CRÍTICAS. Un Nosferatu resucitado, un Bob Dylan electrizado y más estrenos de cine
En estos días, no todo se encuentra relacionado a las festividades, aunque no lo creas. De hecho, los tres lanzamientos más importantes de la semana, que entraron a la cartelera en plena Navidad, transitan caminos muy distintos, porque se meten en los terrenos del terror, el ‘biopic’ musical y el ‘thriller’ erótico, ofreciendo siempre propuestas que, afortunadamente, destacan por su calidad. Hélos aquí, aquí hélos.
NOSFERATU
Director: Robert Eggers
Reparto: Bill Skarsgård, Nicholas Hoult, Lily-Rose Depp
Género: Terror
No es la primera vez que este simpático sujeto aparece en la pantalla para hacer de las suyas. Además de haber estado al frente de un clásico incuestionable del cine que llevaba su nombre y que se estrenó en 1922 -lo que quiere decir que era mudo y en blanco y negro-, el palidísimo vampiro regresó a las salas en 1979 gracias a una versión todavía lograda -con sonido y a color, por supuesto- que fue dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinski.
Cualquier fan del terror sabe bien que, por más notable que fuera, el Nosferatu original era una copia descarada del Drácula de Bram Stoker, por lo que no deja de causar extrañeza que, en lugar de crear una nueva adaptación de la novela, Robert Eggers (“The Witch”, “The Lighthouse”) haya decidido inclinarse por el remedo. Pero una vez que te sientes a ver la nueva cinta, comprenderás las razones que tenía el reconocido realizador neoyorquino para hacer las cosas de este modo.
En medio de su inevitable falta de originalidad, el filme que nos presenta toma libertades que no hubiera podido tomar de haberse basado fielmente en el libro; y lo hace con una destreza narrativa y una majestuosidad visual que lo convierten en una de las experiencias cinematográficas más sobresalientes del año. Con su suntuosa fotografía, sus largos e inspirados ‘travellings’, su impecable reconstrucción de época, sus increíbles vestuarios y su soberbio diseño de sonido, el “Nosferatu” del 2024 es algo serio.
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Y hay más. En la cinta de F. W. Murnau (la de los años ‘20), Ellen, quien reemplazaba a la Mina de Stoker, adoptaba un rol protagónico que terminaba resultando esencial en la derrota del monstruo, lo que le daba a la historia un temprano aire feminista que no viene mal para los tiempos que vivimos. Aquí, la heroína es interpretada por Lily-Rose Depp (“The Idol”), quien conserva casi todo el tiempo un gesto de espanto que no la beneficia, pero que maneja perfectamente los momentos requeridos de sensualidad y sorprende enormemente con su elasticidad corporal durante las escenas que la muestran poseída por los poderes del maléfico antagonista.
No hay que olvidarse, por supuesto, del Conde Orlock, émulo aventajado del “otro” noble, quien se ve mas espeluznante que nunca y que, a diferencia de la versión de Coppola, no luce jamás como un caballero seductor ni es capaz de sentir amor, pese a que sus artes demoníacas le permiten seducir a sus víctimas. Por este lado, Bill Skarsgård (“It”, “Barbarian”) hace lo suyo de manera fenomenal, respaldado por un maquillaje protésico de altísimo nivel y el manejo de una voz siniestra que desarrolló tras un arduo entrenamiento.
A COMPLETE UNKNOWN
Director: James Mangold
Reparto: Timothée Chalamet, Edward Norton, Monica Barbaro
Género: Drama musical biográfico
Pese a la relevancia mundial que tiene como artista, Bob Dylan no se encuentra necesariamente en la mira de los productores que se interesan en hacer películas biográficas. A fin de cuentas, con Nobel o sin él, el autor de “Blowin' in the Wind” no es visto en el imaginario colectivo como un sujeto carismático y accesible, lo que, más allá de limitar sus alcances comerciales, ha hecho difícil que los estudios se atrevan a representarlo en una cinta con ribetes de ficción.
De hecho, la única obra de esta clase sobre él mismo que se había presentado hasta ahora era “I’m Not There” (2007), un drama experimental que, ante la dificultad y el riesgo de mostrarlo de un solo modo, eligió hasta a seis actores (uno de ellos mujer) para tratar de abarcar su inmensidad. No sucede lo mismo en “A Complete Unknown” (ahora en salas), que coloca el desafío en manos de un solo intérprete, bajo el amparo de una delimitación temporal de cuatro años que va desde el inicio de su carrera hasta su polémico debut en los terrenos del rock’n’roll eléctrico en medio de un conservador festival de folclore acústico.
Lo bueno es que el intérprete es Timothée Chalamet, el joven francés y estadounidense que ha probado con creces su talento y su versatilidad en proyectos tan disímiles como “Call Me by Your Name (2017), “Beautiful Boy” (2018), la saga de “Dune” (2021-2024) y “Wonka” (2023). Aunque Dylan nunca fue tan apuesto como Chalamet, el actor logra darle credibilidad a su ‘performance’ en términos de aspecto y de manierismos; pero lo más impresionante llega por el lado musical, porque, además de tocar la guitarra (no sabemos hasta qué punto), asume por completo su estilo vocal, tan rudo y nasal como expresivo y único.
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Y no lo hace de manera esporádica, ya que una de las virtudes más grandes del filme dirigido y coescrito por James Mangold (“Walk the Line”, “Logan”), que le ha dado ya una nominación a los Globos de Oro a Chalamet y que se encuentra además nominada en la categoría de Mejor Película Dramática, es que la mayoría de las canciones que se muestran aparecen de manera completa, lo que permite no solo gozar de la recreación efectuada, sino también comprender la complejidad de unas letras que terminan convertidas en elementos esenciales de la trama, desarrollada en medio de la etapa más intensa de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos.
Como si esto fuera poco, se nos ofrecen excelentes interpretaciones vocales hechas por los actores que encarnan a Joan Baez (Monica Baez), Pete Seeger (Edward Norton) y Johnny Cash (Boyd Holbrook). Si no sabes quiénes son, te recomendamos que vayas a ver de inmediato una película que, pese a la magnitud de la empresa, resulta completamente accesible y emocionante -hasta el punto de resultar a veces demasiado hollywoodense-, pero que no trata nunca de endiosar a un artista que es presentado tanto en la cúspide de su genialidad como en sus trances más egocéntricos, contradictorios y hasta desagradables.
BABY GIRL
Directora: Halina Reijn
Reparto: Nicole Kidman, Harris Dickinson, Antonio Banderas
Género: ‘Thriller’ erótico
Es una época de riesgo voluntario para nuestras damas del cine. Luego de que Demi Moore aceptara el desafío de “The Substance” (2024), que implicaba diversas demandas emocionales y físicas, Nicole Kidman se pone a la merced de “Babygirl”, la primera producción que la expone de este modo desde que hizo “Eyes Wide Shut” (1999), un título que, comparado a este, luce como una película para niños, al menos en términos de explicitud.
Al inicio, “Babygirl”, que se encuentra ya en cartelera y que le acaba de dar a Kidman una nominación a los Globos de Oro, parece ser uno de esos ‘thrillers’ eróticos que se popularizaron en los ‘80 y que, por más logrados que fueran en ciertas ocasiones, no se caracterizaban precisamente por su profundidad o su aspecto propositivo. En este caso, el asunto toma un rumbo muy distinto, lo que tiene que ver sin duda con que se trataba de un proyecto escrito, dirigido y coproducido por una mujer.
Nos referimos a Halina Reijn, una artista holandesa que, antes de convertirse en cineasta, trabajó intensamente como actriz, participando ocasionalmente en trabajos de la magnitud de “Black Book” (2006) y “Valkyrie” (2008). Su segundo trabajo como realizadora, “Bodies Bodies Bodies” (2022), una comedia de terror juvenil, llamó la atención no solo por su atractivo reparto, sino también por su lograda conexión con las sensibilidades actuales.
En ese sentido, por más distinta a esa cinta que pueda parecer, “Babygirl” termina convirtiéndose en un vehículo particularmente llamativo, e indudablemente entretenido, para hablar de temas semejantes, tanto en relación a las conductas de la Generación Z como a la de los adultos de mayor edad, pese a que su primera parte coquetea descarada e intencionalmente con un estilo de ‘exploitation’ que no hubiera desentonado en la filmografía de uno de esos directores que hacen básicamente películas para hombres o destinadas a satisfacer gustos convencionales.
Si bien la ejecutiva casada Romy Mathis (Kidman) se rinde prontamente antes los encantos de Samuel (Harris Dickinson), el ‘practicante’ de la compañía que podría ser su hijo, lo que viene luego no responde necesariamente a las convenciones del género, incluso cuando ella misma acepta someterse a un juego de sumisión que termina teniendo muchas más aristas de las que se esperaban.
Bajo estas condiciones, y respaldada por una puesta en escena que maneja parámetros más crudos que los del típico producto hollywoodense, Reijn logra darle vida a un filme que, más allá de sus repercusiones éticas y morales, resulta realmente impredecible, incluso en lo que respecta al personaje del esposo de Romy, Jacob, quien se encuentra muy bien interpretado por el español Antonio Banderas.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.