La táctica para lidiar con los “maestros del drama” sin perder la cordura

Las personas histriónicas monopolizan la conversación con su larga lista de problemas e historias imposibles más dignas de un drama de Shakespeare que de la vida real. [Foto: Getty Images]
Las personas histriónicas monopolizan la conversación con su larga lista de problemas e historias imposibles más dignas de un drama de Shakespeare que de la vida real. [Foto: Getty Images]

¿Tienes cerca a una persona que quiere ser el centro de atención en todo momento? Quizá se trata de alguien que convierte cada contratiempo en un drama. O que reacciona de forma tremendamente exagerada porque siempre tiene las emociones a flor de piel. O monopoliza la conversación con su larga lista de problemas e historias imposibles más dignas de un drama de Shakespeare que de la vida real.

En ese caso, podría tratarse de alguien con rasgos histriónicos. Estas personas suelen ser el alma de la fiesta. Pueden derrochar alegría y entusiasmo, pero no tardan en convertirse en maestros del drama, por lo que terminan siendo agotadoras, drenando la energía de quienes están a su alrededor con sus constantes demandas de atención.

Comprender qué ocurre entre bambalinas

Las personas histriónicas construyen ese personaje para ganarse la aprobación de los demás porque ellos mismos no se aprueban ni se valoran. [Foto: Getty Images]
Las personas histriónicas construyen ese personaje para ganarse la aprobación de los demás porque ellos mismos no se aprueban ni se valoran. [Foto: Getty Images]

Los antiguos romanos llamaban histriō a los actores de teatro, en especial a aquellos que representaban farsas burdas y exageraban los personajes. Al igual que aquellos histriōnēs, hay personas excesivamente “teatrales” que necesitan llamar la atención. Para lograrlo, no dudan en manipular, exagerar sus reacciones emocionales e inflar sus experiencias más allá de los límites razonables.

Las personas histriónicas son muy intensas emocionalmente. Sin embargo, sus sentimientos resultan superficiales y sus problemas fugaces. Pueden lamentarse de los síntomas más terribles para olvidarlos a la semana siguiente o sustituirlos por otros. Sus afectos son volátiles y cambiantes, a menudo acompañados de una mímica y gestualidad exageradas e inapropiadas.

Para llamar la atención pueden “montar un numerito” o manipular la verdad. No obstante, estas personas no suelen mentir con alevosía, en la mayoría de los casos simplemente no resisten el impulso de salpimentar una verdad demasiado “sosa” con aportes de su imaginación. Como resultado, se convierten en grandes héroes, ávidos exploradores o desdichados mártires.

Sin embargo, es probable que en un par de horas olviden esa “gran historia”, por lo que muchas veces se contradicen. Pero si le haces notar sus incongruencias, es probable que se enfaden, lo nieguen y te culpen.

De hecho, las personas histriónicas suelen escapar de sus responsabilidades atribuyéndolas a los demás. Son expertas en proyectar sus problemas, por lo que no sería extraño que te acusaran del comportamiento molesto que ellas mismas ponen en práctica. Pueden decirte que exageras las cosas, que eres muy emocional o que eres demasiado absorbente.

En realidad, las personas histriónicas construyen ese personaje para obtener la aprobación de los demás porque ellos mismos no se aprueban ni se valoran. Esa falta de amor propio suele ser una expresión de experiencias tempranas de vida en las que percibieron un profundo rechazo por parte de alguna de las figuras de apego. Por consiguiente, intentan llenar ese vacío interior impresionando a los demás, yendo a la caza de halagos y aceptación.

Esa profunda necesidad de conexión a menudo las lleva a confundir las señales en las relaciones, por lo que actúan como si tuvieran un vínculo muy estrecho con los demás. Eso las lleva a ser demasiado “intensas” o tomarse libertades que no les corresponden, por lo que su comportamiento termina siendo invasivo, fuera de lugar e incluso asfixiante.

Así caen en un bucle. Su búsqueda constante de atención, su necesidad de aprobación y sus intentos exagerados de destacar terminan agotando a quienes las rodean, generando la imagen de una persona “falsa” o demasiado “dramática”. Eso termina provocando sentimientos de rechazo en los demás, que alimentan a su vez el miedo a no ser aceptadas, lo cual lleva a las personas histriónicas a redoblar sus esfuerzos por llamar la atención, cerrando un círculo vicioso del que es muy difícil salir.

¿Cómo proteger tu espacio y salud mental de las personas histriónicas?

Aproximadamente el 2,1% de las personas padece un trastorno de la personalidad histriónica, un problema que demanda terapia. [Foto: Getty Images]
Aproximadamente el 2,1% de las personas padece un trastorno de la personalidad histriónica, un problema que demanda terapia. [Foto: Getty Images]

1. No pidas peras al olmo

Las personas histriónicas no son plenamente conscientes del impacto de su comportamiento en los demás, creen que es normal, por lo que hay que relacionarse con ellas desde la comprensión y la paciencia, aunque a veces resulte difícil. Una persona histriónica no se comporta así porque desea molestar a los demás, sino simplemente porque es la única manera que conoce de relacionarse.

De hecho, es conveniente que ajustes tus expectativas. Es probable que te hayas dado cuenta de que esa persona es muy tajante en sus opiniones, pero sus argumentos son vagos y no suele aportar detalles ni hechos. Se siente cómoda moviéndose en las capas más superficiales, por lo que es complicado mantener una conversación madura y disentir asertivamente.

Eso no significa que no puedan cambiar, pero si quieres proteger tu salud mental, será mejor que asumas que tu influjo es limitado. En vez de enfadarte o esforzarte por intentar cambiarla solo para terminar más frustrado, deberías tomar nota de que todos somos diferentes. Mantener esa equidistancia te permitirá blindarte de sus dramas. Recuerda que no podemos – ni debemos - cambiar a nadie, a menos que esa persona quiera cambiar.

2. Entrena al estoico que llevas dentro

Si tienes familiares, amigos o compañeros de trabajo con rasgos histriónicos, definitivamente tendrás una cuota de drama asegurada en tu vida. Por tanto, será mejor que entrenes el estoico que llevas dentro. Marco Aurelio recomendaba prepararse cada mañana para lo peor. El emperador romano no era pesimista, tan solo quería cerciorarse de que los problemas no lo tomaran por sorpresa.

Séneca, otro filósofo estoico, advertía que “el efecto de lo que no se busca es aplastante, pues al peso del desastre se suma lo inesperado. El hecho de que fuera imprevisto intensifica la reacción de una persona. Por eso debemos asegurarnos de que nada nos tome por sorpresa […] Si no queremos sentirnos abrumados y aturdidos, debemos fortalecer el espíritu para afrontar las cosas que puedan ocurrir […] Aquellos que no están preparados, reaccionarán mal ante los acontecimientos más insignificantes”.

La clave consiste en reconocer aquellos comportamientos o temas que te molestan particularmente de la persona histriónica para establecer un guion o plan de acción. Cuando sabes a que atenerte, las situaciones no te tomarán por sorpresa. Podrás actuar en vez de limitarte a reaccionar para poner coto a sus comportamientos antes de que degeneren y desencadenen emociones negativas.

3. No consientas a todo, establece límites sanos

Ser comprensivo y ajustar tus expectativas no implica consentir a todo. Puedes aceptar y respetar a la persona histriónica, pero también tienes derecho a ser respetado. La mejor estrategia es no entrar en la espiral de conflicto. Cuando algo te moleste, respira hondo y recurre al guion mental que tenías preparado. Puedes decir: “Cuando te calmes, podremos hablar” o “Te respeto/quiero, pero no permitiré que me manipules”.

También es conveniente ignorar sus intentos de llamar la atención porque así evitas reforzar su comportamiento. Si cada vez que esa persona actúa de forma exagerada, se queja o dramatiza le haces caso, es probable que vuelva a repetir esa conducta. Lo ideal es responder lacónicamente y con poco interés en su dramatismo. Puedes decir: “estás exagerando, podremos hablar cuando estés dispuesto a analizar las cosas de manera más objetiva”.

Es importante que no entres en su juego. Establece los límites que sean necesarios para proteger tu equilibrio emocional. Quizá tengas que limitar los encuentros o tal vez baste con determinar líneas rojas en la relación que no se deben traspasar.

4. Cambia el enfoque: céntrate en ti

Cuando la persona histriónica logra llamar la atención, todo comienza a girar a su alrededor. Puedes perder tu baricentro fácilmente y empezar a dar vueltas en su órbita. Eso te desequilibrará emocionalmente.

Si te implicas demasiado y te tomas las cosas de manera personal, es probable que caigas en la misma trampa de la persona histriónica y termines generando una tormenta en un vaso de agua. Comenzarás a dar vueltas a sus palabras, reproducirás mentalmente sus comportamientos y terminarás alimentando un drama que probablemente no tiene nada que ver contigo.

No dejes que esa relación absorba tu energía. Todos tenemos problemas. Y todos estamos dispuestos a ayudar a los demás. Pero todos también debemos asumir nuestras responsabilidades y no podemos pretender que los demás prioricen constantemente nuestras necesidades sobre las suyas. Por tanto, respira hondo y concéntrate en ti.

5. Anímale a pedir ayuda

Es importante tener en cuenta que en algunos casos la necesidad de ser el centro de atención puede ser un problema psicológico que demanda tratamiento. Se estima que aproximadamente el 2,1% de las personas padece un trastorno de la personalidad histriónica.

Muchas de esas personas no creen que necesiten tratamiento, pero los psicólogos pueden ayudarlas a aceptar el problema y desarrollar las competencias sociales que necesitan para ser más asertivas, lo cual no solo mejorará sus relaciones sino también su bienestar ya que, en el fondo, la inseguridad que padecen no es saludable.

Sin embargo, no intentes convencer a esa persona de que tiene un trastorno de personalidad. Ese diagnóstico corresponde a un profesional. Lo mejor es animarla a acudir a terapia para que mejore sus relaciones, aprenda a gestionar los conflictos y se sienta mejor consigo misma. Así no se sentirá atacada y es más probable que busque la ayuda que necesita.

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