CRÍTICAS. Un oso muy alterado, una niña muy tranquila y más estrenos en salas

La temporada de frío descomunal que nos sacude en estos días podría verse aliviada de algún modo con los zarpazos dados por un animal salvaje que todos parecen estar esperando. Pero hay más opciones en vitrina, y estas van desde el lado religioso hasta el drama más personal.

COCAINE BEAR

Directora: Elizabeth Banks

Reparto: Keri Russell, O’Shea Jackson Jr., Ray Liotta

Género: Terror / Comedia

Antecedida por una campaña publicitaria que la transformó en una sensación viral mucho antes de su estreno, llega finalmente a las salas nacionales “Cocaine Bear”, una cinta que, en desmedro de su título, no es una producción de serie B, sino una ambiciosa propuesta de estudio en que la alocada premisa que se plantea llega acompañada por resultados mucho más decorosos de los que se podría esperar.

Como lo saben ya bien quienes están familiarizados con el asunto, el filme toma como referencia la historia real de un oso de Georgia que, a fines de 1985, ingirió enormes cantidades de cocaína luego de encontrarse con los paquetes de la droga que habían caído de una avioneta manejada por traficantes. Obviamente, el animal murió casi de inmediato, por lo que la película toma numerosas libertades al darle vida a una criatura prácticamente indestructible que se dedica a destrozar alegremente a los humanos que se encuentran en su camino… o al menos a asustarlos.

Además de contar con un reparto particularmente competente en el que figuran Keri Russell, O’Shea Jackson Jr. y Alden Ehrenreich, “Cocaine Bear” coloca en el papel de villano principal al gran Ray Liotta, quien falleció en mayo de 2022, lo que hace que este sea uno de sus trabajos finales. La estrella de “Goodfellas” se encuentra rodeada de muchos personajes, todos ellos adecuadamente desarrollados, aunque el humor -porque esto no podría haber funcionado sin incurrir frecuentemente en la comedia- no es todo lo hilarante que podría haber sido, mientras que las referencias a las secuelas negativas de la guerra contra las drogas durante la época de Ronald Reagan se diluyen más rápidamente que el polvo blanco que vuela a veces por los aires en medio del relato.

Lo que no deja nunca de impresionar es la habilidad de Elizabeth Banks (conocida mayormente por su trabajo como actriz, pero responsable también de dos esfuerzos anteriores como directora, “Pitch Perfect 2” y “Charlie’s Angels”) para lograr que las cosas no se salgan de control en medio de una aventura tan desquiciada como esta y para elaborar una escenas de acción y de ‘gore’ que resultan memorables incluso cuando la puesta en escena no es necesariamente brillante en términos generales, respaldada por un oso asesino que se desarrolló en CGI sobre la base de una actuación real y que no decepciona, pero tampoco deslumbra.

THE QUIET GIRL

Director: Colm Bairéad

Reparto: Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett

Género: Drama

Luego de insertarse en la codiciada categoría a la Mejor Película Internacional de los Premios de la Academia, se lanza en los cines locales “A Quiet Girl”, una conmovedora cinta irlandesa llena de cualidades artísticas que no tiene mayores probabilidades de triunfo en la ceremonia ante la presencia de la fastuosa “All Quiet on the Western Front” en el mismo rubro, pero que es sin duda alguna una de las producciones más logradas de los tiempos recientes.

A diferencia de “All Quiet” -que es excelente-, la ópera prima del director y guionista Colm Bairéad, basada en una celebrada novela de Claire Keegan, alcanza su estatus apelando a un perfil bajo y a una discreción que responden justamente a las características de su protagonista, Cáit (Catherine Clinch), una pequeña de 9 años cuya timidez extrema responde probablemente a la indiferencia y a las hostilidad con la que la tratan sus padres, unos pobladores rurales empobrecidos y cargados de hijos que deciden enviarla por un tiempo a la granja de un familiar lejano cuando se enfrentan a un nuevo embarazo.

En el nuevo hogar, Cáit se enfrenta tanto al trato inmediatamente cariñoso de su tía Eibhlín (Carrie Crowley) como a la distancia emocional del esposo de esta, Seán (Andrew Bennett), mientras descubre respuestas sobre el misterioso mundo de los adultos, se va dando cuenta de que no todos los mayores actúan como los que tiene en casa y empieza a adquirir destreza en las labores del campo.

Pese a su alejamiento evidente de las normas del ‘mainstream’, “A Quiet Girl” no es un filme inexpugnable ni lento, sino un estudio de personajes que no deja nunca de resultar interesante y cuya simpleza narrativa se convierte en herramienta inmejorable para la construcción de un relato altamente emotivo que remarca la importancia del amor y del cuidado durante los años formativos. Finalmente, uno se siente mucho más cómodo llorando a mares con una producción tan exquisita como esta que con un dramón de Hollywood basado en una novela de Nicholas Sparks.

CINEMA SABAYA

Directora: Orit Fouks Rotem

Reparto: Dana Ivgi, Amal Murkus, Marlene Bejali

Género: Drama

Las devastadoras consecuencias del conflicto palestino-israelí han sido plasmadas de muchas maneras en la cinematografía de la región; pero no recuerdo haber visto una aproximación tan original al tema como la que ofrece “Cine Sabaya”, que se estrena este viernes en el Laemmle Royal de L.A. y que fue la apuesta de Israel para la categoría de Mejor Película Internacional en la ceremonia del Oscar que se realizará dentro de poco.

La ópera prima de Orit Fouks Rotem posee un sentido del realismo tan intenso que, cuando empecé a verla -sin haber leído casi nada sobre ella-, estuve convencido de que era un documental, no solo por el formato constante de cámara en mano que emplea, sino también porque lo que decían y hacían las personas que aparecían en la pantalla se sentía absolutamente natural.

Lo cierto es que la cinta sí está conectada con hechos que se dieron, porque Orit Fouks Rotem la escribió y la dirigió tomando en cuenta sus propias experiencias laborales en la ciudad de Tel Aviv. Aquí, la protagonista, Rona (Dana Ivgy), es la encargada principal de un taller de video que convoca a cuatro mujeres judías y cuatro árabes, generando con ello una serie de encuentros que terminan teniendo tantos momentos de armonía y de solidaridad como de desacuerdo e incomprensión.

Más allá de lo que Fouks Rotem haya cambiado o agregado en relación a los hechos reales -a medida que avanza el metraje, los elementos de ficción se hacen cada vez más evidentes-, la producción que tenemos al frente, interpretada por actrices árabes y judías que obtuvieron participaciones equitativas, nos coloca ante una dinámica fascinante en la que no se discute solo el aspecto político de la situación, sino también las diferencias culturales, los condicionamientos de la educación, las aproximaciones a la sexualidad y el papel que juegan las mujeres en los entornos donde se han desarrollado. El resultado es a la vez entretenido, estimulante y profundamente conmovedor.

JESUS REVOLUTION

Directores: Jon Erwin and Brent McCorkle

Reparto: Joel Courtney, Kelsey Grammar, Jonathan Roumie

Género: Drama religioso

Las llamadas “películas cristianas” suelen responder a las necesidades de una audiencia muy específica y no se prestan normalmente a análisis críticos. Por ese lado, “Jesus Revolution” intenta ciertamente una aproximación distinta, sin que eso signifique que vaya a seducir o a convencer a quienes no se encuentren ya en la línea de pensamiento que pregona.

En realidad, la cinta, que se puede ver desde esta noche en salas, podría llevar el título de “Make Christianism Great Again”, aunque en el buen sentido, es decir, no el de la Inquisición y las prácticas forzosas de adoctrinamiento, sino el de las enseñanzas supuestamente originales de Jesucristo, que trataron de ser retomadas por el Movimiento de Jesús, cuyos integrantes, descritos a veces como “Jesus freaks”, combinaron elementos de la contracultura de los ‘60 con prácticas religiosas que rechazaban la institucionalidad de la iglesia católica.

Por ese lado, el guion de Jon Gunn y Jon Erwin intenta no ser un simple comercial evangélico, ofreciendo una convincente recreación de época, sumando vibras definitivamente californianas y presentando ocasionalmente escenas que no se esperan en una producción semejante, como la que muestra a la legendaria Janis Joplin en pleno concierto; y también hay algunos niveles de conflicto en las figuras principales: Chuck Smith (Kelsey Grammer), un severo pastor que rechaza inicialmente a los hippies; Greg Laurie (Joel Courtney), un joven rebelde que accede a la fe a través de la chica que le gusta; y Lonnie Frisbee (Jonathan Roumie), un trotamundos entusiasta que pretende ser un profeta -y que, sí, luce como Cristo-.

Sin embargo, y a pesar de que los protagonistas existen o existieron realmente, los problemas que se plantean se resuelven de manera simplista, la construcción de los personajes es débil y las críticas permanentes que se hacen a la experimentación con sustancias psicodélicas contradicen el espíritu de la época que se pretende alabar, aunque lo menos afortunado es probablemente la falta de lazos de la película con sensibilidades contemporáneas en momentos en los que la juventud se encuentra cada vez más alejada de esta clase de creencias.

Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.