Delft, dónde nació Johannes Vermeer y murió Guillermo de Orange

Delft (Países Bajos), 14 feb (EFE).- Delft es una ciudad pequeña que mantiene la magia del auténtico paisaje neerlandés: bañada por canales en los que la luz refleja la sombra de los árboles; la iglesia y la plaza definen su cascos antiguo, los edificios geométricos encajan unos en otros, y los ciclistas y viandantes cruzan pausadamente sus callejuelas.

Pero la vida en Delft transcurre también entre historias de eventos que marcaron el pasado, y se rememoran en el presente, de este país. Uno de ellos involucra al “Padre de la Patria”, Guillermo de Orange, que lideró la revuelta contra la España de Felipe II durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que logró la independencia de los Países Bajos.

EL DELFT DE VERMEER

Guillermo de Orange marcó el siglo XVI de Delft, y el artista Vermeer (1632-1675) definió el XVII. El Museo Prinsenhof acoge hasta el 4 de junio una exposición centrada en la vida del pintor, su red y su relación con la ciudad, esbozando una imagen del clima artístico, intelectual y social del Delft en el que creció el maestro, el esposo, padre, yerno, empresario y vecino.

No se muestran pinturas de Vermeer, que en su mayoría están hoy en la exposición estrella del Rijksmuseum de Ámsterdam, pero se hace un recorrido por el Delft de Vermeer a través de un centenar de objetos y materiales de archivo relacionados con su vida: certificados de matrimonio, inventarios, testamentos, mapas, artículos para el hogar típicos, obras de sus contemporáneos, y cerámicas y tapices típicos que el pintor incluyó en sus cuadros.

Vermeer nació en Delft en una confesión calvinista, y se casó con Catharina Bolnes, una joven católica con la que tuvo 11 hijos a los que bautizó en la fe de su esposa, y otros cuatro que fallecieron antes de ser bautizados. Visitaron con frecuencia el edificio contiguo a la casa familiar: una misión jesuita con una iglesia escondida en Delft como para 700 fieles, y una escuela de niñas donde las hijas de Vermeer fueron bautizadas y educadas.

El Prinsenhof pone el foco en personajes del entorno inmediato de Vermeer: su suegra Maria Thins, su colega pintor Leonaert Bramer, el notario de la familia Guillermo de Langue, los coleccionistas Maria de Knuijt y su marido Pieter van Ruijven, además del maestro panadero Hendrick van Buyten, famoso amigo de Vermeer.

Además de la exposición, se suman una serie de eventos y actividades sobre Vermeer en la ciudad: la Iglesia Antigua muestra una serie de fotografías de sus pinturas reelaborados con modelos de la era moderna; y el Centro Vermeer de Delft reproduce 37 obras de Vermeer y expone su silla, o una “cámara oscura”, un dispositivo óptico que dio forma al especial estilo fotorrealista del pintor, introducida al artista por la orden jesuita de la ciudad.

Janelle Moerman, directora del Prinsenhof, admite que Vermeer es un personaje tal que el museo puede permitirse “dedicarle toda una exposición sin incluir ni una sola de sus obras”.

UN MUSEO QUE ANTES FUE UN MONASTERIO

El Museo Prinsenhof fue previamente el Monasterio de Santa Ágata, donde Guillermo, nacido en 1533 en Dillenburg (Alemania), se mudó en 1572. Sus desacuerdos con Felipe II llevaron al rey español a poner precio a su cabeza, con varios intentos de asesinato fallidos, relata Dick Stammes, guía y escritor neerlandés, durante un tour sobre los secretos históricos de Delft.

Todo cambió en julio de 1584: Guillermo, apodado el Taciturno, se dirigía a sus aposentos tras almorzar con un alcalde en Prinsenhof, cuando el francés Balthasar Gerards lo mató a tiros. Los agujeros que dejaron las dos balas se mantienen intactos, enmarcados y sin gran protección, perforados en la pared derecha de la escalera hacia la primera planta del museo.

Los neerlandeses lo recuerdan como un príncipe espabilado, optimista, elocuente, con dones diplomáticos y un héroe de la patria. Sus últimas palabras, aseguran, fueron: "Dios mío, Dios mío, ten piedad de mí y de este pobre pueblo". Guillermo de Orange está enterrado en la Iglesia Nueva de Delft, en una tumba rediseñada en 1614 por un escultor de Ámsterdam.

Gerards había pasado la noche anterior al asesinato en una posada cercana, que hoy es una de las panaderías más concurridas de Delft. Las autoridades lo encarcelaron en Het Steen, la prisión de la ciudad ubicada en el ayuntamiento del siglo XVI, donde fue torturado hasta la muerte. La cárcel, y sus instrumentos de tortura, son hoy un atractivo turístico.

Así, esta primavera, los curiosos pueden seguir en Delft el rastro al pintor de “La joven de la perla”, mientras conocen a Guillermo de Orange, fotografían casas que parecen flotar en los canales, compran tulipanes y se toman un refresco bajo la luz de Delft.

Imane Rachidi

(c) Agencia EFE