Un decepcionante San Román abre la puerta grande de La Plaza México

Ciudad de México, 25 feb (EFE).- En la sexta corrida del Serial de Reapertura de la Plaza México de este domingo el torero mexicano Diego San Román obtuvo dos orejas, mientras su compatriota José Mauricio una y el español Emilio de Justo ninguna.

Los toros de Pozohondo fueron descastados en general, salvo segundo y cuarto, y justos de presentación. Unas 15.000 personas asistieron a la Monumental.

La mejor tarde de lo que va de la feria quedó lejos de ser un gran festejo. Si bien los toros de Pozohondo cumplieron en el tercio de varas y actuaron por lo general con emoción, ni fueron un ejemplo de trapío ni tampoco de casta. Excesiva fue por lo tanto la vuelta al ruedo del ganadero.

También la puerta grande de San Román. Fue la suya una comparecencia populista sin afán de pureza, con un toreo más despatarrado que vertical propio de plazas menores.

Solo tuvo mérito pasajes al natural de su primera faena, bajando la mano, para ceñido obligar a un quejumbroso, escaso de trapío, recorrido y casta, Pozohondo.

En la mano izquierda quedó lo mejor de su propuesta.

Hubo emoción por el peligro del descastado pero muchos minutos de más y precipitación en suertes insustanciales como los circulares. El manso volteo sin consecuencias a San Román quien acertó con el acero y obtuvo un apéndice.

El cierra plaza siguió la muleta de Diego San Román con abrupta decisión. De haber estado esta asomada al contrario las tandas hubiesen servido para doblegar al cornúpeta.

La tosquedad y falta de sitio asilvestró toro y faena.

Desbordado por ello el espada ni siquiera fue capaz de ofrecer el habitual repertorio populista de recursos. Acertadamente parte de los presentes protestaron la mala lidia de San Román.

Una extraña estocada sirvió al de Querétaro para ejecutar al astado y pasear su apéndice.

Confirmó Emilio de Justo con chicuelinas repartidas entre una serie en el centro del ruedo y el acompañamiento del toro al caballo. A todo respondió el abre plaza con cierta nobleza y debilidad.

La labor muletera del español consistió en darle acertadamente cuatro pases de poco recorrido por tanda, con mucha suavidad, facilitando la embestida del endeble noble con el movimiento de cuerpo y tela.

Un póker de derechazos de gran temple y algún natural de estética trascendente lo mejor de su presentación.

Realizó todo sin cruzarse. El animal por su debilidad agradeció no ser exigido. Pincho, escuchó un aviso y saludó en los medios donde hizo su faena.

Para sumar trofeos a los buenos pasajes dejados por De Justo, el español se las vio con un pozohondo con el que no servía la expresión y el temple pues tomaba la muleta con más genio que casta.

Cruzarse no fue opción nunca para De Justo, sí ser un polizón en el viaje del toro, poniendo la muleta a su paso sin mando e interpretando, conformando tandas abruptas sin quietud.

De nuevo escuchó avisos y saludó tras finiquitar al quinto de la tarde.

Otra oreja se llevó Mauricio

Era del segundo del sorteo, de fisonomía apolínea y cómoda, que acudió decido al peto. Allí recibió una buena vara de Omar Morales.

Jose Mauricio labró dos series con derecha de empaque pero sin el sitio suficiente para exponer la nobleza del anovillado.

El mexicano prendió los tendidos con toreo en redondo y pases descorchados en la cara del toro. Entendió Mauricio la bondad de su rival y abusó de la carta del riesgo. Mató de buena estocada que justificó la oreja recibida.

La fortuna fue benigna con Mauricio pues su siguiente res, de buenas y juveniles hechuras, tenía bravura demostrada al recibir una puya bien aplicada por Erick Morales.

El diestro anduvo muy por debajo del animal. Escuchó reproches a la voz de “toro” desde las localidades.

(c) Agencia EFE