El regaño no ayuda a superar el alcoholismo. Esto es lo que sí funciona
Jennifer López y Ben Affleck tienen varios días protagonizando titulares. Pero ya no se trata de lo romántico de su relación, o de su boda, no. Ahora el tópico es el estado anímico de Affleck. Primero, se dijo que JLo lo fulminaba con la mirada durante una fiesta, verificando que lo que tomaba no tuviese alcohol, y ahora es su rostro desanimado durante la entrega de los Grammy que ha sido motivo de intrigas, memes -otra vez-, y especulaciones de todo tipo incluyendo las dificultades del actor para superar el alcoholismo.
Aunque la creatividad está a tope con la producción de memes divertidísimos, la verdad, muy dura, es que realmente el alcoholismo no es un chiste. Es imposible saber, mientras ellos no lo confirmen, si realmente han tenido discusiones sobre este tema, y si en los Grammys estaba aburrido, o sufriendo por la abstinencia, pero lo que sí se puede decir con certeza es que superar una adicción como el alcoholismo es sumamente difícil. En el caso de Affleck, es conocida su batalla contra este monstruo intangible, y hasta ahora, no hay confirmación de que haya recaído.
Superar una adicción no solamente amerita compromiso, disposición y voluntad inmensa por parte del afectado, sino también es muy valioso el apoyo de familiares, de amigos, y, por supuesto de la pareja. No es extraño, sobre todo en Latinoamérica, que se vea a una mujer tratando de controlar a su pareja por el consumo de alcohol. Pero vale la pena preguntarse, cuál sería la forma más efectiva de ayudar. ¿Es verificando el trago? Como supuestamente hizo Jennifer López; ¿quizás será mejor discutir, conversar o lanzar una mirada fulminante?
Pense que había tenido un mal día, pero Ben Affleck en los Grammys me la ganó y por mucho 😕 pic.twitter.com/osTmdfsTvW
— Alx Palas (@elmastuerzo2) February 6, 2023
Este es un tema muy delicado y no suele tocarse frecuentemente. Muchas veces las familias esconden el problema, por una cuestión de cómo serán percibidos socialmente y por evadir situaciones muy complicadas, y en otros casos se deja solo al afectado lidiando solo con sus dificultades, porque ya están exhaustos de intentar ayudar.
La psicólogo clínico Giovanina Vivas, especialista en terapia cognitivo-conductual explica que, si la persona con el comportamiento adictivo está sometida a los síntomas que le produce la sustancia o al consumo mismo, muchas veces el núcleo familiar siente que es poco lo que puede hacer, por distintos factores.
“Es complejo el tema porque es frecuente el rechazo del núcleo familiar. Hay emociones como la rabia, la decepción, la culpa, que impiden que la familia conecte con el afectado y se les haga difícil apoyarlo de forma efectiva. No es que no lo haga, pero hay una barrera importante porque casi siempre el que consume va a estar buscando la manera de satisfacer su necesidad, y esto más bien lo aísla del grupo familiar y social”.
Sin embargo, la especialista dice que, de cualquier manera, cuando hay una intervención profesional, la familia siempre es incluida en el proceso. Por ejemplo, en el caso del alcoholismo, es recomendable el ingreso en un centro de rehabilitación, y en ese proceso sí se toma en cuenta qué tan sólida está la red de apoyo de quien consume.
“Si esa red de apoyo es sólida, y eso se refiere a que haya una comprensión y reconocimiento del problema de adicción, sí se puede hacer algo provechoso. La idea es validar las emociones, no prohibir. Porque esto no funciona. Tampoco funciona proporcionar la sustancia. Sino más bien, tratar de revisar qué es lo que está detrás del consumo, qué es lo que la persona está evitando”, dice Vivas destacando que este trasfondo es determinante.
“Con frecuencia la drogodependencia o del consumo y dependencia de sustancias, tiene que ver con conductas evitativas, y esto conlleva a que la persona dependa de una sustancia para poder sentirse estable de alguna manera. Esto es en el caso de alguien que está haciendo tratamiento”.
Si la persona con el comportamiento adictivo no está en tratamiento, la situación es mucho más complicada. “En este caso se hace muy complejo que la familia pueda intervenir directamente. Quizás lo que puede hacer es acercarse a preguntar, explorar qué es lo que hay detrás, pero sin juicios, con mucha apertura y mucha comprensión”.
Lamentablemente, dice Vivas, lo más frecuente es lo contrario: regañan a la persona afectada increpándolo sobre hasta cuándo va a beber, por qué no deja de hacerlo, imponiendo castigos y eso no funciona. Lo que funciona es un comportamiento más empático, de reconocimiento, de exploración, preguntando cómo podemos ayudar.
“No es que exista una recomendación universal de cómo ayudar, porque todo depende de cada caso. Pero sí es clave que el principal apoyo que puede dar la familia es sostenerse entre ellos, hacer alianzas para ayudar a la persona que tiene el problema. En este caso, el comportamiento no debe ser estar en contra del que consume, sino de la sustancia. Si hay señalamientos, regaños y juicios es muy difícil que la persona deje la conducta adictiva”.
En este sentido, es importante comprender que el afectado quiere consumir la sustancia porque su cuerpo se lo pide, es un asunto físico, y esto hace que sea muy difícil lograr salir del hoyo en el que se encuentran. Por eso, el núcleo familiar, sea esposa, hijos, padres, solo pueden apoyar desde el aspecto de la contención emocional y es por esto que la terapia familiar es muy recomendada y es allí donde se establecen las estrategias para intervenir familiar y socialmente.
Finalmente, otro factor que debe tomarse en cuenta es que todos estos procesos toman mucho tiempo. No es cuestión de un par de semanas, sino de procesos largos, que incluso, después de superar los síndromes de abstinencia, pueden extenderse para toda la vida.