Cynthia Edul, a la derecha de la foto grupal, junto a los directores y coreógrafos que forman parte de la programación de este año
Cynthia Edul, a la derecha de la foto grupal, junto a los directores y coreógrafos que forman parte de la programación de este año - Créditos: @Paraíso Club

Como deriva de este proceso, desde la óptica de gestión cultural la iniciativa les permite abordar temas clave ligados a la financiación de la escena independiente, cuestiones vinculadas con el lenguaje y la permanente búsqueda de crear puentes con la audiencia. “Todo eso desde un proyecto colectivo, autogestionado, impulsado y bancado por artistas que trabajan para financiar, exhibir y pensar el trabajo de otros artista”, señala al mismo tiempo que el germen de este tipo de iniciativa remite a un club que fundaron los socialistas alemanes, en 1850, para darle espacio espacio a la nueva estética que no tenía lugar en los establecidos de Berlín.

Desde el miércoles 29 de enero, la versión porteña de este club inicia su tercera etapa, con otros muchos espectáculos a lo largo del año y nueva versiones de kermeses, conversatorios y algún karaoke. En definitiva, el ADN de Paraíso Club, una apuesta contracultural pensada, gestionada, organizada y cocinada por exquisitos creadores de la escena independiente.

Para agendar

Vox humana. Función: miércoles 29 de enero. Sala: cheLA (Iguazú 451, Buenos Aires). www.paraisoclub.squarespace.com