¿Cómo las críticas constantes destrozan tu relación de pareja?

Las críticas constantes predicen la ruptura de una pareja. [Foto: Getty]
Las críticas constantes predicen la ruptura de una pareja. [Foto: Getty]

Uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, así describió John Gottman a las críticas. Y no es para menos. Tras más de cuatro décadas estudiando cómo se relacionan las parejas, este psicólogo descubrió que las críticas constantes son uno de los principales signos que vaticinan una ruptura.

Cuando las críticas se convierten en pan cotidiano pueden minar las bases de la relación, dinamitarla desde dentro y dañar a sus miembros dejando a su paso un rastro de hostilidad, inseguridad e insatisfacción. Eso no significa que debamos soportar estoicamente todos los comportamientos de nuestra pareja, significa que debemos prestar más atención a las palabras para que no generen un ambiente tóxico.

¿Cómo diferenciar una demanda legítima de una crítica destructiva?

Las críticas pueden ser un ataque o una forma de autoprotección. [Foto: Getty]
Las críticas pueden ser un ataque o una forma de autoprotección. [Foto: Getty]

En una relación de pareja suelen surgir conflictos y desacuerdos. Es normal. Lo que no es normal es que se instaure un ambiente tóxico emocionalmente marcado por las críticas en el que uno de sus miembros se sienta constantemente juzgado y desvalorado. Por eso es importante diferenciar entre las demandas legítimas, aquellas que expresan un deseo o una necesidad, y las críticas destructivas.

Las críticas destructivas suelen acompañarse de un lenguaje corporal intimidatorio y prepotente. No dejan espacio para el diálogo. De hecho, normalmente incluyen declaraciones generalizadoras ya que son más acusaciones que intentos de resolver el problema. Por eso suelen comenzar con frases como “tú nunca” o “tú siempre”. Las críticas destructivas atacan a la persona, no al problema. Por tanto, asumen la forma de acusaciones que ponen en tela de juicio la valía de la persona.

Una demanda legítima sería: “He visto que no has limpiado. Hoy estoy muy cansado/a. ¿Puedes limpiar?”. Una crítica destructiva expresa esa misma decepción, pero atacando a la persona: “Nunca limpias. ¡Eres un desconsiderado/a!”. Mientras que una demanda expresa nuestro estado emocional y brinda una posible solución al problema en el respeto al otro; la crítica es un ataque abierto, más centrado en expresar nuestra frustración y dañar al otro que en buscar una solución.

En realidad, es mucho más fácil criticar y culpar al otro reconocer parte de nuestra responsabilidad y pedir su colaboración para resolver el problema. De hecho, a menudo las críticas son una estrategia de autoprotección porque nos sentimos más vulnerables reconociendo que necesitamos la ayuda de nuestra pareja que criticándole. En esos casos, las críticas pueden ser una petición de ayuda encubierta que esconde una autoestima frágil.

La dinámica malsana que se instaura con las críticas

Las críticas pueden ser una estrategia de autoprotección. [Foto: Getty]
Las críticas pueden ser una estrategia de autoprotección. [Foto: Getty]

Las críticas destructivas son ataques verbales innecesarios que generan una dinámica malsana en la relación de pareja ya que restan valor al mensaje que queremos transmitir pues cuando una persona se siente atacada, tendrá la tendencia a ponerse a la defensiva e ignorará el mensaje. Un estudio psicológico clásico comprobó que las discusiones grupales en las que nos llevan la contraria pueden hacer que desarrollemos creencias más extremas.

Este tipo de críticas no tienen el objetivo de construir o resolver problemas sino de dañar al otro o hacer que se sienta más pequeño. Cuando eso ocurre se abren dos escenarios. La persona criticada responde contratacando, de manera que se instaura una especie de batalla campal dentro de la pareja. O esa persona sufre pasivamente las críticas, viendo cómo su autoestima se va haciendo añicos.

Ambos escenarios tienen un punto en común: existe una profunda insatisfacción porque las necesidades de validación y afecto de uno de sus miembros no son satisfechas. De hecho, no debemos olvidar que cuando la crítica es constante y ácida, puede convertirse en una forma de abuso emocional a la que se recurre para controlar al otro, aplastando por completo su autoestima.

Las críticas, repetidas una y otra vez, pueden hacer que hasta la persona más segura de sí misma comience a dudar, sobre todo si provienen de alguien cercano y significativo. En ese caso, pueden sacudir la confianza y minar la seguridad personal, haciendo que la persona llegue a cuestionarse su valía.

Las críticas constantes también representan un serio peligro para la relación ya que erosionan la confianza y la intimidad. Incluso pueden percibirse como una traición puesto que violan la promesa implícita del apoyo mutuo. Con el tiempo, las críticas crean una brecha en la relación, sembrando resentimiento y hostilidad, lo cual termina dando al traste con la intimidad.

El impacto de las críticas ni siquiera se limita al ámbito psicológico, sino que se extiende a nuestra salud. Investigadores de la Universidad del Sur de California comprobaron que inmediatamente tras las críticas, en ambos miembros de la pareja se producen alteraciones en los sistemas fisiológicos de respuesta al estrés y aumenta la producción de cortisol. Si ese estado se mantiene a lo largo del tiempo, es probable que termine desencadenando alguna enfermedad psicosomática.

Las 3 reglas de oro para gestionar las críticas en una relación de pareja

Una comunicación abierta, asertiva y respetuosa es clave para la supervivencia de la pareja. [Foto: Getty]
Una comunicación abierta, asertiva y respetuosa es clave para la supervivencia de la pareja. [Foto: Getty]

En ciertas ocasiones, todos podemos llegar a sentimos tan abrumados, frustrados o desilusionados que, sin ser plenamente conscientes, realizamos críticas destructivas. Parte del secreto para que una relación de pareja funcione consiste en ser tolerantes y aprender a restarle tensión emocional a las situaciones. Sin embargo, cuando las críticas se convierten en la norma, un problema que hay que solucionar.

Dado que la comunicación es esencial, ambos miembros de la pareja deben ser capaces de expresar sus sentimientos, necesidades y opiniones sin dañar al otro. Para lograrlo, basta seguir estas tres reglas:

  1. Centrarse en los sentimientos. Nuestra pareja se mostrará más abierta y dispuesta al diálogo si hablamos de nuestros sentimientos. Por eso, en vez de recurrir a acusaciones y reproches, es más conveniente hablar de cómo nos ha hecho sentir su comportamiento y de sus consecuencias. Podemos decir, por ejemplo: “Cuando no contribuyes en las tareas del hogar me siento abrumado/a ”.

  2. No generalizar. Especificar. En vez de recurrir a generalizaciones que suelen ser injustas, es mejor ser específicos. No es necesario atacar a la persona realizando juicios de valor, es más productivo centrarse en el comportamiento que nos ha molestado. En vez de decir: “Eres un cero a la izquierda”, podemos decir: “No me ha gustado cuando...”

  3. Centrarnos en lo que queremos, en vez de resaltar lo que no queremos. Es importante no caer en el error de pensar que nuestra pareja debe leernos el pensamiento y anticiparse a nuestras necesidades. A veces solo es necesario expresar de manera clara lo que queremos, con un enfoque más positivo y proactivo que realmente pueda solucionar el problema.

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