De la costa francesa hasta Manhattan: el Met expone las raíces del fovismo

Nueva York, 11 oct (EFE).- Los colores vibrantes, provocadores y desatados del fovismo son el objeto de la nueva exposición del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met), que pone el foco sobre la amistad entre sus dos principales exponentes, Henri Matisse y André Derain, y el verano que pasaron juntos en la localidad costera de Collioure, en 1905.

"Puede ser que el fovismo fuera un movimiento corto. Si os fijáis en la historia, duró poco más de tres años. Pero sus innovaciones, su impacto, lo que representaba y a lo que llevó resuenan durante los años y las décadas", dijo en una presentación el director del Met, Max Hollein.

La exposición, que podrá visitarse a partir de este viernes y hasta el 21 de enero de 2024 en el museo neoyorquino, es la primera en Estados Unidos que explora este movimiento artístico francés, que tuvo una gran influencia en el desarrollo del arte moderno y, en particular, el modernismo.

"Vertigo of Color" es el nombre que han elegido los responsables del museo para la muestra; y es que el color es el protagonista inapelable de las obras, desde los íntimos desnudos de la esposa de Matisse, Amélie, entre los bosques de Collioure hasta los brillantes veleros blancos que salpican la costa en los paisajes de Derain.

Son, en total, 65 obras, entre óleos, acuarelas y dibujos, que reflejan ese largo verano junto al Mediterráneo y la liberación formal de los artistas, cuya colaboración les impulsó hacia "un nuevo y esencial lenguaje del arte", según la curadora Dita Amory, responsable de la exposición.

La experta explicó que si bien ambos pintores aprovecharon esos meses juntos para abrir nuevos caminos en su obra, lo hicieron con un propósito distinto.

Mientras que Derain se centró en producir cuadros y cuadros para capturar esas impresiones brillantes de naturaleza y pesca, bañadas por el abrumador sol del sur de Francia, Matisse aprovechó para desarrollar obras más pequeñas, a veces en acuarela, que le permitieran después acometer proyectos más ambiciosos en su estudio de París.

Un buen ejemplo de esto se ve en la serie de estudios que el genial pintor francés realizó para su obra "Le bonheur de vivre" (La alegría de vivir), uno de sus cuadros más ambiciosos, y que comenzó a pintar poco después en su estudio parisino sobre la base de estos pequeños óleos y acuarelas de árboles, ondulantes y multicolor pero todavía arraigados en ese neoimpresionismo que Matisse acabaría superando.

Pero donde quizás alcanzan su mayor intensidad las innovaciones de los dos artistas es en los retratos que pintaron ambos durante aquel verano: de amigos comunes, de extraños, autorretratos, desnudos y, por supuesto, de Derain por Matisse y viceversa.

A veces no es fácil adivinar de quién es según qué obra. Por ejemplo, el cuadro "Madame Matisse au kimono", que ha sido cedido por un coleccionista privado para la muestra, fue pintado por Derain.

En el retrato, la esposa de Matisse posa con un vestido muy parecido a los kimonos con los que, unos pasos más allá, aparece en una serie de pequeños cuadros pintados por su esposo en diferentes parajes naturales del enclave costero.

Pero en el de Derain, con sus grandes dimensiones y sus gruesas pinceladas de color que contrastan con la delicadeza de los trazos de la cara, Amélie parece más una inspiración que una compañera.

La otra cara de la moneda son los desnudos que Matisse pintó de su esposa, y que debían realizarse a altas horas de la madrugada, en un bosque cercano, para evitar las miradas de los lugareños.

Entre estas obras, íntimas y familiares, destaca la "bañista acostada", una acuarela pequeña pero llena de movimiento, que fue adquirida por el fotógrafo Alfred Stieglitz, organizador de la primera exposición en Estados Unidos dedicada a Matisse, en Nueva York, a comienzos del siglo XX.

Jorge Dastis

(c) Agencia EFE