CRÍTICAS. Gael como luchador, Pinochet como vampiro y más estrenos en salas y plataformas
La cartelera de esta semana se encuentra llena de estrenos vinculados a la cultura latinoamericana, más allá de la clara orientación hacia el inminente Día de las Brujas que posee. Aunque parece tratarse de una situación insólita, no hay que olvidar que este viernes es el inicio del Mes de la Herencia Hispana, una festividad que, a todas luces, está cobrando más importancia de la esperada. Habrá que hacer un brindis por ello.
CASSANDRO
Director: Roger Ross Williams
Reparto: Gael García Bernal, Joaquín Cosío, Raúl Castillo
Género: Drama biográfico
Amantes de Bad Bunny, regocíjense. Luego de aparecer como personaje secundario en diversas producciones cinematográficas y televisivas, Benito Antonio Martínez Ocasio -que emplea su nombre original en estos casos-, obtiene un papel semejante en “Cassandro”, el esperado ‘biopic’ sobre el popular luchador mexicoamericano que se estrena este viernes en salas selectas y que llega a PrimeVideo el 22 de septiembre.
Para ser claros, el ídolo de la música urbana no ha dado hasta ahora muestras de ser un buen actor, y esta película no cambiará esa impresión. Sus apariciones en la pantalla parecen ser una simple estrategia publicitaria que afecta la integridad de quienes lo contratan. Pero está claro que el hombre sabe bien lo que elige, lo que quiere decir que su presencia no termina echando por tierra las virtudes de las obras en las que participa, entre las que se incluye el largometraje aquí reseñado.
El cantante interpreta al asistente de un empresario de dudosa reputación (interpretado con mucha mayor convicción por el siempre efectivo Joaquin Cosio) que le ofrece trabajo al protagonista, Saúl Armendáriz (Gael Garcia Bernal), un aspirante al estrellato en los terrenos de la lucha libre. Inicialmente, Armendáriz insiste en representar a los ‘rudos’ pese a no tener las condiciones físicas para hacerlo, lo que lo lleva eventualmente a pasarse al bando de los ‘exóticos’ y asumir la exuberante personalidad de Cassandro.
Pese a haber nacido en El Paso, Texas, el protagonista de la cinta cruza constantemente la frontera para presentarse en Ciudad Juárez y tiene raíces profundamente mexicanas, plasmadas desde el inicio en la tierna y a la vez filosa relación que tiene con su madre Yocasta, una mujer desenfadada, fuerte y liberada que se encuentra brillantemente interpretada por Perla de la Rosa -quien además de ser actriz, es una reconocida dramaturga-. Paralelamente, escuchamos referencias a figuras emblemáticas de la cultura azteca, como Verónica Castro, y se infiltra por ahí una canción de Juan Gabriel.
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Armendáriz es gay, lo que lo lleva a enfrentarse constantemente a los cánticos homofóbicos del público y lo ha distanciado por completo de su padre religioso. El simple hecho de ponerse en la piel de un ‘exótico’ teniendo esta identidad sexual, y de querer además ganar las peleas arregladas, fue ya revolucionario, porque, antes de él, esta clase de personajes eran representados por heterosexuales que exageraban permanentemente los gestos y eran irremediablemente derrotados por los machísimos ‘rudos’ a los que se enfrentaban.
Sin embargo, bajo la dirección del afroamericano Roger Ross Williams (ganador de un Oscar por su largometraje documental “Music by Prudence”), quien es también coguionista, el relato evita constantemente el tremendismo y el miserabilismo para elevar en cambio las experiencias de un personaje que se sobrepone a las adversidades, que no rechaza nunca su identidad sexual y que, en ciertos momentos, se pasa incluso de la raya con sus acciones.
Esto le da una oportunidad única de lucimiento a García Bernal, quien se encarga del rol con todo el carisma y el atrevimiento necesarios y que, además, participa activamente en unas escenas de lucha que no apelan a recursos visuales demasiado vistosos, pero que se sienten reales e intensas. El actor de “Diarios de motocicleta” es tan convincente que hace que los trámites enteros resulten sumamente entretenidos, hasta el punto de que el filme -que cubre solo una parte de la vida del luchador- termina haciéndose corto, pese a que dura 107 minutos.
Curiosamente, si la película peca de algo es de contención, como si Williams -que es homosexual- temiera ir demasiado lejos en el plano ‘queer’ y no ser tomado por ello en serio en lo que representa su debut como realizador de largometrajes. Pese a ello, sus aproximaciones a la cultura mexicana son completamente efectivas.
DUMB MONEY
Director: Craig Gillespie
Reparto: Paul Dano, Seth Rogen, America Ferrera
Género: Drama social
En los Estados Unidos, los momentos más intensos de la pandemia del Covid-19 no estuvieron únicamente marcados por sucesos sociales de indole muy distinta (como el asalto al Capitolio por parte de extremistas de la derecha y las protestas afroamericanas tras el asesinato de George Floyd), sino tambien por un acto colectivo de rebeldía contra el sistema protagonizado por usuarios de internet que no tuvieron que salir de casa para participar en el movimiento.
Impulsados por expertos en economía como Keith Gill, quien daba consejos a través de su canal de YouTube, millones de personas se sumaron a WallStreetBets, un área del portal Reddit desde la que empezaron a adquirir de manera masiva acciones de la compañía GameStop, poniendo en serios aprietos a los mismos multimillonarios que han empleado el mundo de las finanzas para acumular fortunas y, de paso, para hacer que los pobres sean más pobres.
La historia era tan interesante que merecía ser contada de diferentes maneras, y eso no tardó en suceder, ya que, en los siguientes meses, se estrenó en salas un largometraje documental sobre el tema y se presentó una serie -también documental- en HBO. Ahora tenemos a la película con guión y actores, protagonizada por actores como Paul Dano, Seth Rogen y America Ferrera, y dirigida por Craig Gillespie, realizador de títulos tan logrados como “Lars and the Real Girl” (2007) y “I, Tonya” (2017).
“Dumb Money”, cuyo nombre se refiere a la manera despectiva con la que los ‘cuellos blancos’ describen a los inversionistas menores, tiene un sentido de la actualidad que responde a los sucesos que cuenta, desarrollados no solo desde la perspectiva de Gill (muy bien interpretado por Dano), sino también desde la de individuos de todo tipo y de diferentes procedencias, desde el ejecutivo Gabe Plotkin (Rogen) hasta la enfermera Jennifer Campbell (Ferrera), pasando por el empleado de tiendas Marcus (Anthony Ramos).
Para reproducir la intensidad de una historia que se desarrolló básicamente entre pantallas de computadora y programas de televisión, y que tuvo su punto más alto en una audición ante el Congreso que se realizó por Zoom, Gillespie apela a una combinación de imágenes de archivo y de recreaciones de situaciones reales que se intercalan a veces de manera ingeniosa, aunque le deja también espacio a una puesta en escena de corte clásico cuando se trata de mostrar a los personajes en sus entornos privados.
“Dumb and Money” tiene un sabor mucho menos revolucionario del que pudo tener, sobre todo cuando se toma en cuenta que las investigaciones periodísticas que se han hecho tras lo acontecido revelan un entramado de corrupción en las entrañas de Wall Street que apenas se llega a esbozar en la cinta. Pero se trata de todos modos de una propuesta necesaria, accesible y plenamente entretenida.
EL CONDE
Director: Pablo Larraín
Reparto: Jaime Vadell, Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro
Género: Comedia de terror
Cuando llega la temporada de Halloween, las salas de cine y las pantallas televisivas empiezan a llenarse naturalmente de propuestas relacionadas al terror, en las que no faltan homenajes directos o indirectos a personajes ya conocidos y creaciones novedosas que no dan siempre en el blanco, pero que ofrecen a veces resultados llamativos.
Lo cierto es que la historia de nuestro planeta se encuentra llena de monstruos de naturaleza humana que incluyen a asesinos en masa y a dictadores feroces, como es el caso de Augusto Pinochet, quien se convierte ahora en protagonista de “El Conde”, un sorprendente filme en blanco y negro que se estrenó de manera limitada en salas el fin de semana pasado y que llega este viernes a Netflix, su casa distribuidora, aprovechando no solo la temporada de Halloween, sino también el aniversario número 50 del funesto golpe de estado producido el 11 de septiembre de 1973.
La cinta protagonizada por el veterano Jaime Vadell (“Coronación”, “El Club”) llega además respaldada por la firma de Pablo Larraín, uno de los cineastas latinoamericanos más destacados de la actualidad y un firme proponente de la denuncia política y social en su obra, como lo han demostrado sus películas “No” (2012) -un drama sobre el plebiscito que sacó del poder a Pinochet-, “El Club” (2015) -inspirada en el encubrimiento de curas pederastas por parte de la Iglesia Católica- y “Neruda” (2016) -una ingeniosa reconstrucción de un periodo en la vida del eminente poeta-.
En este caso, Larraín recupera el sentido del humor para perderle completamente el respeto al fallecido dictador y transformarlo en un vampiro que abandona su mansión para buscar sangre humana, que lidia con unos hijos hostiles a la idea del trabajo y una esposa interesada, y que termina rindiéndose ante los encantos de la joven monja (interpretada por Paula Luchsinger) que contrata para revisar los documentos vinculados a negocios ilícitos que planea entregar a sus familiares.
A primera vista, y más allá de lo que se piense de Pinochet, “El Conde” puede llegar a decepcionar en el nivel del terror, porque se encuentra libre de grandes momentos de susto en el nivel visual. Sin embargo, poco a poco, lo que presenta va revelando rasgos surrealistas que, sin abandonar nunca del todo un estilo narrativo convencional, remiten ocasionalmente a la obra de maestros como Alejandro Jodorowsky y Luis Buñuel, respaldados por una puesta en escena suntuosa que merece ser apreciada en una gran pantalla.
SATANIC HISPANICS
Directores: Mike Mendez, Demián Rugna, Eduardo Sánchez, Gigi Saúl Guerrero, Alejandro Brugués
Reparto: Efren Ramírez, Patricia Velásquez, Jacob Vargas
Género: Terror
Tras su paso por los festivales de rigor, llega finalmente a un generoso número de salas locales “Satanic Hispanics”, un filme que llama más la atención por el concepto que maneja por los resultados que ofrece, aunque estos no sean nada despreciables.
Se trata de “Satanic Hispanics”, uno de esos largometrajes antológicos de terror que son por esencia irregulares, sobre todo cuando tienen al centro a un narrador que cuenta historias completamente desconectadas entre sí en el plano temático y unidas simplemente por su pertenencia a la escuela del miedo, como sucede aquí, más allá del intento que se hace para hilvanarlas.
En todo caso, la estrategia nos permite conocer o redescubrir el trabajo de cinco directores que son ya sumamente populares entre los fans acérrimos del horror y que no son siempre de origen azteca: los argentinos Alejandro Brugués (“Juan of the Dead”) y Demián Rugna (“Aterrados”), el mexicoamericano Mike Mendez (“Big Ass Spider!”), el cubanoamericano Eduardo Sánchez (“The Blair Witch Project”) y la mexicano-canadiense Gigi Saúl Guerrero (“Culture Shock”).
Cada cineasta dirige uno de los cinco episodios presentados, casi siempre en español y haciendo gala de sus propios estilos; y aunque la alternancia entre la vertiente cómica y la ‘dura’ del género hacen que el conjunto no fluya del todo, los elementos culturales que se infiltran frecuentemente en las historias le dan un carácter muy particular a la cinta entera, superando con ello las evidentes limitaciones de presupuesto y, por ende, de los efectos especiales, aunque, incluso por ese lado, hay más de una grata sorpresa.
Si no nos creen, esperen a ver la espeluznante representación que se hace de La Santa Muerte, una deidad de carácter sumamente particular que los carteles de la droga han tomado como propia, en “The Traveller”, el episodio de Mendez que abre y cierra la aventura, y que está protagonizado por el gran Efren Ramírez, el recordado Pedro de “Napoleon Dynamite” (2004).
Finalmente, se trata de un intento encomiable por darle voz y presencia a nuestros representantes de un género que, le pese a quien le pese, es tremendamente popular entre los latinos de Estados Unidos, sean estos satánicos o no.
ELIS & TOM: IT HAD TO BE YOU
Director: Roberto de Oliveira
Género: Documental
Los admiradores de la bossa nova, de la música brasileña, de la música latina y de la música en general no deberían perderse “Elis & Tom”, un estupendo documental que se estrena este jueves en las salas Laemmle del Sur de California y que nos mete de lleno en una de esas grabaciones legendarias que resultan esenciales en cualquier colección de discos.
Si se trata de hacer comparaciones, estamos ante el equivalente latino de “The Beatles: Get Back” (2021), la fabulosa serie de Peter Jackson que restauró y recuperó las filmaciones hechas durante el registro de uno de los álbumes hechos por la mejor banda de rock de todos los tiempos para superar lo visto en el largometraje “Let it Be” (1970) y hacer que el espectador contemporáneo se sintiera en medio del estudio, enfrentado a las genialidades y los disgustos de estos grandes músicos.
A diferencia de ese trabajo, el que comentamos en estas líneas no apela ni por asomo a la misma abundancia de imágenes de archivo, por el simple hecho de que no había tanto material visual disponible. De hecho, lo que se ve aquí había permanecido inédito hasta 2018, cuando fue recuperado de una bóveda para ser mostrado públicamente.
Pero lo que se aprecia en la pantalla -restaurado con un cuidado que resulta igualmente sobrecogedor-, y que llega hasta nosotros combinado con otros registros del pasado y fragmentos de entrevistas nuevas, se encuentra editado con una precisión y una fineza que dan cuenta de la complejidad de los personajes retratados.
La Elis del título es, por supuesto, Elis Regina, la legendaria cantante brasileña que falleció a temprana edad, mientras que el Tom al que se alude es Antônio Carlos Jobim, uno de los compositores y cantautores más renombrados del mismo país, reconocido en ocasiones como “el padre de la bossa nova” (aunque eso resulte cuestionable). La película nos traslada a 1974, el año en que Regina viajó a Los Ángeles para meterse en un estudio local y grabar allí, al lado de Jobim, un disco que combinara las composiciones más celebradas del aludido con su espectacular y conmovedora voz de mezzosoprano.
El asunto aquí es que, como lo muestra el documental, los dos artistas no comulgaban necesariamente en cuanto a gustos musicales y a maneras de trabajar, lo que ocasionó más de un desacuerdo a lo largo de una grabación en la que Jobim cumplía supuestamente un papel de invitado, pero de la que terminó apoderándose por completo.
Sea como sea, y sin evitar estos momentos complicados, “Elis & Tom” asume un cauce particularmente placentero una vez que los dos genios llegan a un acuerdo tácito y dan rienda suelta a lo mejor que saben hacer, colocándonos no sólo como espectadores de interpretaciones absolutamente sublimes, sino también como testigos de las innumerables muestras de afecto que empezaron a darse tras la obtención de estos resultados, sobre todo por parte de la expresiva Regina, cuyas muestras de felicidad y de entusiasmo parecen contradecir la depresión que la acompañó a lo largo de su vida y que, según algunos, pudo tener que ver con su muerte debido a una sobredosis de drogas.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.