¿Comes por hambre física o emocional?

Después de tener a mi hijo, se me hizo muy difícil adelgazar; de hecho, durante casi dos años no lograba controlar mi hambre y no podía recuperar mi peso anterior.

Y es que, aunque hay muchas diferencias entre el hambre física y el hambre emocional, algunos de nosotros tenemos problemas para distinguirlas cuando estamos estresados, deprimidos, aburridos o ansiosos. Especialmente después de tener un hijo, cuando todos estos factores se unen.

El hambre física ocurre de manera gradual y por lo general alrededor del tiempo que normalmente debes comer. Este tipo de hambre está abierta a muchas opciones de comida y se detiene cuando te sientes lleno.

El hambre emocional ocurre de repente y se siente una necesidad imperiosa de satisfacerla. Además se antojan alimentos específicos que por lo general, contienen azúcar y sonpoco saludables.

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Identificar los factores desencadenantes es fundamental. Hacer una lista de las situaciones que contribuyen al hambre emocional es de gran ayuda, pues nos ayudan a detectar y enfrentar lo que nos produce ansiedad e intranquilidad.

Aparte de la comprensión de los factores desencadenantes, la búsqueda de alternativas a la comida es el camino más efectivo para solucionar dicho problema. Por ejemplo, si estás deprimido, llamar a un amigo o familiar que pueda darte el apoyo y el afecto que estás buscando en la comida.

Si estás ansioso, haz a ejercicio. Gasta tu energía en actividades físicas como salir a caminar.

Si estás muy cansado, darte un buen baño puede ser más reparador que comerte una torta de chocolate o un trozo de pizza. Rodeate de cosas que te ayuden a distraerte tu atención por comer.

El hacer ejercicio, tomar agua, darse cinco minutos al día para relajarse y aprender a conocer nuestros sentimientos puede enseñarnos cuál tipo de hambre estamos sintiendo y cómo atacarla; nuestra salud depende de ello.