Crítica de Blue Beetle: desteñida y ruidosa presentación en sociedad del primer superhéroe latino

Xolo Maridueña se transforma en Blue Beetle, estreno del jueves 17
Xolo Maridueña se transforma en Blue Beetle, estreno del jueves 17

Blue Beetle (Estados Unidos/2023). Dirección: Angel Manuel Soto. Guión: Gareth Dunnet-Alcocer. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Música: The Haxan Cloax. Edición: Craig Alpert. Elenco: Xolo Maridueña, Bruna Marquezine, Susan Sarandon, George Lopez, Adriana Barraza, Elpidia Carrillo, Belissa Escobedo, Damián Alcázar. Distribuidora: Warner. Duración: 127 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.

Para no ser menos que Marvel, DC consiguió armar aquí su propia Quantumania. Esta novedad no es buena para nadie. Ni para los estudios, que no hacen más que profundizar el prolongado desgaste de sus fórmulas audiovisuales, ni para el público.

Puede que en un primer momento una película como Blue Beetle despierte alguna curiosidad por la llegada de una voz diferente, en este caso la comunidad hispanohablante de Estados Unidos, al cada vez más laberíntico universo de los superhéroes del cine. Pero ese interés se diluye, y eso ocurre bastante rápido, cuando todo resulta literalmente arrasado por un vendaval de ruido y parafernalia digital que reduce cualquier idea a una masa de chatarra pura.

Lo primero que desaparece en ese maremágnum digital hecho de imágenes y sonidos metálicos es el esbozo de lo que pudo haber sido un interesante acercamiento entre el mundo de los superhéroes y la lógica de la telenovela clásica. El comienzo de Blue Beetle sugería algunas pistas abiertas en esa dirección. Sobre todo el potencial contraste entre la familia Reyes, laboriosa, humilde, inmigrante, orgullosa de sus raíces mexicanas (mezclan todo el tiempo en el habla el inglés y el español) y su dignidad, y el poderoso clan Kord, representante de la riqueza y el poder ilimitado del capitalismo tecnológico de última generación.

Ese choque aparece al comienzo, cuando Jaime Reyes (Xolo Maridueña, el joven aprendiz de karateca en Cobra Kai) regresa tras obtener un título universitario a la casa familiar en un suburbio de la opulenta Palmera City y solo consigue un trabajo en el servicio doméstico de los Kord, mientras se invoca en tono explícito y risueño el recuerdo de un culebrón tan prototípico como María la del Barrio.

Un nuevo superhéroe aprisionado por el diseño
Un nuevo superhéroe aprisionado por el diseño

Pero todo vuelve muy rápido a la normalidad y vuelve a activarse el típico modo superhéroe con la transformación accidental de Jaime en un ser con poderes extraordinarios gracias a un dispositivo en forma de escarabajo que se adosa a su cuerpo. Esa herramienta es codiciada por la representante de la rama villana de los Kord (Susan Sarandon, bastante desaprovechada) y protegida por el lado virtuoso de la familia. Su creador es una mezcla de Bruce Wayne y Tony Stark, y su acaudalada hija no tardará en acercarse al desorientado Jaime.

En la porfía por el control de una tecnología de potencial destructivo aparecen varios estallidos y ninguno de ellos conduce a nada. Las escenas de acción son muy confusas (aquí también, como en Quantumania, el diseño se impone a la claridad conceptual) y todas las referencias sobre la historia de la presencia estadounidense en América Central y las “luchas antiimperialistas” resultan temerarias y pueriles.

En el medio, entre frases motivadoras de sobrecito de azúcar sobre el valor de la familia, aparece ante nuestros ojos el primer superhéroe de origen latino. Parece difícil que pueda encontrarse en él alguna emoción genuina y profunda cuando su identidad se configura solamente a partir de materiales descartables.