Don Omar sobre su batalla con el cáncer: "Lo que más agradezco es estar vivo"

En exclusiva, el reguetonero puertorriqueño Don Omar revela cómo un diagnóstico de cáncer del riñón cambió su vida.

Don Omar estaba en la cima del mundo en abril cuando se presentó en Las Vegas, como parte de su esperado regreso a los escenarios, con una gira llena de conciertos sold out. Al ver al titán del género urbano dominando la tarima, pocos imaginaban su calvario. “Me estaba sintiendo muy enfermo, tenía mucha fiebre, mucho dolor de cuerpo y sentía que algo no estaba bien”, confiesa el reguetonero puertorriqueño de 46 años, quien se entregó a sus fanáticos, haciendo caso omiso a su cuerpo, y dejándose guiar por el mantra de que el show debe continuar.

Las alarmas seguían disparándose en su interior. “Comencé a tener hemorragia interna que se estaba reflejando en mi orina. Estuve alrededor de dos o tres semanas super asustado”, cuenta sobre el sangrado que fue empeorando con los días. “Me comencé a auto-medicar”, admite. “Venía de hacer mucha actividad física, tengo un show de dos horas en tarima y llevan esfuerzo; se suda muchísimo. Pensaba que estaba deshidratado, lamentablemente no”.

Su diagnóstico de cáncer del riñón lo tomó por sorpresa. “Venía de celebrar la vida, de celebrar el triunfo, de celebrar los éxitos, de celebrar la música, y de momento me dijeron: ‘Quizás te estás muriendo’ y no lo sabía”, recuerda. El 2 de mayo marcó un antes y después: Don Omar hizo una presentación para Fórmula Uno en el Hard Rock Stadium donde le quedó claro que ya no podía seguir ignorando las señales que le enviaba su cuerpo y necesitaba pedir ayuda. “Ese fue un día sumamente difícil”, admite. “La temperatura estaba como a 105 grados, tuve que hacer un show a las 12 del mediodía. Ese día mi cuerpo sintió un shutdown”.

Hasta ese momento le había ocultado sus síntomas a su doctor y a su familia. Al llamar a su médico, le ordena que vaya urgentemente al hospital Orlando Health, donde lo esperaba un grupo de doctores. “Ya no me llamaba Don Omar, ya no me llamaba William, tenía nombre de ‘Roberto Martínez’ porque ya el equipo sabía que algo no estaba bien dentro de mí”, recuerda sobre su llegada al centro médico, donde le hicieron estudios.

Los profesionales de la salud que lo cuidaron —casi todos hispanos— se mostraron muy preocupados por él. “Cada vez que uno de ellos se enteraba que era yo, su cara era de ‘Wow, se va a morir; wow, Don Omar tiene cáncer"', relata. Si bien al inicio trató de mantener su crisis de salud un secreto, el 17 de junio, reveló al mundo su batalla contra ese mal. "Hoy sí, pero mañana no tendré cáncer. Las buenas intenciones son bien recibidas. Nos vemos pronto", escribió en Instagram junto a una foto portando el brazalete del hospital Orlando Health, dejando a muchos en shock.

<p>Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera</p>

Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera

"Hoy me levanté sin cáncer y agradecido. Gracias por sus buenos deseos, oraciones y miles de mensajes. Mi operación fue todo un éxito y ahora queda recuperarme", publicó el 18 de junio, tras someterse a una laparoscopia para extirparle el riñón izquierdo, donde tenía el tumor, un carcinoma en las células renales. “Lo que más agradezco hoy es estar vivo”, confiesa el cantante, quien estuvo unas tres horas en el salón de operaciones.

“Mi doctor hace 100 operaciones de estas al año y me dijo que no entendía”, cuenta Don Omar, cuyo síntoma de sangrado severo en la orina no es común y sirvió para encontrar el tumor a tiempo. “Ese es el momento donde el miedo se comienza a convertir en confianza”, dice el artista, quien cantaba en la iglesia en Puerto Rico y fue pastor antes de triunfar como reguetonero. Esta crisis de salud solo ha fortalecido su fe. “Lo dejamos de ver clínico y lo comenzamos a ver como el acto de un milagro, que es lo que fue para mí”, reconoce. Y añade apuntando hacia el cielo: “Tomamos lo que estaba pasando como un aviso de emergencia, un aviso de ‘Alguien’ que me quiere muchísimo”.

<p>Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera</p>

Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera

¡Dios no es el único! La avalancha de amor que ha recibido de sus colegas y sus fanáticos ha sido abrumadora. “Mis compañeros se desbordaron en atenciones, se preocuparon, se ocuparon, llamaron, me escribieron, todos. Daddy Yankee, Wisin, Yandel, mi hermano Tego Calderón, David Bisbal, todo el mundo”, reconoce. Las palabras de aliento del copresentador de El gordo y la flaca Raúl de Molina, quien también es sobreviviente de cáncer de riñón, también fueron un bálsamo: “Él lo que me dijo fue ‘Quédate tranquilo, ya todo pasó. Ya lo que queda es que te recuperes y seguir hacia adelante’”.

Hoy vive con un solo riñón, pero lleno de agradecimiento. “Mi tumor medía dos milímetros, estaba en el punto de cáncer etapa uno, casi convirtiéndose en cáncer etapa dos. Lo que hubiese sucedido — si nada de esto pasaba— es que en un año mi tumor iba a crecer al tamaño de tres milímetros y después de tres milímetros es cáncer etapa tres y no hay vuelta atrás, no hay cura”, dice, sin arrepentirse de remover su riñón izquierdo como medida preventiva. “Yo no quería terminar en quimioterapia. Hoy es uno de los días más difíciles porque hace dos días atrás perdí a uno de mis mejores amigos, de cáncer en el páncreas”, cuenta el intérprete de “Danza Kuduro”, “Dale Don” y “Pobre Diabla”.

Si bien enfrentarse al cáncer viró su mundo al revés, esta no ha sido su batalla más dura. "El dolor de los procesos era nuevo, totalmente nuevo para mí. La carga mental era nueva para mí, pero yo batallé con demonios más grandes”, asevera. “Hoy en día estoy libre de drogas, hoy en día no tomo alcohol. De las batallas más grandes que viví es no seguir permitiendo que la forma en la que crecí siguiera definiendo quién soy como adulto. Y si me preguntas de esas batallas, han sido más fuertes que esta”.

Su gran aliada ha sido su esposa, cuya identidad no han revelado para proteger su privacidad. Ella estuvo presente en esta sesión de fotos, en la cual compartió miradas cómplices y sonrisas con el cantante. Ella lo vio llorar varias veces y fue su roca cuando él entró "en pánico."

<p>Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera</p>

Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera

“Un día me levanté y la realidad de que tenía cáncer me tocó. Esa realidad me tocó con todas esas caras de las personas que he perdido por cáncer. Nunca quise entablar una discusión con Dios, no quería preguntarle '¿Por qué a mí? Ah, ¿por qué a mí, yo que soy tan bueno?' No", dice Don Omar. "Desde que a mí me dieron mi veredicto, desde ese momento, empecé a guardarme todo. Como la única que lo sabía era mi esposa, yo no quería que mi esposa se desplomara. Entonces yo sentía que tenía la responsabilidad de actuar fuerte, pero realmente por dentro me estaba muriendo del miedo”.

Ella le repetía "Todo va a estar bien" en los momentos más oscuros. “Sin mi esposa no lo hubiera logrado”, admite. Sus hijos —de relaciones previas— también lo llenaron de fuerza. “Mis niños, yo creo que les afectó”, confiesa. “Mi niña me estuvo cuidando tan pronto salí del hospital”, dijo sobre Gianna. “Mis niños [estaban] muy preocupados por su papá. Mi niño Derek me envió un mensaje que decía que no existe momento para un hijo despedirse de su padre, y se lo dije, ‘No nos vamos a despedir’. Lo que hice fue por estar aquí más tiempo”.

La angustiosa experiencia de Don Omar la viven más de 80,000 personas cada año en Estados Unidos, recuerda la presidenta de la Fundación Nacional del Riñón, la Dra. Sylvia Rosas, quien advierte que no es fácil detectar este tipo de cáncer. “Desafortunadamente, los síntomas son tardíos, pero incluyen sangre en la orina y dolor en la espalda”, apunta la Dra. Rosas, quien señala que exámenes como un CT (tomografía computarizada) o MRI (imágenes por resonancia magnética) son con frecuencia la manera en que se descubre el tumor.

Si bien sus médicos le recomendaron no trabajar por 90 días, “el terco de Don Omar” —como el mismo se define— decidió seguir adelante con su gira. Eso sí, prometió seguir su tratamiento al pie de la letra cuando termine sus conciertos. Agradece igualmente que no tiene que hacer quimioterapia o radiación. "Ahora miro la vida como privilegiado. Eso me hizo ser un ser humano mejor”, afirma William Landrón, su nombre de pila, agregando que ahora puede disfrutar de un día en familia sin la necesidad de ser el centro de la atención. “Aprendí a ponerme en los zapatos de otra gente”, admite. “En este proceso, aprendí mucho. Aprendí a ser empático”.

Su comunión con el público en sus conciertos tendrá otro significado después de este renacer. “Siempre he tomado el tiempo en mis shows para dejarle saber a la gente lo bueno que ha sido Dios conmigo, lo bonito que han sido todos ellos conmigo. En esta oportunidad tengo algo distinto que contar: tengo una historia de un milagro que viví, que vi como todas las piezas se movieron, se acomodaron", dice. "Todo esto pasó tan rápido porque Dios así lo quiso, porque mis doctores fueron las herramientas que Dios utilizó”.

<p>Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera</p>

Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera

Durante esta conmovedora y catártica entrevista, Don Omar lloró a lágrima viva y mostró un lado vulnerable —muy diferente al imponente reguetonero que se luce en tarima— dejando al descubierto el alma de William Landrón.

¿Qué es lo que más agradeces el día de hoy? 

Lo más que agradezco hoy es estar vivo. Yo creo que con eso podemos arrancar. Hoy todo ha sido dar gracias por estar vivo.

¿Cómo cambia tu vida el diagnóstico de cáncer? ¿Qué te dijeron los doctores y qué síntomas tuviste?

Todo estaba muy bien, estábamos trabajando en la gira. En el show de Las Vegas yo me estaba sintiendo muy enfermo, tenía mucha fiebre, mucho dolor de cuerpo y sentía que algo no estaba bien. Pude hacer el show de Las Vegas sumamente enfermo. Descansé como tres días, comencé a sentirme mejor y decidí hacerle caso omiso a lo que estaba sintiendo. Yo comencé a tener hemorragia interna que se estaba reflejando en mi orina. Estuve alrededor de dos o tres semanas super asustado. No sabía que estaba pasando, me comencé a auto-medicar. Pensaba que lo que estaba sucediendo era que estaba deshidratado. Venía de hacer mucha actividad física, tengo un show de dos horas en tarima y esas dos horas llevan esfuerzo físico; se suda muchísimo. Pensaba que estaba deshidratado, lamentablemente no.

Después de terminar mi último show en Miami me sentía muy mal. Me sentía débil, ya era la segunda semana que estaba teniendo esta hemorragia y mi cuerpo ya me estaba diciendo que quedaba poco tiempo o que quedaba poca energía. Una semana después, me tocaba hacer la presentación especial para Fórmula Uno en el Hard Rock y ese fue un día sumamente difícil. La temperatura estaba como a 105 grados, tuve que hacer un show a las 12 del mediodía. La temperatura era de locos, yo sentía que ya venía deshidratado. Estaba teniendo la hemorragia y ese día mi cuerpo sintió un shutdown. Ese día tan pronto terminé el show que me regreso a la casa sentía que me quería desmayar, que algo no estaba bien. Ese día la hemorragia empeora y yo decido llamar a mi doctor. El doctor me estaba yendo a ver semanal[mente] durante la gira pero yo no le quería decir nada.

¿Tenías miedo por ti, por tu familia? ¿Qué te hace callar eso? 

No quería dañar el momento. Yo como artista, como profesional, venía experimentando un gran momento; todos estos sold outs de la gira, todo estaba corriendo y fluyendo superbien. No quería preocupar a nadie. Tenía miedo de decir lo que me estaba pasando porque ya había escuchado que cuando esto sucede no queda mucho tiempo para las personas. Seguía jugando dentro de mi mente; no sé cuántos días estuve buscando en internet y llenándome de información que no necesariamente era la correcta. No quería dañar el momento. Quería esperar que la gira se acabara e irme a chequear con el doctor. Cuando llame al doctor, que le dejo saber lo que está pasando, me pide que de emergencia llegue a Orlando. Cuando llego a Orlando me está esperando todo un equipo de profesionales. Ya no me llamaba Don Omar, ya no me llamaba William; tenía nombre de ‘Roberto Martínez’ porque ya el equipo sabía que algo no estaba bien dentro de mí. Me comenzaron a hacer análisis. Creo que pasé por los análisis más incómodos que un hombre puede pasar. Todo lo que haya que ver dentro de un ser humano en su área pélvica es a través de sus órganos reproductivos y yo tuve una cámara dos veces chequeándome —una totalmente sedado, la otra fue a sangre fría—estaba totalmente despierto.

En Orlando me recibió un equipo de personas que estaban muy preocupados por mí. La preocupación, dentro de lo que trataban de disimularla, a mí me estaba haciendo mucho daño. Cada vez que se enteraba alguien —yo estuve en manos de venezolanos, de colombianos y de puertorriqueños en este proceso— y cada vez que uno de ellos se enteraba que era yo, su cara era de, ‘Wow, se va a morir; wow, Don Omar tiene cáncer’. Y esas eran las mismas caras que yo seguía viendo todos los días. Comencé una campaña de incógnito. Llegaba primero al hospital, antes que nadie; trataba de ir casi cuando estuviesen cerrando las oficinas porque no quería que la gente comenzara a decir, ‘Vi a Don Omar en un centro de tratamiento de cáncer’. Traté que la noticia no impactara a otras personas.

<p>Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera</p>

Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera

¿Cómo reacciona tu esposa, que está aquí contigo el día de hoy? ¿Cómo reaccionan tus hijos, tu círculo más íntimo, y cuándo decides dar esta noticia al mundo? 

Nadie sabía nada, nadie, solo mi esposa. Esa es la razón de haber tomado acción tan rápido. Yo entré en pánico. A mí me dijeron que cuando un paciente llegaba con una hemorragia como la que yo tenía literalmente era indicio de que estaba muriendo. Venía de celebrar la vida, de celebrar el triunfo, de celebrar los éxitos, de celebrar la música, y de momento me dijeron, ‘Quizás te estás muriendo’ y no lo sabía. Nunca tuve un dolor, nunca sentí molestia. De la noche a la mañana sucedió la hemorragia y traté de ver cómo la trabajaba. Fue superchocante para todo el mundo, ver ese post de Instagram, porque ni tan siquiera en mi equipo de trabajo nadie sabía nada.

¿Cómo fue la reacción de tus fanáticos y de tus colegas? ¿Cuál fue el diagnóstico que te dan en el hospital?

El diagnóstico, después de mis análisis, se me encontró un renal cell carcinoma en mi riñón izquierdo; es un tumor canceroso que estaba creciendo dentro de mi riñón izquierdo. Aquí vienen las cosas bonitas de lo que pasé. Mi tumor era un tumor pequeño, en un área alejada de las arterias en el riñón. Un tumor que esté más cerca de las arterias es más peligroso. Todos mis doctores —mi doctor Inoel Rivera, a quien le mando un abrazo, Dios te bendiga, y a Alberto Rivera también, y a la gente del Orlando Cancer Treatment Center, que les agradezco. Mi doctor, después de hacerme todos los análisis, llega con la élite de doctores del hospital y me dice: ‘¿Sabes qué? Nadie entiende. El tamaño de tu tumor no se supone que te creara la hemorragia que te creó. No se supone que nada de esto estuviese sucediendo contigo’. Y desde ese día, desde los doctores, hasta el paciente, tomamos lo que estaba pasando como un aviso de emergencia, un aviso de Alguien que me quiere muchísimo, que me cuida [dice apuntando al cielo] y que me llevó a la situación que estaba pasando con la intención de que llegara a donde un doctor a tiempo.

Cuéntanos de la operación. Dices que estás ‘libre de cáncer’. ¿Qué viene ahora, algún tratamiento? 

Estuve en cirugía tres horas, una cirugía que se llama laparoscopía. Es una cirugía hecha con un robot donde se movió mi estómago, mis intestinos, mis pulmones, se movió el hígado. Desde la parte frontal, comienzan a mover todo hasta llegar a la parte de la espalda, donde están los riñones. Se corta el riñón, se hace una pequeña incisión en el costado izquierdo y es por ahí por donde sacan el riñón. Mi doctor hace 100 operaciones de estas al año y me dijo que no entendía, no entendía cómo llegué, no entendían la hemorragia. No había razón para que yo estuviese pasando por esa hemorragia y yo creo que ese fue el momento en en el que yo dejé de sentir miedo. Ese es el momento donde el miedo se comienza a convertir en confianza, porque mientras va llegando toda esta información por los análisis, todo el mundo comienza a decir, ‘Nos alegramos’. Yo escuchaba a tanta gente decir ‘Qué bueno’, cuando yo lo que sentía y pensaba dentro de mí es: ‘Tengo cáncer, me voy a morir’. Lo dejamos de ver clínico y lo comenzamos a ver como el acto de un milagro, que es lo que fue, para mí.

Tuve que extirparme mi riñón izquierdo completo, ya no tengo mi riñón izquierdo, estoy solamente funcionando con el riñón derecho. Los seres humanos podemos tener una vida plena con un solo riñón. La decisión de remover el riñón la tomamos porque un tumor pequeño se iba a hacer grande. Mi tumor medía dos milímetros; estaba en el punto de cáncer etapa uno, casi convirtiéndose en cáncer etapa dos. Lo que hubiese sucedido — si nada de esto pasaba— es que en un año mi tumor iba a crecer al tamaño de tres milímetros y después de tres milímetros es cáncer etapa tres y no hay vuelta atrás, no hay cura. El peligro del cáncer en el riñón es que el 80 por ciento de la sangre pasa por los riñones, es un filtro de la sangre. Yo no quería terminar en quimioterapia. Hoy es uno de los días más difíciles porque hace dos días atrás perdí a uno de mis mejores amigos, de cáncer en el páncreas. Cuando tú tienes a tanta gente que has perdido y que has visto que una enfermedad se sigue apoderando de tus amistades, de la gente que tú quieres, de tus familiares, comienzas a crear ese miedo interno a lo que no quieres que te pase.

Las veces que mi esposa me vio llorar, porque yo traté de tomarlo todo a la buena de Dios y muy tranquilo... Un día me levanté y la realidad de que tenía cáncer me tocó. Esa realidad me tocó con todas esas caras de las personas que he perdido por cáncer. Nunca quise entablar una discusión con Dios, no quería verme en una conversación con Dios a preguntarle, '¿Por qué a mí? Ah, ¿por qué a mí, yo que soy tan bueno?' No. Desde que a mí me dieron mi veredicto, desde ese momento, yo empecé a guardarme todo. Como la única que lo sabía era mi esposa, yo no quería que mi esposa se desplomara, entonces sentía que tenía la responsabilidad de actuar fuerte, pero realmente por dentro me estaba muriendo del miedo. Yo no quería eso, quería que todo el mundo estuviera tranquilo.

<p>Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera</p>

Kike Flores @kikelflorescreator; Productora: Patricia Rivadeneira @duckboxproductions; Asistencia de estilismo en set: Dani Cuesta @danicuestap; Maquillaje: Susana Betancourt @susiemakeup; Barbero: Luis Andres Rivera

¿Cómo lo hablas con tus hijos? ¿Cómo reaccionan ellos? 

Nadie lo sabía, espero no tener una próxima ocasión para reivindicar la forma en la que lo hice saber, porque sí mucha gente se preocupó. No era mi intención, mi intención era dejarles saber que ya lo sabía desde hace mucho tiempo y que ya era mi último día con cáncer porque ya estaba listo para hacer mi operación. Mis niños, creo que les afectó. Mi niña me estuvo cuidando tan pronto salí del hospital. Mis niños muy preocupados por su papá. Mi niño Derek me envió un mensaje que decía que no existe momento para un hijo despedirse de su padre, y se lo dije, 'No nos vamos a despedir'. Lo que hice fue por estar aquí más tiempo.

¿Estás bajo algún tratamiento actual, cambiaste algo de tu alimentación o tu estilo de vida?

Necesito continuar un tratamiento, aquí viene el terco de William Omar. Mis doctores me recomendaron no hacer nada por 90 días, me recomendaron no trabajar. Me recomendaron todo lo contrario a lo que yo estoy haciendo hoy, pero yo no podía salir del hospital sin tomar la responsabilidad de las cosas que ya había comenzado. Hice un acuerdo, le prometí a mis doctores que regresaba a la gira y que tan pronto termine la gira [en septiembre] regreso a Orlando a comenzar mi tratamiento. No tengo que hacer quimioterapia, no tengo que hacer radiación, no tengo ningún otro tipo de cambio en mi dieta o mi estilo de vida. Sí siento un cambio como persona, como alguien que ahora miro la vida como privilegiado, con el privilegio que tuve de que alguien me dijera, 'You need to slow down, you need to check up on you', tienes que buscarte, tienes que sacar tiempo para ti. Eso me hizo ser un ser humano mejor.

Háblanos de tus horas libres con tu esposa y con tus hijos. ¿Qué haces con ellos?

Escucharlos. Siempre he disfrutando de mi familia, de admirar a cada uno de los integrantes de mi familia. Yo busco la forma de encontrar en cada uno de los seres, y de mis parientes, eso bonito de cada uno de ellos y disfrutármelo —y aprender a verlos crecer y seguir desarrollando eso bonito que son como seres humanos. Hoy un día con mi familia es esa misma intención de seguir estando a su alrededor, sin la necesidad de ser el epicentro ni el centro de la atención. Yo aprendí a ponerme en los zapatos de otra gente. Aprendí a ponerme en los zapatos de quien lamentablemente tiene un diagnóstico de cáncer que no tiene cura. Me puse en los zapatos de quien aún teniendo un tratamiento de cáncer que puede tener cura, quizás no tiene los recursos financieros. Se aprende mucho. En estos dos meses que yo estuve en este proceso, aprendí mucho. Aprendí a ser empático. Yo toda la vida he odiado los hospitales y esta vez cada vez que me tocaba ir al hospital, teniendo clara mi situación, yo solamente estaba mirando las caras de la otra gente.

Una de las escenas que yo no sé si pueda borrar de mi mente: en la mañana de la operación nosotros llegamos super temprano, como a las 4:30 de la madrugada. Era un cuarto grandísimo, nosotros llegamos primero y de repente comienza a entrar mucha gente, muchos pacientes. Jóvenes, hombres, mujeres, adultos, niños. Nosotros estábamos todos haciendo la fila para irnos a operar el mismo día. Antes de prepararme yo estaba super asustado, tenía mucho miedo. A mí no me gustan los doctores. No creo que exista una sola persona que sienta alegría de estar en un hospital. Cuando nos estábamos preparando, todos tenemos que tomar nuestras pertenencias y yo vi seres humanos que íbamos todos caminando en un pasillo donde lo único que se escuchaba eran los zapatos. Nadie miraba al lado, todo el mundo estaba mirando al suelo. Entrando al cuarto te dan un número. Yo era el número 12. Tienes que seguir caminando por el pasillo, cuando encuentras el número 12 en la pared esa es tu camilla y comienza tu proceso. Es un proceso que se da en un ambiente cargado. Tú puedes sentir la tristeza de la gente, puedes sentir tanto la tristeza de la gente como la alegría del que sabe que quizás se va a operar y todo va a estar bien. Regresando a mi familia, mirarlos hoy en día, es algo que yo creía que no iba a pasar más.

¿Qué nos puedes contar de tu esposa, qué te enamora de ella? 

Sin mi esposa yo no lo hubiera logrado, yo tenía mucho miedo. Todo, todo, fue el soporte. Yo no tenía con quien hablar y sé que ella dentro de todo se dedicó a escucharme, a escuchar si tenía miedo, a escuchar que no me quería morir, y siempre escuché lo mismo: ‘Todo va a estar bien’.

¿Qué significa para ti regresar al escenario, a tu música? Háblanos de esa fuerza que tienes hoy. 

Es de los casos de necedad más grande que tengo reciente [ríe]. Yo necesito ser Don Omar, yo vivo trabajando con mi música, con mis shows, con todo lo que hago. Es lo único que realmente, además del apoyo de mi esposa y de mis doctores, es lo único que me hizo tomar las decisiones que tomé: regresar, regresar a hacer mi trabajo, a hacer mi música, regresar a reírme todos los días. Regresar a trabajar es ahora distinto. Siempre he tomado el tiempo en mis shows para dejarle saber a la gente lo bueno que ha sido Dios conmigo, lo bonito que han sido todos ellos conmigo. En esta oportunidad tengo algo distinto que contar: tengo una historia de un milagro que viví, que vi como todas las piezas se movieron, se acomodaron. Creo que todo esto pasó tan rápido porque Dios así lo quiso, porque mis doctores fueron las herramientos que Dios utilizó, por el apoyo de mi esposa y por las ganas inmensas de regresar a hacer lo que me gusta, a estar en una tarima, a hacer mis shows. Esa es esa fuerza.

Raúl de Molina se acercó a ti, él también es sobreviviente de cáncer. ¿Cómo fue el apoyo de él y de otros artistas? 

Yo tengo el mejor trabajo del mundo. Tengo un trabajo donde mis compañeros se desbordaron en atenciones, se preocuparon, se ocuparon, llamaron, me escribieron, todos. Daddy Yankee, Wisin, Yandel, mi hermano Tego Calderón, David Bisbal, todo el mundo. Por favor si se me queda uno, discúlpenme. Los mensajes de todos ustedes hicieron mis días menos difíciles. Todos estos colegas me mostraron que sienten algo especial por mí. Entre ellos, mi gran amigo Raúl de Molina, que cuando se enteró de lo que estaba sucediendo fue una de las personas que se comunicó conmigo y me habló de su experiencia. Raúl tuvo el mismo tumor que tuve yo. También le extirparon un riñón hace casi 20 años. Sus palabras fueron especiales porque él lo que me dijo fue, ‘Quédate tranquilo, ya todo pasó, ya lo que queda es que te recuperes y seguir hacia adelante’.

¿Cuál es el próximo paso en el cuidado de tu salud? 

Mi diagnóstico hoy es que estoy ‘97 por ciento libre de cáncer’. Esa frase ‘libre de cáncer’ depende que en los próximos cinco años, yo cada 90 días esté haciéndome unos estudios para revisar que ninguna célula de cáncer quedó dentro de mi cuerpo o se estén activando dentro de mi cuerpo. Me regreso a hacerme análisis básicos, algunos un poco más complejos. Todo esto se supone que lo estuviese haciendo ahora, no lo estoy haciendo. Quiero terminar el trabajo de la gira y dedicarme a cuidarme, a hacerme un chequeo completo de todos mis órganos. Me mandaron a chequear todo: los pulmones, el corazón. Ya la mayoría estaba claro que estaba bien, por los análisis anteriores, pero quiero análisis más profundos. Entré en ese momento en el que quiero estar totalmente tranquilo de que estoy bien y de que voy a poder seguir haciendo lo que me gusta.

En el pasado has batallado con el alcohol, con las drogas, has dicho que son tus ‘peores enemigos’. ¿El cáncer ha sido la batalla más dura que tú has librado? 

No, esta no es la batalla más dura. El dolor de los procesos era nuevo, totalmente nuevo para mí. La carga mental era nueva para mí, pero yo batallé con demonios más grandes. Yo hoy en día estoy libre de drogas, hoy en día no tomo alcohol. De las batallas más grandes que viví es no seguir permitiendo que la forma en la que crecí siguiera definiendo quién soy como adulto. Y si me preguntas de esas batallas, han sido más fuertes que esta.

¿Qué le quieres decir a otros pacientes de cáncer? ¿Y qué te hace feliz hoy en día, qué te hace celebrar la vida? 

En el mundo lamentablemente hay más gente caminando con cáncer —y no lo saben— que la gente que sabe que son pacientes de cáncer. A los pacientes de cáncer la aportación más grande que puedo hacer es convertirme en un canal de experiencia. Me encantaría en algún momento compartir mi experiencia y que ellos compartan su experiencia conmigo porque yo sé que una de las cosas que más daño me hacía —decisión mía— era no querer hablar. Yo no quería hablar de que me estaba muriendo, no quería hablar con nadie de que me iba a morir. Existen muchos diagnósticos, existen pacientes que se van a curar, existen pacientes que van a batallar por muchos años, y lamentablemente existen pacientes que no van a ganar la batalla. ¿Qué le diría yo al paciente que se está recién enterando que tiene cáncer? Pelea, con miedo, pero pelea.