La última conversación telefónica de Mayra Gómez Kemp con ¡HOLA! días antes de morir
Adiós a un mito de la televisión. Adiós a la mujer que marcó la infancia de millones de españoles durante la década de los ochenta. Hasta aquí pudo leer ella; Mayra Gómez Kemp quien, este domingo 13 de octubre, fallecía a los 76 años de edad. Sin duda, una triste e inesperada noticia, que ha sobrecogido a un país entero. La presentadora había tenido un accidente doméstico una semana antes, tal y como ella misma relató. Un percance que la llevó a estar más de 18 horas en el suelo, sola, inmovilizada y sin poder pedir ayuda…, pues la medalla de teleasistencia no la llevaba en ese momento.
"Estoy bien, pero muy cansada. Mi teléfono no ha parado de sonar, estoy un poco abrumada, porque lo único que necesito es dormir y descansar”, nos decía la presentadora
Y justo días antes de su fallecimiento, ¡HOLA! contactó con Mayra, en concreto el pasado miércoles 9 de octubre. Amable y cercana, nos atendió la llamada. “Estoy bien, pero muy cansada”, nos decía a través del móvil. Se notaba que estaba fatiga y agobiada, como consecuencia de la caída y las numerosas llamadas que había recibido en los últimos días y no había podido atender. Aunque sus ganas de escucharnos y hablar con nosotros fueron mayores y nos explicaba: “Mi teléfono no ha parado de sonar, estoy un poco abrumada, no te lo voy a negar. Lo único que necesito es dormir y descansar”, nos comentaba. Decidimos posponer la conversación y hablamos en volver a llamarnos a finales de semana… Una llamada que nunca llegó…
Al igual que muchos compañeros de profesión, queríamos conocer cómo se encontraba después de ser hospitalizada por el accidente que sufrió, conocíamos que vivía sola en un piso en el barrio de Argüelles, y no era muy partidaria de contratar ayuda externa, tal y como ella misma nos relató durante la que fue su última entrevista, el pasado mes de junio. “No necesito ayuda, yo me hago mis comidas y luego hago la compra. Así que tengo la cabeza ocupada”, nos decía. Y añadía: “Tengo vecinos que se preocupan por mí, incluso sigo recibiendo el cariño de la gente de la calle. Me paro con ellos a hablar, y se ofrecen a hacerme la compra”.
Su última entrevista
La mañana de la entrevista recogimos a Mayra en la puerta de su casa y un paseo cogidas del brazo, por el templo de Debod -su recorrido preferido para andar por las mañanas-, una sesión de fotos y una charla al medio día, nos sirvió para confirmar lo que ya sabíamos: que Mayra Gómez Kemp era una grande tanto dentro como fuera de la televisión. Ella nos contó que a partir de las seis de la tarde ya no salía de casa, porque “sin Alberto no me apetece hacer planes”.
Y es que la figura de su marido siempre ha estado presente en su vida, incluso después de morir. ¿Se llevó una parte de ti?, le preguntamos. No dudó, y la respuesta fue que sí… “No quiero que se malinterprete, pero no tuve hijos porque mi amor incondicional era solo para Alberto”. Solo hubo dos momentos en los que el tono cambió durante la charla, y la sonrisa que llevaba intacta se desdibujó poco a poco.
El primero, cuando revivió la muerte de su marido. “Murió en mis brazos, no pudo venir una ambulancia a por él porque estábamos en plena pandemia de Covid, y me dijeron que no había camas de hospital”. El segundo, cuando le preguntamos cómo le contó a Alberto que tenía cáncer. “Mi mayor preocupación era contarle que yo estaba enferma. Me preguntaba ‘¿cómo se lo cuento a este hombre?’, porque sabía que iba a entrar en una depresión…”. Y así fue.
Profesional, apasionada y pionera, pero sobre todo, cercana. Atrás quedaba la leyenda, porque Mayra era humilde, y pequeños detalles como esforzarse por vocalizar para que la entendiéramos o regalarnos la que fue su última entrevista, nos hacen entender por qué aquella mujer nacida en La Habana se alzó como la comunicadora más carismática del programa más recordado de la historia de la televisión española, el Un, Dos, Tres.
Por último, le preguntamos cómo quería que fuese recordada, y su respuesta fue clara y entre risas nos dijo: “guapa y con una sonrisa”. ¡Hasta siempre Mayra!