CRÍTICAS. Una fantasía sorprendente, un terror convincente y más estrenos en salas

Aunque estamos ya en primavera, el clima nos sigue manteniendo en la incertidumbre con su obsesión por sorprendernos con lluvias pasajeras. Sea como sea, la cartelera de este fin de semana presenta opciones suficientemente interesantes como para convocar a públicos de lo más diversos y animarlos a meterse en la sala oscura.

DUNGEONS & DRAGONS: HONOR AMONG THIEVES

Directores: Jonathan Goldstein y John Francis Daley

Reparto: Chris Pine, Michelle Rodríguez, Hugh Grant

Género: Fantasía / Acción

Si las adaptaciones al cine de juegos de video son siempre un motivo de preocupación, ¿qué se puede decir de las que se hacen sobre la base de los juegos de rol practicados en mesa? Más allá de las películas y los documentales que han recreado el nivel de fanatismo que estos son capaces de generar, la única versión directa y explícita que se nos viene a la mente es la de “Dungeons & Dragons”.

En realidad, no ha sido una, sino varias, empezando por la del 2000, que a pesar de haber fracasado en la taquilla y de ser considerada una de las peores películas de todos los tiempos, generó de manera inexplicable dos secuelas, una para televisión y otra que se lanzó directamente en DVD. En ese sentido, las expectativas ante la entrega que se estrena de manera oficial este viernes en salas de todo el país no podían ser precisamente altas.

Y es por eso que llama tanto la atención lo que sucede con ella, porque se trata de una cinta que, pese a su prolongada extensión (dura 134 minutos), resulta constantemente entretenida, cuenta con actuaciones decorosas, tiene efectos visuales sumamente logrados y está filmada con indudable creatividad, lo que la convierte en una de las sorpresas más grandes de la temporada.

Para que quede claro, el filme actual no retoma la trama implementada por la popular serie animada de los ’80, que se encontraba protagonizada por unos niños atrapados involuntariamente en el universo de fantasía del juego; en lugar de ello, presenta a personajes totalmente nuevos para centrarse inicialmente en la relación entre Edgin Darvis (Chris Pine) y Holga Kilgore (Michelle Rodríguez), dos ladrones de buen corazón que, tras escapar de prisión luego de varios años de encierro, emprenden la búsqueda de la hija del primero, Kira (Chloe Coleman), quien se halla ahora bajo la tutela de Forge Fitzwilliam (Hugh Grant), un antiguo compañero de Edgin convertido en funcionario público y defensor de un estado no intervencionista (lo que constituye un detalle interesante dentro de una cinta que no se inclina precisamente hacia los comentarios políticos).

En medio de sus frecuentes incursiones en los terrenos de lo irreal y de sus inevitables coqueteos con “Lord of the Rings” -presentes ya en el juego de mesa desde su primera edición-, esta versión genera simpatía debido al carisma innegable de sus personajes, a la correcta construcción de estos y al uso frecuente de un humor que resulta muchas veces hilarante, aunque se mantenga dentro de los cauces aptos para toda la familia (la clasificación es PG-13).

Grant, quien interpreta a un villano muy especial, está particularmente gracioso, mientras que Daisy Head, quien se pone en la piel de su ‘asesora’, la siniestra bruja Sofina, convence plenamente como una de las ‘malas’ más góticas e intimidantes que hayamos visto recientemente. Con antagonistas así, la partida está ganada de antemano.

MALUM

Director: Anthony DiBlasi

Reparto: Jessica Sula, Eric Olson, Chaney Morrow

Género: Terror

Los ‘remakes’ y los ‘reboots’ están a la orden del día en Hollywood, pero lo que tenemos ahora mismo ante nosotros no es necesariamente algo habitual, porque se trata de la segunda versión de una película de hace solo nueve años que ha sido dirigida y coescrita por el mismo realizador, Anthony DiBlasi.

De ese modo, “Malum” (que no tiene nada que ver con el cantante de reggaetón) es una actualización de “Last Shift” (2014), un trabajo de DiBlasi que sorprendió a los amantes del terror debido a su eficacia para generar miedo y suspenso sobre la base de una premisa sumamente simple desarrollada en una sola locación: la de una novata del cuerpo de policía que tenía que enfrentarse a solas a amenazas sobrenaturales mientras se encontraba a cargo de una delegación a punto de cerrar.

En vista de los méritos de “Last Shift” y de lo bien que se ha mantenido con el paso del tiempo (la vimos hace unos días), la existencia de “Malum” puede parecer innecesaria; y, de hecho, termina siéndolo al menos en un sentido, porque no ofrece claramente una puesta en escena superior a la de su antecesora, que funcionaba estupendamente en términos visuales pese a que su creador contaba entonces con menos experiencia detrás de la cámara (aunque hay que destacar que, ya para entonces, él mismo había dirigido al menos tres largometrajes).

Lo que sí mejora y amplia “Malum” con respecto a “Last Shift” es la mitología sobre un culto satanista que se insinuaba apenas en la entrega original y que, en este caso, se despliega en todo su esplendor, sobre todo en las creativas escenas de monstruos que parecen haberse hecho casi por completo con efectos prácticos y que le dan a la producción entera un encantador aroma ochentero… y mucho ‘gore’ del bueno. Los comentarios sociales que se han agregado, sumados al hecho de que la protagonista es ahora una mulata (interpretada por la competente Jessica Sula) en lugar de una anglosajona, le otorgan también cierto sentido de novedad a los trámites.

SMOKING CAUSES COUGHING

Director: Quentin Dupieux

Reparto: Gilles Lellouche, Vincent Lacoste, Anaïs Demoustier

Género: Comedia

El músico electrónico y DJ convertido en cineasta (aunque no ha dejado de ser músico electrónico y DJ) Quentin Dupieux regresa a nuestras salas con su decimosegunda película, “Smoking Causes Coughing”, un nuevo derroche de creatividad, locura y diversión para adultos que no decepcionará a quienes hayan seguido su extravagante y prolífica carrera.

El filme, que se estrena este viernes en cines selectos y en Video On Demand, nos presenta a un quinteto de superhéroes que se ve forzado a involucrarse en una suerte de retiro espiritual destinado a resolver sus problemas internos luego de una ardua pelea contra una tortuga gigante, bajo las directivas de su misterioso jefe. Pero no debes esperar ni por asomo que esto siga la ruta de las cintas producidas por Marvel o DC.

De hecho, los superhéroes, que responden al nombre de la Fuerza del Tabaco y son interpretados por Gilles Lellouche, Vincent Lacoste, Anaïs Demoustier y Jean-Pascal Zadi, son mostrados desde el inicio luciendo unos atuendos que remiten inmediatamente a los Power Rangers, lo que indica claramente por dónde irán las cosas; la tortuga gigante a la que se enfrentan -transmitiéndole un cáncer que la hace explotar- es claramente un hombre metido en un disfraz de hule; y el jefe, al que vemos a través de un monitor de la vieja escuela (porque todo aquí es de lo más retro), es una marioneta que representa a una rata desagradable y que, por algún motivo, tiene mucho éxito con las mujeres.

Pese a que los descabellados roles se encuentran interpretados por actores de gran nivel (aparece incluso por ahí Adèle Exarchopoulos, de “Blue Is the Warmest Colour”), esto coquetea constantemente con los lineamientos de la serie B, como lo ha hecho la obra entera de Dupieux, quien extiende la broma al espectador y no hace intento alguno para que nos creamos el cuento.

O los cuentos, en realidad, porque súbitamente, los superhéroes aludidos se ponen a contar historias de terror que no tienen nada que ver con lo que les está sucediendo, y que se plasman en cortometrajes cargados de ‘gore’, de rareza y de mucho, mucho humor. Pese a que la cinta sólo dura 1 hora y 20 minutos, es un compendio perfecto del arte trasgresor de un creador que se niega a caer en las garras del ‘mainstream’, pero cuya habilidad para la comedia es tan grande que lo aleja de las propuestas oscuras e inexpugnables de muchos de sus compañeros de batalla.

RIMINI

Director: Ulrich Seidl

Reparto: Michael Thomas, Tessa Göttlicher, Hans-Michael Rehberg

Género: Drama

La idea de un cantante de música romántica entrado en canas, desgastado y entregado a la bebida que, pese a ello, sigue presentándose en vivo para poder sobrevivir, no es ajena al mundo latinoamericano; cualquiera que proceda de nuestros países ha escuchado historias semejantes o ha asistido incluso a esta clase de conciertos, que se realizan muchas veces en condiciones precarias, no exhiben precisamente al artista en su mejor estado y funcionan básicamente como actos de nostalgia.

Pero no se trata de una situación limitada a una cultura, como lo demuestra “Rimini”, una coproducción entre Austria, Francia y Alemania que se estrena este viernes en el Laemmle Royal de L.A. y que tiene al frente a Richie Bravo (Michael Tomas), un ídolo austriaco en decadencia, radicado ahora en Italia, que se dedica a ofrecer espectáculos sin un grupo de fondo -emplea a un DJ- ante audiencias conformadas esencialmente por mujeres mayores.

Para conseguir más dinero, Richie se acuesta con algunas de ellas y apela a estrategias que no necesariamente honestas, hasta que un buen día, es sorprendido en un bar por una joven que termina siendo su propia hija Tessa (Tessa Göttlicher), a la que abandonó cuando esta era solo una niña y que lo único que parece querer inicialmente de él es justamente dinero.

En medio de la decadencia que retrata (créanme, hay mucha decadencia), y a pesar de tener escenas que no son necesariamente agradables (el director y guionista austriaco Ulrich Seidl es conocido por su ferocidad), “Rimini” no deja de lado el aspecto emocional que se va desarrollando inevitablemente ante el reencuentro, y que se extiende a los desgarradores momentos en los que nos traslada a un asilo para mostrarnos al anciano padre de Richie (interpretado por Hans-Michael Rehberg, un experimentado actor que falleció poco después del rodaje); pero lo más importante es que le da una inmejorable oportunidad de lucimiento a Thomas, quien se mimetiza completamente con un personaje que no pudo ser fácil de interpretar.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.