Elsa y Elmar regresa a Los Ángeles con su disco más propositivo bajo el brazo

El tiempo pasa de manera inexorable. Parece que hubiera sido ayer, pero, en realidad, han pasado nueve años desde la última vez que entrevistamos de manera individual a Elsa y Elmar, una artista (si, no es un grupo ni un dúo) que, en esos momentos, se encontraba a punto de lanzar su primer álbum “Rey” (2015).

Casi una década después, la misma cantautora, nacida con el nombre de Elsa Carvajal en Bucaramanga, Colombia, pero radicada desde hace ocho años en la Ciudad de México, ha agregado a la lista cuatro producciones de larga duración, incluyendo a “Palacio”, que se lanzó el pasado 30 de agosto.

El transcurso del tiempo le ha servido para madurar una propuesta que ella misma definió en algún momento como ‘pop espiritual’, pero que ha ido adquiriendo matices adicionales con su traslado a las diferentes partes del mundo donde ha vivido y la sucesión de experiencias poco agradables, como la ruptura de una larga relación sentimental cuyas dolorosas secuelas se plasmaron en el título anterior, “Ya no somos los mismos” (2022).

Por su parte, “Palacio” es una producción propositiva en la que no faltan los asuntos del corazón, pero matizados por propuestas arriesgadas sobre la feminidad que no dejan de llamar la atención en una artista que incursiona a veces en los terrenos del rock alternativo, pero cuya esencia musical parece inclinarse más hacia el pop elaborado, la música electrónica y hasta el género urbano.

En la entrevista realizada a través de Zoom que puedes ver también por aquí en su versión en video, la colombiana hizo una revisión de los logros de su carrera, ofreció detalles de su sencillo más controvertido y habló de su próxima presentación en Los Ángeles al lado de Julieta Venegas.

Elsa, no hablamos desde hace tiempo. Pero has superado muchas cosas para llegar a este punto, y eso es algo que se plasma también en tus nuevas creaciones.

En mis composiciones, yo reflexiono mucho y trato de entender lo que me pasa. Ha sido un proceso de aprendizaje, porque en la vida, o aprendes o te aferras. Por suerte, se me ha dado el regalote de soltar el control, de entregarme, y es sobre esa base que he hecho música.

¿Cómo te sientes actualmente con el hecho de que, pese a las numerosas nominaciones al Latin Grammy que has tenido, no te has convertido en una celebridad internacional? ¿Te molesta? ¿O es más bien algo cómodo para ti?

En una primera instancia, obviamente, lo que una quiere es ser una ‘huge superstar’, que todos hablen de ti, que salgas a la calle y griten cuando te ven. Pero, cuando empecé hace nueve años, ni sabía lo que quería, porque lo único que tenía era la necesidad de hacer música y que la gente la conociera. Después, se te empieza a meter el gusanito de la duda, y eso es algo con lo que lucho a diario, porque cuando abres tu celu solo tienes input de las celebridades que viven en Los Ángeles y que son amigas de las Kardashian.

Yo fantaseo en cómo sería mi vida si ese hubiera sido mi camino. Pero lo interesante es que todas las decisiones que tomo me acercan más a lo que realmente quiero, que es descubrir el punto más alto que puede obtener mi música sin perder su esencia.

En todo caso, cuando presentas un disco -como es el caso de “Palacio”- con una canción como “Entre las piernas”, que habla de la menstruación, sabes ya de antemano que no va a ser un megahit debido a lo atrevida que resulta, incluso cuando existe una inmensa audiencia súper acostumbrada a letras más explícitas.

Yo sé que el mundo comercial habla de otros temas, de las ‘brands’ que me pongo, de la gente que me cojo y del dinero que tengo. Pero tengo una obstinación por descubrir hasta dónde puedo llegar con mi propia propuesta.

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Esta canción tiene también un video muy interesante y muy creativo que es bastante sofisticado y se hizo con la intención de no caer en la vulgaridad, pero que terminó siendo censurado.

Todas las redes, todos los algoritmos lo bajaron. De hecho, YouTube fue la única plataforma que lo dejó sobrevivir, pero sin anuncios.

¿En serio? Pero si no tiene nada de malo….

Pues porque se muestra una especie de desnudez que no se permite. Al parecer, hoy en día te pones un bikini y puedes hacer todo lo que quieras, pero un cuerpo desnudo no puede estar caminando por la naturaleza o no se puede ver sangre.

Aunque sea en formato de animación.

Pues eso es lo que aprendí. A mi me parecía que era hasta educativo.

¿Cómo te sientes ante la contradicción de que haya tanta permisividad en las letras de ciertos géneros, pero se ejerza la censura cuando se trata de explorar temas similares de manera mucho más elegante?

Es muy raro. Me dio mucha frustración conmigo misma, porque dije: ‘Elsa, te ganó el sistema’. Yo pensaba que le había ganado, que había logrado imponer este tema tan incómodo en un lugar poético, hermoso, artístico, musical. Lo bueno es que el público lo agarró y lo entendió.

Tú has llamado a lo que haces pop espiritual. ¿Te sientes todavía cómoda con el término?

Yo comencé con ese término porque siempre he dicho que hago pop, no folk, ni indie, ni alternativo. Lo que pasa es que hablo de temas distintos a los que emplean muchos artistas de pop. En algún momento, a manera de chiste, dije: ‘Yo hago pop espiritual’, y se quedó.

Pero hay una canción del nuevo disco que sí suena a alternativa, al rock indie de inicios de los años 2000.

Es que amo todo. Después viene una electrónica, que se llama “Lento Violento”, y después hay otra que es solo de piano y voz. Me vale; yo hago de todo, y siempre he sido así. Siempre he hecho lo que me ha dado la ‘ganuchis’ de hacer.

“Lento violento” es bastante urbana. Tiene incluso una parte ‘rapeada’.

Eso fue porque un día en la radio escuché a [el DJ italiano] Gigi Gigi D'Agostino, y me dije: ‘Ay, qué ganas de hacer una canción electrónica a mi manera’. Como que a mí lo que me dan son ganas de explorar qué pasa si hago lo que se me ocurra hacer.

También habla de estar por Europa en las playas, pasándola bien. Probando cosas, teniendo experiencias. Parece que te has vuelto un poquito más... ¿Cómo decirlo? Más punzante.

Yo puedo cantar de amor y también hablar de que nos metimos unas drogas en Europa, y no pasa nada. Puedo preguntarme de la vida y la muerte e irme a bailar a una discoteca con un desconocido, y no pasa nada.

Tu origen se sigue notando en las expresiones super colombianas que metes de vez en cuando en tus canciones. ¿Cómo se ha visto afectado eso tras vivir tanto tiempo en México?

Pues es que yo me siento de muchas partes. Yo me siento de México y de Colombia. Nunca me ha gustado el nacionalismo. Nunca me ha gustado aferrarme a que soy de un lugar. Viví siete años en Estados Unidos, pero puedo decir que ese fue el lugar donde sí quise echar raíces. De todos modos, paso la mitad del año en Colombia. Agarro de cada lugar que me haga sentir, lo que me sume.

Es importante saber que tienes una gran fanaticada femenina, pero también hay hombres que te escuchan. ¿Qué crees que recibe la gente o qué te gustaría que reciban de ti? 

A mí me gusta que se sienta a un lugar seguro, un lugar de compañía. Me gusta acompañar a las personas. En la diversión, en el dolor, en las preguntas, en el llanto.

¿Qué viene en cuanto a conciertos? Sé que hay cosas en México, pero también hay algo aquí el 17 de septiembre en el Greek Theatre, donde vas a estar abriendo el show de Julieta Venegas.

Sí, y muy próximamente anunciaremos la gira completa por Estados Unidos. Para mí, Julieta es un ícono, aunque no la conozco. Cuando se dio la oportunidad, no dudé en aceptar.

Me siento emocionada de retomar mi relación con Estados Unidos. La había puesto en pausa, porque me dije en cierto momento que no era un lugar muy fértil para mi. Me pasaron muchas cosas personales. Y sentía que me costaba el doble de trabajo conseguir oportunidades hablando en español. Entonces, irme a México fue un ‘no brainer’.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.