El español más poderoso del mundo nació en un retrete

Este viernes 28 de junio se cumplen 500 años del nombramiento de Carlos I como emperador. Aquel 28 de junio de 1519 el hijo de Juana la Loca y Felipe I el Hermoso se convirtió en el hombre más poderoso del planeta. Si estos días venimos festejando los 5 años de la subida al trono del Rey Felipe VI, hay que imaginar lo que supuso el nombramiento de Carlos I como emperador. Dominaba casi el mundo entero, o al menos dominaba el mundo que mandaba entonces.

En los cinco siglos que han pasado, ningún otro hombre ha vuelto a reunir tanto poder sobre la faz de la tierra. Pero, hasta los hombres más poderosos de la historia pueden tener episodios en sus vidas de lo más extraños. Resulta que el momento de la llegada al mundo de este español tan célebre fue de todo menos lustroso. Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico nació en un retrete. Y si un retrete habitualmente resulta un lugar poco lucido, imaginemos un retrete del siglo XVI.

Charles V, King of Spain and Holy Roman Emperor, (1836). Charles (1500-1558) depicted wearing the chain of the Order of the Golden Fleece. Crowned King Charles I of Spain in 1516, he was the founder of the Habsburg dynasty. He became Holy Roman Emperor in 1519. After the original painting by Holbein. (Photo by The Print Collector/Print Collector/Getty Images)

Juana I de Castilla, la madre de Carlos, estaba embarazada pero no quiso perderse el baile. Había fiesta en palacio, y la entonces Archiduquesa Doña Juana no quería dejar solo en tales eventos a su esposo el Archiduque Felipe de Austria. Juana era muy celosa y Felipe, ya lo diría más adelante su apodo de rey, era muy hermoso. Pero Juana se sintió de pronto indispuesta. La Reina comenzó a tener fuertes dolores de vientre que le alejaron de los salones en busca del retrete palaciego. Pensaba Doña Juana que simplemente había cenado demasiado. Pensaba que tenía una indigestión, por eso acudió sola, y sin la compañía ninguna de sus doncellas, a las letrinas. Hay que imaginarse que los retretes de la época apenas solían consistir en un agujero en el suelo.

Sin embargo en palacio había una sala reservada a tales evacuaciones, pero sin ninguna comodidad y con todas las pestilencias. Hay que recordar que el futuro emperador nació un 24 de febrero de 1500 y habría que esperar hasta el año 1597 para que se inventara el inodoro. Por cierto, la llegada del inodoro fue impulsada por otra royal. Fue la Reina I de Inglaterra quien no podía soportar los malos olores de los retretes de su palacio y por ello John Harrington se animó a inventar un artilugio que pudiera satisfacer a su Reina y así nació el Water Closet. Pero esa es una curiosa historia en la que ya profundizaremos otro día.

Juan de Austria's presentation to Emperor Carlos V in Yuste by Don Juan of Austria. Circa 1868 or 1869. Oil on canvas. (Photo by: Universal History Archive/Universal Images Group via Getty Images)
Juan de Austria's presentation to Emperor Carlos V in Yuste by Don Juan of Austria. Circa 1868 or 1869. Oil on canvas. (Photo by: Universal History Archive/Universal Images Group via Getty Images)

Ahora regresemos al momento en el que la Archiduquesa Juana cree que va a evacuar su mala digestión en una sucia y parca letrina del año 1.500, en el Palacio de Prinsenhof, en Gante. Doña Juana está dispuesta para aliviar su malestar gástrico cuando, ante su absoluta sorpresa, se da cuenta de que está empezando a dar a luz. Frente a tan extraordinaria eventualidad Juana quiso pedir ayuda, pero no le dio tiempo a avisar a nadie para que la asistiera. Su hijo venía de forma inmediata.

Así Doña Juana trajo sola, sin ayuda de nadie, a su hijo Carlos en aquella letrina de palacio. Y si ya resulta curioso que los pequeños ojos de un futuro emperador se abran por primera vez en un retrete, recordemos además que los herederos descendientes de los Reyes debían en aquella época venir al mundo en presencia de múltiples testigos. El asunto de los testigos era primordial para que pudieran asegurar la legitimidad al trono del recién nacido. Pues resulta que aquel bebé, futuro Rey de España y de las Indias y de Nápoles y de Sicilia y de Rosellón y de Cerdeña y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, nació sin testigo ninguno más que su propia madre, en la soledad de aquella letrina palaciega. La vida, y sus cosas.