El terrible síndrome que hace mucho más difícil el diagnóstico de la depresión
Todavía resulta extraño el final de Robin Williams, uno de los actores más divertidos, simpáticos, y geniales de la historia contemporánea del cine. Su actuación siempre cercana, y graciosa daban garantía a sus películas y sus apariciones en entrevistas y en eventos, lo hacían ver como un hombre encantador, plácido y feliz. Sobre todo sonriente. El diagnóstico, así como el desenlace de su vida, fueron inesperados: sufría de depresión, pero no se le notaba. Era lo que se ha llamado depresión sonriente.
No son pocos los famosos que, con su tragedia, sirven hoy de ejemplo para hablar de lo que aún es tabú para miles de personas, la depresión, sobre todo cuando la sociedad exige, a través del social media por ejemplo, que exhibamos una vida feliz y plena, como sinónimo de éxito. Y es que justamente de esto se trata la depresión sonriente: parecer feliz cuando internamente se sufre síntomas de la depresión.
Si bien este es un término coloquial, que no se usa en psicología, ilustra muy bien lo que ocurre, pero la especialidad lo ha descrito como depresión atípica, y se diferencia de la no atípica, en que aparece de forma temprana -esto es en la niñez o en la adolescencia- y, muy importante, existe la capacidad de sentirse mejor temporalmente como respuesta a algo positivo de la vida.
Pero además, hay características que se manifiestan en lo físico, no solo en lo emocional. Se puede sentir más apetito, más sueño y pesadez intensa en brazos y piernas, además de sensibilidad al rechazo interpersonal y no hay características melancólicas.
Así lo describe una investigación publicada en Psychiatry que detalla además rasgos del temperamento como la tendencia a anticipar el fracaso, dificultad para superar la humillación y la vergüenza, rendirse fácilmente ante la frustración, sensibilidad extrema a la crítica, bajo rendimiento o baja persistencia, y tendencia a discutir sentimientos y experiencias, entre otros.
Este tipo de depresión suele ser parte de otros trastornos como el trastorno bipolar, y la capacidad de ocultar la condición bajo una apariencia de optimismo es lo que hace mucho más difícil el diagnóstico.
La psicólogo Rita Labeaune, señala en un artículo para Psychology Today que en su consulta ha observado que quienes más se sorprenden de encontrarse con que sufren de depresión son quienes padecen este depresión sonriente y suelen ser personas que frecuentemente descartan sus propios sentimientos y no son capaces de reconocer sus síntomas por temor a ser considerados por su entorno como personas débiles.
Adicionalmente, la experta puntualiza que la tristeza -a veces como una sensación de que nada está bien- es un sello distintivo de esta afección emocional y que es el objetivo a ocultar tras una fachada de alegría y una vida completamente normal.
Lo más grave es que el suicidio es “una amenaza particular para quienes sufren depresión sonriente”, porque a diferencia de quienes sufren depresión clásica severa, estos sí tienen energía para llevar a cabo sus planes.
Qué hacer
Afortunadamente sí existe tratamiento, y aunque las causas no están definidas con exactitud, porque responden a cada paciente, es de destacar que la depresión puede manifestarse por la sensación de que no se tiene ningún propósito en la vida, problemas laborales o económicos, o relaciones fallidas.
El reconocimiento de estas emociones es el primer paso para sanar, y este es un diagnóstico tratable, al punto de que sí es posible dejar atrás el vacío y la tristeza. Un buen comienzo que ayuda mucho a aliviar los síntomas es, según explica Labeaune, elegir a una persona cercana, sea un familiar o un amigo con quien podamos abrirnos y hablar sobre nuestros sentimientos. Quienes nos rodean suelen estar dispuestos a ayudar, a escuchar y a incentivar la mejoría.
Finamente, un punto fundamental es dar el paso para mejorar y acudir a un especialista porque con el tiempo, en lugar de borrarse, los sentimientos y pensamientos depresivos se acumulan y empeoran.
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