Crystal Hefner, ex 'conejita playboy' y última esposa de Hugh Hefner, confiesa lo peor que vivió en la infame mansión

Crystal Hefner en Los Ángeles, el 13 de noviembre de 2023. (Amy Harrity/The New York Times)
Crystal Hefner en Los Ángeles, el 13 de noviembre de 2023. (Amy Harrity/The New York Times)

NUEVA YORK — Los vestigios visibles de los días de Crystal Hefner como playmate de Playboy han desaparecido en su mayor parte. El pelo rubio níveo que una vez caracterizó a la tercera y última esposa del fundador de Playboy, Hugh Hefner, se ha convertido en un rubio más oscuro. Cambió los atuendos reveladores por ropa recatada, como suéteres de punto beige.

Sin embargo, una mirada más cercana revela a una mujer que todavía se está aclimatando a la vida fuera de la infame Mansión Playboy de Los Ángeles, que abandonó hace unos siete años, no mucho después de que el editor de la revista muriera en 2017.

En una tarde reciente, Hefner se apoyó en una banqueta rosa en un restaurante italiano de Manhattan. Parecía pensativa: hacía menos de una hora que había leído por primera vez un fragmento de su nuevo libro de memorias, “Only Say Good Things: Surviving Playboy and Finding Myself”, a un grupo de desconocidos.

Hefner, de 37 años, dijo que todavía se está adaptando a la vida fuera de la mansión, donde vivió durante casi una década y donde “fue recompensada por ser pequeña”. Ha estado intentando desprenderse de los condicionamientos que soportó entre sus fastuosos muros.

“Llegar al poder es un trabajo en curso”, comentó.

“Only Say Good Things”, que sale a la venta el 23 de enero, es un paso hacia la consecución de ese poder. En el libro, Hefner reexamina su iniciación en el mundo de Playboy; detalla la cosificación y la misoginia que, según ella, experimentó bajo la dirección de Hugh Hefner, y extrae el trauma que aún está procesando.

Crystal Hefner en Los Ángeles, el 13 de noviembre de 2023. (Amy Harrity/The New York Times)
Crystal Hefner en Los Ángeles, el 13 de noviembre de 2023. (Amy Harrity/The New York Times)

“En aquel momento”, dijo, “debieron lavarme el cerebro o algo así”.

Conoció a Hugh Hefner en una fiesta de Halloween celebrada en 2008 en la mansión. La mansión ofrecía una visión de cómo vivía el uno por ciento más privilegiado, escribe en el libro, y ella quería formar parte de esa clase. A los 21 años, fue una de las muchas asistentes con reveladores disfraces de sirvienta francesa a las que él invitó a su dormitorio para practicar sexo en grupo mientras la fiesta terminaba.

Pronto. se enteró de que las visitas a la mansión solían implicar una “visita al dormitorio al final de la noche”, escribe en su libro de memorias. Por aquel entonces, creía que valía la pena.

Crystal Hefner se mudó a la mansión dos semanas después de la fiesta de Halloween, y empezó a salir con Hefner unos dos años después de conocerse. (Por aquel entonces, él seguía casado con su segunda esposa, Kimberley Conrad, pero ambos vivían separados).

Como novia y más tarde como esposa, tenía que mantener su aspecto físico. Si engordaba, él le decía que se “tonificara”, escribe en el libro, y si se le empezaba a brotar el pelo castaño, él le decía que se lo pusiera más rubio.

Cuenta que ella y otras amigas que vivían en la mansión recibían un pago semanal de casi 1000 dólares y que tenían un estricto toque de queda disfrazado de horario. Si lo incumplían, Hefner podía montar en cólera.

A menudo, satisfacía sus deseos a expensas de los suyos, decía, porque temía ser sustituida por alguien más joven, más energética, más rubia y con “pechos más grandes”.

"Solo cosas buenas"

Dijo que esas preocupaciones se apaciguaron ligeramente con su boda en 2012, cuando ella tenía 26 años y él, 86. (El matrimonio de Hefner con Conrad terminó en 2010 tras una separación de once años; su primer matrimonio, con Mildred Williams, a quien conoció durante sus años universitarios, terminó en divorcio en 1959).

Cuando murió de un paro cardiaco a los 91 años, al principio ella protegió su reputación. Escribe cómo, antes de morir, Hefner le hizo prometer que “solo diría cosas buenas”.

Su resolución de mantener esa promesa comenzó a desvanecerse en 2019, dijo, cuando comenzó la terapia después de ver “Finding Neverland”, el documental que detalla las acusaciones de abuso sexual de dos hombres que tuvieron relaciones de larga duración con Michael Jackson.

El mirar en retrospectiva en su matrimonio ahora evoca sentimientos de arrepentimiento y disgusto, aseguró Crystal Hefner. Todavía está aprendiendo a construir relaciones sanas y a romper las tendencias codependientes que desarrolló durante su relación.

“Cuando empecé a salir de nuevo, fue difícil, porque Hef solo me quería a su lado todo el tiempo”, relató.

No fue sino hasta hace poco, dijo con risa nerviosa, cuando aprendió el concepto de establecer límites.

“No tenía límites cuando estaba en la mansión”, reveló. “Si querías estar allí, no podías tener límites”.

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Dijo que su marido podía ser emocionalmente abusivo y algunas de sus otras examantes han hecho acusaciones similares. En 2015, Holly Madison, una antigua novia, publicó un libro de memorias en el que relataba las estrictas normas que debía seguir en la Mansión Playboy y los consiguientes problemas de salud mental que sufrió. Muchas playmates se molestaron por el libro cuando salió a la luz, dijo Hefner, incluida ella.

¿Pero ahora? “Lo veo de una forma completamente distinta”, afirmó.

Antes de su muerte, Hefner había negado las acusaciones de Madison y otras hechas contra él. Después de que Madison publicara su libro, dijo en una declaración a la revista People que seguía siendo amigo de muchas de sus exnovias, pero que algunas “han optado por reescribir la historia en un intento de mantenerse bajo los reflectores”.

El grupo PLBY, empresa matriz de Playboy, ha reconducido en los últimos años las acusaciones contra la editorial. Antes del estreno en 2022 de la serie documental de A&E “Secrets of Playboy”, el grupo publicó una carta abierta en Medium en la que reconocía las “acusaciones de acciones abominables por parte del fundador de Playboy, Hugh Hefner, y otros”.

“Confiamos y validamos a las mujeres y sus historias, y apoyamos firmemente a las personas que se han presentado para compartir sus experiencias”, decía la carta. (El grupo PLBY no respondió a las solicitudes de comentarios para este reportaje).

Holy Madison,Bridget Marquardt and Kendra Wilkinson con Hugh Hefner. (Photo by Eric CATARINA/Gamma-Rapho via Getty Images)
Holy Madison,Bridget Marquardt and Kendra Wilkinson con Hugh Hefner. (Photo by Eric CATARINA/Gamma-Rapho via Getty Images)

Jennifer Saginor, que escribió un libro sobre sus visitas periódicas a la Mansión Playboy con su padre, antiguo médico de Hefner, describió a Crystal Hefner y a otras mujeres que vivían y pasaban tiempo allí —la mayoría jóvenes, delgadas, rubias y blancas— como “atrezo contratado” que ayudaba a Hefner a cultivar una determinada imagen.

Saginor, que conoció a Crystal Hefner a través de su conexión común con el universo Playboy, dijo que tenía dudas de que las amantes del editor de la revista no supieran a lo que “se estaban comprometiendo” al mantener relaciones con él.

Hefner dijo que su vida actual es muy distinta a la de sus días en la mansión. Se gana la vida comprando y vendiendo propiedades de alquiler y, durante el último año, ha estado viajando entre Los Ángeles, donde vive, y Hawái, donde compró una granja.

No está segura de que Los Ángeles sea su “lugar para siempre”, dice, porque le gusta la idea de vivir “en algún sitio un poco menos superficial”.

c.2024 The New York Times Company

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