Danny Pardo, el argentino que fue valet parking y vendedor, descubrió su pasión por la actuación y hoy es el elegido de John Travolta
Se mudó a Miami en 2001, desesperanzado porque no encontraba trabajo en Buenos Aires. Abrió una distribuidora de galletitas, pero a los meses quebró. Fue valet parking y vendedor de productos químicos hasta que descubrió que quería ser b Desde entonces Danny Pardo grabó episodios de series como Prision break y The Shield, y ahora es el villano de la nueva película de John Travolta, High Rollers, que se estrena en marzo en nuestro país. Además, está filmando la cuarta temporada de The Cleaning Lady, junto con Elodie Yung. En una charla con LA NACIÓN, el actor da detalles de su transformación, cuenta sus aventuras en Miami y Los Ángeles y habla de la experiencia de trabajar con Travolta. “En marzo o abril empezamos a filmar la secuela y estoy muy entusiasmado, porque fue una experiencia muy buena. ¡Y yo voy a estar porque en esta película no me matan! Esta vez mi personaje abre la película”, cuenta entre risas.
-Tuviste casi todas las escenas con John Travolta, ¿cómo fue compartir con una leyenda del cine?
-Si bien no se permitía sacar fotos en el set , el tipo es muy buena onda. Cuando llegué a filmar, lo primero que hice fue hacer la prueba de ropa en la locación en la que estaban trabajando y aproveché para saludar a todos. En el break me acerqué a Travolta, lo saludé y le dije: “Soy tu Salazar”, que es el nombre de mi personaje. Entonces abrió los ojos bien grandes, me hizo una sonrisa de oreja a oreja y me dio un abrazo de lo más cariñoso. “¡Estoy tan feliz de que estés acá! Gracias”, me dijo. Cuando hice la audición para el film, el director me llamó y me dijo que Travolta quería verme hacer las escenas, pero con una dirección determinada. Claro que lo hice, y a las horas me respondió que estaba encantado y que el personaje era mío. Entonces, el que me eligió fue John Travolta . En los cortes entre las escenas, siempre se mostró interesado en conversar conmigo. Me preguntó si era argentino y me dijo que le gusta mucho nuestro país, que había venido, que es piloto y había viajado en su avión personal.
-¿Cómo era el trato en el día a día?
-Tengo muchas anécdotas con él. Por ejemplo, mientras filmábamos, él improvisaba mucho y yo lo seguía siempre… En una de las escenas, su personaje le dice al mío: “Estás caliente…”. Y ahí cortan y yo le respondí: “Más o menos…”. Y se rió muchísimo. De verdad, es un tipo muy buena onda. Otra vez me miró y me preguntó: “¿Esos dientes son tuyos?”. “Sí”, y le mostré. Me abrió la boca y le mostró al resto, diciendo: “Miren los dientes que tiene (risas)”. Cuando me despedí, le tomé las manos, le di las gracias, le dije que era un placer trabajar con él. Y me respondió que estaba muy feliz de que trabajara con ellos y que lo mejor de todo era que él me había elegido. Fue una experiencia súper bonita, con una hermosa energía. Cuando terminé, no pude dormir por 48 horas, de la adrenalina que sentía. Travolta es una leyenda y, como tal, puede hacer las tomas, cobrar su cheque y listo. Pero está comprometido con su trabajo. Miraba las tomas después de hacerlas, y si no estaba convencido y no le gustaban, las repetíamos las veces que fuera necesario. A veces él sentía que sobreactuaba, entonces paraba y volvía a hacerlo. Y en ese momento me enamoré de él, como persona y artista. Le da mucho valor a su trabajo y no tolera hacer las cosas mal. Eso me acercó mucho a él; no deja que su fama lo pase por encima.
-Hiciste tu carrera en los Estados Unidos y allá te hiciste actor, ¿cómo fue?
-Tengo un título de administración de empresas con orientación en Marketing y trabajaba en Buenos Aires, como gerente de una división de una importadora de neumáticos y llantas. Había llegado a mi techo y busqué otras alternativas. En un viaje a Miami conocí a un francés, con el que hablamos de la posibilidad de hacer algo juntos. Cuando se cayó una oportunidad laboral interesante en la Argentina, se me vino el mundo abajo... No conseguía trabajo, estaba perdido y lo llamé. Me dijo que fuera a Miami, que tenía unos contactos para vender galletitas. Así empezamos, con una distribuidora que fue creciendo. En enero de 2001 me mudé a Miami y nos fue muy bien, nos multiplicamos por diez en poco tiempo, hasta que sucedió la tragedia del 11 de septiembre y quebramos, porque la economía de Florida se vino abajo, no había turismo, muchos clientes dejaron de pagar.
-¿Ahí viste la posibilidad de actuar?
-Sí, un tiempo después. Cerramos la empresa, busqué trabajo por todos lados y nada. Hablo cinco idiomas, tengo un buen curriculum y no conseguía nada. A punto de estar en situación de calle, conseguí una changa como valet en un hotel, por cuatro dólares la hora. Al mes y medio me efectivizaron como manager de turno en un hotel mejor. Poco a poco salí adelante, y a los meses ya estaba cansado de hacer algo que no tenía nada que ver conmigo, conseguí otro trabajo en venta de productos químicos y los fines de semana seguía estacionando autos. Estaba quemado. A mediados de 2003 hice un curso de transformación personal que se llama El Foro Landmark. Y me cambió la vida.
-¿Cómo te cambió la vida un curso?
-Con todas las herramientas que aprendí, descubrí que a los 17 años, cuando terminé la secundaria, no elegí mi carrera. No tenía idea de qué hacer y me decidí por lo que conocía; ni miré las carreras no convencionales. Seguí Administración de Empresas por descarte. A los 32 años también me di cuenta de que nunca había sido feliz haciendo el trabajo que hacía; me faltaba divertirme. Mi cabeza voló hacia atrás hasta cuando tenía nueve años en el living de mi casa, frente a la televisión viendo a Pablo Rago en una novela. Recuerdo que dije: “Uy, qué divertido”. Fue revelador, se me abrió otro mundo y pude completar un pasado que me venía determinando lo que yo tenía que hacer. Sentí que se me cayó una mochila de 120 toneladas. Al mes, estaba en un set filmando mi primer comercial.
-Y a partir de ese momento hiciste series, películas.
-Desde ese momento me dedico cien por ciento a la actuación. Hice novelas para la cadena Telemundo, estuve en Prision Break, The Shield, en películas como Planes, Fire and Rescue, Pretty Obsesion, Contragolpe, Siete días en Las Vegas.
-Y acá te conocimos en Entre caníbales. ¿Cómo se dio la oportunidad de trabajar con Juan José Campanella?
-En 2005 me contacté con Sabrina Kirzner, la hermana de Adrián Suar y cuando fui de vacaciones a Buenos Aires hice un pequeño papel en Alguien que me quiera, y al otro año en Sos mi hombre. Otra vez hice un casting en Telefe, me volví a Los Ángeles y al mes me llamaron para ser parte de Entre caníbales, donde fui el Padre Martín. Otra experiencia hermosa.
En familia
-Pero volviste a los Estados unidos, ¿allá tenés familia?
-Sí, me casé con Ana Amortegui, que es colombiana. Nos conocimos filmando una película; ella es directora de fotografía. Y somos padres de Mila, que tiene 6seis años. Vivimos en Los Ángeles, pero cuando viajamos por trabajo por mucho tiempo, tratamos de ir todos juntos.
-¿Ahora estás filmando la serie La chica que limpia?
-Sí, estoy en la cuarta temporada de The Cleaning Lady, con Elodie Yung. Estoy en Albuquerque, Nuevo México, desde hace unos meses y me faltan algunas semanas todavía. Mi personaje es El Don, la mano derecha del jefe del cartel mexicano.
-Un actor argentino o latinoamericano en los EE.UU. ¿está condenado a ser narco, traficantes de armas o villano?
-(Risas) En general hago papeles de villano, pero también fui un papá bueno, e hice otros personajes. Hay una realidad: en Hollywood creen que de la frontera de los Estados Unidos para abajo somos todos narcos. Aunque tengamos fisonomías distintas, hay un estereotipo. En el mercado hispano saben que eso no es así y hay series en las que no somos todos narcotraficantes.
-Hace 25 años que vivís allá, ¿seguís siendo extranjero?
-En el mundo del entretenimiento la cosa está más amalgamada ahora, pero antes la diferencia estaba muy marcada. Había muchos límites para un latinoamericano y pocos personajes disponibles. Hoy todo cambió y hay mucha mezcla de etnias en cada proyecto, para representar a todos. Tengo muchas más posibilidades que antes. En The Cleaning Lady hay pocos norteamericanos en realidad: la protagonista es francesa, hay un chileno, una mexicana que es Kate del Castillo, y yo, que soy argentino.