Darío Barassi: los secretos de su nuevo programa, el “terror” que le causan “las trampas” y lo que nunca hará
Hay gente que viene y va. Productores escuchando indicaciones por sus intercomunicadores y cambiando parte de la escenografía. Hay plata en juego. Participantes ansiosos hablando entre ellos y mirando todo a su alrededor: todo puede ser una pista para cuando se enciendan las cámaras y Darío Barassi salude a la audiencia de ¡Ahora caigo!, el nuevo programa de entretenimientos que se suma a la pantalla de eltrece, hoy, a las 18.30.
A Barassi lo tentaron de otros canales, pero él se quedó tan conforme con su paso al frente de 100 argentinos dicen, que “por fidelidad” quería volver no solo a trabajar con la productora Boxfish sino también para Adrián Suar y eltrece. “La apuesta era volver con algo lindo, algo grande y por lo bien que nos había ido con el programa anterior dije sí, repitamos fórmula”, expresa confiado el actor y conductor a LA NACION. Le ofrecieron tres opciones, pero todos coincidieron en que este formato era el mejor, un programa de origen israelí, pero que acá adaptaron de la versión española.
La escenografía de este programa llevó casi tres semanas de realización y es a lo que más atención se le prestó. “Fue un trabajo tremendo, hay que armar un programa, pero en vez de al ras del piso, hacerlo a tres metros de altura. Además con la responsabilidad de que todo el tema de las “trampas” [en donde caen los participantes] sea seguro para los que vienen a jugar. Eso fue en lo que más se puso foco para no cometer errores en ese mecanismo”, señala Mariano Feijoo, el productor ejecutivo del programa, a LA NACION.
SI bien el equipo de Boxfish que acompaña a Barassi no es el mismo que estaba en 100 argentinos dicen, hay muchas caras conocidas detrás de cámaras que él supo hacerlas conocidas delante como Florencia “La Colo” Gattario y su vestuarista Gisela “Gigi Romano. También se verá en pantalla a su recordada productora de piso Lucila “Luli” Latorre, quien en este programa además cumple con el rol de presentar al o la participante “líder”. “Volver a trabajar con Darío es un placer. Nos conocemos hace muchos años, nos entendemos con la mirada y nos divertimos mucho. En este nuevo proyecto tengo una pequeña participación y hacerlo con él lo hace ser relajado y divertido”, asegura entusiasmada.
Además cuando el conductor pida que suban la música del estudio, detrás de los comandos no estará otro que Pablo “El vikingo” Blazkov, el mismo con el que se divertía en 100 argentinos dicen. Así como seguirá recibiendo las órdenes de Feijoo y del director de cámaras, Fernando “Colo” Espinoza.
Otro Barassi, el mismo…
El estudio que ahora pisa Barassi es el estudio mayor de Polka en Don Torcuato, el mismo en donde el año pasado Marcelo Tinelli grababa Canta conmigo ahora, la diferencia es que él usa otro camarín, uno más pequeño, pero cercano a donde está la imponente escenografía de ¡Ahora caigo! Se lo siente confiado en el programa que tiene entre manos, pero también con el deseo de sorprender a los televidentes : “Este formato me demanda un poquito más el oficio de conductor de un programa de juegos, o sea, hay espacio para el humor, para la joda y es imposible que yo me mantenga sobrio porque no es mi naturaleza, pero este formato me demanda un poquito más de estructura, de orden, de seguir las reglas”.
Y suma: “ Yo quería volver con un formato que le ganara a Barassi . Estoy probando algo distinto, que es mantenerme en un rol de conductor y quiero ver qué me pasa con esto. El otro recurso lo tengo, el del actor, pero acá quiero intentar que el protagonista sea el juego. Quiero que la gente venga a jugar porque el juego está bueno, porque hay guita y porque es más fácil acceder a ella”.
Quizás de todos modos, lo que lo distinga a la hora de conducir sea su espontaneidad, su timing y a eso no va a renunciar: “La cosa genuina de la tele es lo que trato de buscar a la hora de conducir, que tenga un poquito de verdad, que no esté todo tan armado”.
- ¿Probaste caerte en las trampas?
-Ni loco, ni loco. Ahora estoy un poco más tranquilo, pedí venir en el todo el proceso del armado porque de verdad estás a tres metros de altura y yo sufro vértigo, diagnosticado. Jamás me voy a subir a esa trampa, no va a pasar. Me da mucho terror la altura. De hecho, chequeé en dónde estaba yo en el programa porque incluso estoy a un metro más porque estoy en la tarima central. ¡Ay, no me hagas hablar más porque no voy a querer seguir haciendo el programa! (Risas).
No es ninguna novedad que la televisión de estos tiempos no logra grandes números de rating como tampoco que el desafío de levantar las tardes de eltrece es una dura misión, pero eso a Barassi no lo desanima. Esa misión ya la cumplió con 100 argentino dicen en el pasado y no solo superó las expectativas, sino que sorprendió a más de uno, incluso a él mismo: “Yo consumo tele desde que soy muy chico. Me gusta la tele, hoy en mi casa miro tele y este discurso de que la tele está en crisis, la verdad que yo ya lo escuchaba antes de hacer 100 argentinos dicen y con ese programa a las dos de la tarde toqué 11 puntos de rating y a mí me cambió radicalmente la carrera. Para mí el potencial de la tele como medio está intacto”.
Ahora, lo que sí cree que puede fallar es la propuesta: “Hay que hacer match entre lo que la gente quiere ver y el producto que se le ofrece”. “Gran Hermano logró esos números, así que el público latente está, la gente algo quiere ver, lo que pasa es que hay que encontrar qué quiere ver”, reflexiona mientras también se lamenta por el poco interés que genera ATAV 2, la novela de la que también formó parte: “Para mí es una novela que está bárbara, súper bien realizada, con un elencazo, pero desafortunadamente el rating no acompañó. El canal pensó que estaba buenísima, pero no era lo que la gente quería ver en ese horario”.
También tenía algo muy en claro cuando aceptó hacer este programa, su deseo de hacer un “producto de calidad”. “Quiero salir a ganar, no quiero que mida poco o que digan que está malo o que me repito. No quiero nada de eso, estoy enfocado para que la gente diga: ‘¡Che, está buenísimo el programa, veámoslo! Y que funcione’”.
En noviembre, más precisamente el 5, Barassi soplará 40 velitas y no hay a la vista ninguna crisis. “Sé que suena soberbio, pero tengo un presente que está bárbaro: trabajo de lo que quiero, me estoy construyendo mi primera casa de cero con mi mujer y mis hijas. Estoy rodeado de gente que me gusta. Así que recibo los 40 muy agradecido”. Por supuesto, lo festejará a lo grande, igual que los 4 años que está por cumplir su hija mayor. Y si en el horizonte llega a haber algo que lo atribula no solo recurre a su mujer o a sus amigos sino también a su terapeuta, la persona a quien una vez por semana le confía sus nervios, sus ansiedades o sus miedos.
Cómo es el juego
Hay un participante líder y 10 contrincantes que buscan quedarse con su puesto y no caer. “Los duelos” entre ellos, son uno a uno y se van descartando a través de un juego que se parece bastante al ahorcado, ya que deben adivinar palabras, pero tienen algunas letras de pista. Pueden probar todo lo que les permiten los 30 segundos que tienen de tiempo. Acá equivocarse no se sanciona, se alienta. Después de cada victoria, el ganador debe elegir entre dos huellas, una blanca y una negra. Siempre una es mejor que la otra y le permite sumar más o menos plata. Solo hay dos que sería preferible evitarlas porque se puede “perder todo” o dividir lo ganado por dos.
Una vez descartados todos los contrincantes, el líder se puede ir con el dinero conseguido (que puede ser un máximo de 500.000 pesos) o elegir participar de un juego más, que lo obliga a contestar correctamente 10 preguntas en 2 minutos, y duplicar esa suma y llevarse hasta $1.000.000.
“¿Estás bien?”
Ya se grabaron 2 programas y ensayaron otros tantos, este es el tercero que van a realizar. Hay ajustes que hacer, detalles a tener en cuenta, las posiciones de las cámaras, la forma que salen los concursantes… Es un nuevo formato y todavía hay lógicas que pulir.
Antes de comenzar a grabar, uno a uno todos los participantes prueban caer en “las trampas”, pequeños cubículos llenos de goma espuma ubicados por debajo del estudio. “Desde el momento que pierden, quédense con los brazos pegados al cuerpo, pero tranquilos que no pasa nada… Va, 3,2,1″, hace el conteo Latorre y se abre la trampa. Un grito de sorpresa. El participante cae. “No te olvides de sacarte el pelo de la etiqueta, así se ve bien el nombre”, le pide a otra participante. “3,2,1″. Cae la segunda.
El estudio es impactante. La escenografía es de 360 grados, hay una cámara con monitores que gira en el centro, que recorre una gran tarima circular, en donde se ubican el líder y el conductor. Y alrededor de eso hay dos tribunas también con personas esperando ansiosas el comienzo de las grabaciones y atentas a las indicaciones de los productores. Los camarógrafos están a un costado y escuchando por sus auriculares las órdenes que llegan desde el control.
Mientras todos están preparándose para comenzar a grabar, sube las escaleras de acceso al estudio Tony, “el perro de Polka”, que suele visitar todos los sets del predio, incluso ha participado de varios programas, es casi una figura más. Muy relajado parece cerciorarse de que esté todo listo para arrancar. Falta poco para que Barassi salude a los presentes, se enciendan las cámaras y se dé comienzo oficialmente el tercer programa. La idea es tener al día del estreno ya listos al menos 5 envíos y como va todo, ese objetivo parece realizable.
“Gracias por venir a todos. Diviértanse que a eso han venido”, dice Feijoo a los participantes desde el control. Ahora sí, llegó el momento. Los productores arengan a los participantes y gritan: “¡Vamos Darío!”. Hay aplausos y algunos gritos también. Se prenden las cámaras y así seguirán durante casi dos horas y media, en las cuáles se irán haciendo los ajustes lógicos de un programa nuevo. Barassi entra y saluda con su simpatía de siempre. “Esto es ¡Ahora…”, dice para que la tribuna y los participantes terminen la frase, pero no lo convence la energía y reclama más actitud: “Esto es ¡Ahora…”. “Caigo”, gritan con más entusiasmo, ese que necesita contagiarse.
Latorre presenta a la participante “líder” de ese programa y rápidamente empieza el juego. La picardía y la simpatía de Barassi están intactas, pero ahora se ciñe más al formato, quiere que el juego se luzca más que su rol de conductor.
Se graba la primera caída, una invitada de la tribuna habla, Barassi interactúa, pero desde control piden hacer unos ajustes en las cámaras. Se detiene la grabación por unos minutos. “Te amo, Barassi”, le gritarán más tarde desde la tribuna. Y él rápido retrucará: “Yo también”.
Otro duelo superado por la líder, otro participante que debe despedirse, pero antes de terminar de hablar… ¡le abren las compuertas de la trampa! Y cae. Caras de sorpresa y risas. “¿Estás bien?”, pregunta el conductor mientras se asoma al vacío. En el estudio el ruido de las trampas se hace sentir. “No me acostumbro”, dice Barassi aunque después los productores aclararán que ese ruido no llegará a la pantalla, gracias a la magia de la televisión.
“No hay respuestas incorrectas, podés probar a lo loco”, señala Barassi para que los participantes ante cada palabra por adivinar prueben todo lo que se les ocurra. Además también los nervios juegan fuerte, ya que hay palabras sencillas que con las cámaras en frente no lo parecen tanto.
Otro participante cae, la líder está arrasando. Pasan a otro duelo. El conductor lee la consigna para adivinar la palabra de turno: “La China Suárez tiene una que trajo de Nepal…”. Barassi hace caras y bromea con su producción: “Ay, chicos, no sean picantes…”.
Los 10 duelos se suceden sin mayores sobresaltos. La líder pierde su puesto, pero el juego sigue. Hay correcciones sí, pero nada grave, el equipo trabaja con la confianza de que tiene entre las manos un ciclo que puede cortar la racha de las tardes de eltrece y conseguir esos ansiados puntos de rating que tanto necesita el canal. “El mejor programa de las tardes de eltrece”, dice en broma Barassi en un momento de la grabación... Y sí se tiene fe.