¿Por qué Coldplay? 10 claves para entender las razones de un fenómeno que no se veía venir
Chris Martin es la voz cantante y la voz parlante de Coldplay, por eso en su voz viaja el mensaje, mientras sus socios en la banda permanecen callados. Apenas parpadean. En el video, muy informal, tomado desde un celular, el frontman de 45 años con aspecto de muchachito habla en inglés y luego en castellano, cuando llega el momento de decir todo lo felices que están porque harán diez conciertos en River. Felices y agradecidos. Diez, nada menos. Por eso, la primera pregunta de muchas podría ser ¿Por qué Coldplay y no otro grupo o solista? ¿Acaso estaba en el radar de los especialistas semejante fenómeno?
Nadie tiene la bola de cristal ni puede predecir el éxito, sobre todo cuando es desmesurado; cuando escala fuera de toda proyección. ¿Estamos frente a una startup unicornio del mercado de la música? ¿Si los integrantes de esta banda cotizaran en Wall Street, algún gurú de las finanzas habría podido pronosticar este fenómeno? Dejemos la psicología financiera fuera de estas líneas porque pueden tener un correlato con esta historia, pero no marcarán una tendencia definitiva puesto que la demanda unas 600.000 entradas (fueron algo más de 61.000 tickets puestos a la venta por función) seguramente responde a múltiples factores que van desde un público fanático y fiel a reacciones pospandémicas dignas de analizar.
1- ¿Es un fenómeno aislado el de Coldplay? No lo es ya que durante las últimas semanas sorprendió el hecho de que otros artistas batieran sus propios récords y que la demanda de entradas se muestre (en distintas escalas) tanto para los shows masivos como para aquellos menos convocantes. En todo caso (y esto sí es para valorar, analizar y dimensionar), el lugar que toma Coldplay dentro de este contexto es que se ha transformado en la nave insignia de todo el fenómeno.
2- ¿Tiene el mismo efecto en otros países? No con esa cantidad de funciones, pero, sin duda, hubo un incremento en otras ciudades de la demanda de tickets para ver su show. También es un hito que una banda internacional programe cuatro conciertos de una misma gira en el Estadio Nacional de Chile . Y no hay que olvidar que agendó para agosto próximo tres shows en el Wembley Stadium, en Londres, y luego debió agregar otras tres funciones. En noches de recitales, el estadio inglés puede albergar 90.000 personas (el récord lo tiene Adele, con su concierto de 2017, que reunió a 98.000 fieles). Una cuenta rápida nos da que, durante esos seis conciertos, verán a la banda unos 540.000 fans.
3- ¿Las canciones tendrán que ver? Lo primero que hay que señalar es que Coldplay tiene una identidad propia. No solo por el color vocal de su cantante. También importa aquí el sonido de la banda y la forma de componer las canciones. Es una banda de rock que hace canciones pop. Y que ha logrado establecer estándares para que los temas que estrena abarquen un abanico muy amplio de público. Los riff machacosos y las melodías que apuntan al buen ánimo tienen protagonismo en su repertorio. Coldplay se ha destacado tanto con temas de pulso enérgico como con las baladas. Basta mencionar algunos títulos y buscar en la memoria sus melodías. Coldplay tiene un repertorio “recitalero”, tanto en esas canciones que forman parte de sus éxitos para incluir en grandes tours, como otras que podrían pasar inadvertidas.
“Paradise” (tiene coros aptos para cancha), “Fix You” (para levantar el celular encendido y agitarlo con el brazo), “Clocks” (la del repetitivo arpegio -ostinato- de piano), “Sparks” (todo un set acústico en si mismo”), “Let Somebody Go” (marketing colaborativo 1: con Selena), “My Universe” (marketing colaborativo 2: con BTS), “Every Teardrop is a Waterfall” (canon compositivo de la banda por el rasguido de la guitarra acústica y el golpe del bombo de la batería, en los cuatro tiempos del compás), “Something Just Like This” (un gran acierto de producción con feat. de Chainsmokers), “Trouble” (una súper balada), “Viva la vida” (tiene todos los ingredientes: el bombo de discoteca, el riff pegadizo, la acentuación que se resumen en el rasguido de una guitarra de fogón y el estribillo de cancha). Por último, el más reciente: “Higher Power”. Es el jingle publicitario perfecto para empresa de comunicaciones (con toda la “potencia” que eso puede traer consigo), pero pensado como una canción que no está concebida para publicidad.
4- ¿El volumen de compra de entradas tuvo alguna injerencia? Como en muchos otros recitales, las entradas se pueden adquirir de manera individual o por volúmenes importantes. Los precios marcaron un abanico que iba desde los 8000 pesos de una popular alta, hasta los 19.500 del campo VIP. Sin embargo, horas después de que se agotara los tickets para la última función de la banda, un conocido sitio de reventa contaba con 55 entradas cuyo precio oscilaba entre los 20.700 y los 40.500 pesos. Un día después, la entrada más económica escalaba a 23.000. Esto no es algo específico de este recital. Generalmente pasa con todos los grandes eventos en los que algunas firmas pueden adquirir un buen volumen de tickets para distintos fines. De todos modos, la demanda tan masiva seguramente responda a otros factores.
5- ¿Cómo no vas a ver a Coldplay? El efecto dominó tal vez haya tenido algo que ver en ese furor. No solo pasa con los productos de consumo infantil (un niño tiene un juguete que todos sus amigos vieron en televisión y también quieren). Vivir para contar después un recital es parte de una dinámica a la que muchos quieren acceder, más allá del interés que haya en determinado artistas o espectáculo.
6- ¿Influyeron sus visitas anteriores al momento de comprar entradas? Los más fanáticos seguramente habrán comprado las entradas más allá de cualquier factor que esté involucrado. En cuanto a los menos apasionados, es posible que algunos de los que vieron a la banda en anteriores visitas quieran repetir la experiencia. Pero también se podrán contar casos de aquellos que porque ya la vieron una vez, desistan de volver a verla en vivo. Esta pregunta requiere una respuesta de orden estadístico. Se podría hacer una encuesta entre conocidos que ya la vieron y los que la verán, para tratar de establecer alguna tendencia. Otra manera de buscar respuesta es analizar sus visitas. Las primera fue en 2007, con tres funciones en el Teatro Gran Rex. La siguiente, en 2010, a caballo de su disco Viva la vida (2008). Ese álbum, especialmente la canción que le dio título, le sirvieron para conquistar en Sudamérica terrenos más amplios. El show fue en River, el 26 de febrero de ese año. En 2016 el grupo comenzó una gira por este Sur con dos actuaciones en el Estadio Único de La Plata y, al año siguiente, cerró ese tour con otro multitudinario concierto, en el mismo venue. En poco más de cuatro meses volverán a River, para los shows que tiene agendados 25, 26, 28 y 29 de octubre, 1, 2, 4, 5, 7 y 8 de noviembre.
7- ¿Es una banda transgeneracional? Definitivamente. No es emergente de los últimos años ni específicamente de aquello que se cocina a partir de las redes sociales. Ninguno de los integrantes de Coldplay fue un youtuber famoso. De hecho, cuando el grupo nació, en 1996, no existía YouTube, Facebook, Twitter ni Instagram. Apenas se utilizaba la internet. Por otro lado, tgampoco es un grupo que de manera unívoca vaya a ser considerado por la industria discográfica como un “artista de catálogo”; al menos por ahora, sigue aportando hits al mercado de la novedad. Sin embargo, sus tres primeros álbumes también se encuentran entre los 60 más vendidos de todos los tiempos en el Reino Unido. Esto significa que la producción de Coldplay compite en más de un andarivel y es por esto que se puede suponer que llega a más de una generación.
8- ¿La difusión en plataformas digitales es clave? Un vistazo rápido por su desempeño en el top ten de reproducciones de su obra en Spotify nos da una clara muestra de que tiene incidencia en el mundo digital (más que otros grupos de su generación) pero no en la misma medida que los artistas más populares, que en pocos días logran millones de reproducciones. El trabajo de Coldplay muestras que tanto los estrenos como las canciones que más pegaron a lo largo de toda su historia tienen buen desempeño en plataformas. Las diez canciones más escuchadas suman entre 600 millones y 1800 millones de reproducciones. Cifras para nada despreciables, por supuesto. Pero el detalle está en los nombres que figuran ese top ten. Desde el primer hit de la banda (”Yellow”, que hoy no es de los más pegadizos de su catálogo) a los súper éxitos “Viva la vida” y “Something Just Like This” (en colaboración con The Chainsmokers) y el más reciente, “My Universe” (un feat. estratégico con la banda K-Pop más famosa del mundo, BTS).
9- ¿Su acceso es realmente ATP? Sí, no podría ser de otro modo una banda que canta temas llamados “Viva la vida”, “Un cielo lleno de estrellas” o “Higher Power” (solo por mencionar tres que son absolutamente accesibles por sus letras y lo pegadizo de sus estribillos). Aunque la sociología haría su trabajo para responder esta pregunta y de allí podríamos deducir que una oferta como la de Coldplay puede estar acotada a un grupo socioeconómico más o menos definido. Si bien la posibilidad de pagar con tarjeta y en cuotas permite que no sea un consumo cultural de nicho, el poder adquisitivo suele restringir el acceso al consumo de productos de entretenimiento. Y hoy las entradas para un show internacional de estadios (entre 5.000 y 20.000 pesos por ticket) acota el universo. Según el especialista en consumo y columnista de LA NACION Guillermo Oliveto, apenas un treinta por ciento de la población tiene acceso a este tipo de espectáculos.
10- ¿La pospandemia es un actor decisivo en este fenómeno? Eso también lo explicó recientemente Oliveto en un informe publicado por esta sección. En mayo de 2020 escribió sobre lo que hoy comprueba: “Siempre supusimos que luego de la cuarentena llegaría esta revancha de la vida. Que la gente iba a querer volver a todo o casi todo lo anterior”. Habla en plural porque se refiere a las conclusiones a las que arriba junto a Sil Almada, de Almatrends Lab. “Algunos decían que las cosas iban a cambiar. De hecho, algunas sí lo hicieron, como la aceleración de lo digital o el modelo híbrido de trabajo en oficinas y remoto. Pero la hipótesis de fondo era la vuelta al modelo de vida que había logrado el ser humano, basado en la libertad, con un rol relevante del ocio”. Oliveto describe el comienzo de la pandemia como un punto de viralidad, no de nueva normalidad. Sobre eso construyeron una hipótesis: “El ser humano desea lo que escasea. Aparecen tres deseos básicos: bienestar, individualidad y lo gregario. Nos importa tener una identidad propia y pasarla bien. Nos volvíamos otra especie o recuperábamos esto. Y creo que en lo estructural está sucediendo eso. Luego aparece lo particular de la coyuntura económica. La pandemia fue algo humano, trasversal, global y sincrónico. La salida es similar en todos lados. Porque trasciende culturas e idiomas. Ahora, a lo que ves lo llamaría pulsión de vida, así como José Eduardo Abadi llamó al encierro pulsión de muerte. Lo que se ve en los recitales es pulsión de vida. Reconectar con lo que nos hacía sentir bien”. En el caso particular de la Argentina, asegura que hay otros factores que intervienen. “La gente se quiere ir de lo que llamaríamos, entre comillas, un entorno opresivo. Se quiere ir tres días de vacaciones o tres horas a un recital”. Otro de los factores que analiza en el contexto es que los pesos queman y el bienestar no tiene precios. “La demanda es tan fuerte que se trata de llegar como se pueda. No es lógico desde el punto de vista racional pagar doce cuotas por un recital de tres horas, pero eso, en el hábitat emocional es entendible, si durante dos años pensábamos que nos podíamos morir”.