'Silent Night': la más antinavideña (y tétrica) de las películas navideñas

Felizmente casados y padres de tres niños, Nell (Keira Knightley) y su marido, Simon (Matthew Goode, 'Downton Abbey'), anualmente celebran con sus amigos la Nochebuena y Navidad en la mansión de la familia, ubicada en la campiña inglesa, a un par de horas de Londres.

Keira Knightley en 'Silent Night'
Keira Knightley en 'Silent Night'

Este año, entre los invitados están sus amigos de la universidad, la engreída y chic Sandra (Annabelle Wallis, 'Malignant') y su bonachón esposo, Tony (Rufus Jones); el apuesto médico nigeriano James (Ṣọpẹ Dìrísù, 'Gangs of London'), cuya bella esposa americana, Sophie (Lily-Rose Depp), es diez años más joven que él —y de quien todas las mujeres desconfían—, así como Bella (Lucy Punch), acompañada por su cónyuge, Alex (Kirby Howell-Baptiste, 'Cruella'); desde el comienzo, el entusiasmo de los anfitriones augura que será una celebración alegre con abundante comida, bebida y bonhomía, aunque también hay algo ominoso en el ambiente: cuando amanezca la mañana de Navidad, estas cuatro parejas y sus hijos habrán muerto, y lo saben.

Es por ello que la fiesta imposible de la perfecta anfitriona rompe el molde y brotan de repente algunos momentos y revelaciones inesperados entre sus invitados, gracias a la inminencia de la catástrofe, que termina por derribar -a veces de manera cómica, otras trágica- las barreras de la civilización con resultados lo mismo tétricos que emocionantes y, por momentos, inexplicablemente divertidos.

La manera fácil de describir 'Silent Night', filme debut como directora de la guionista Camille Griffin, sería decir que se trata de una mezcla de 'Melancholia' y 'Love Actually' con toques de 'El ángel exterminador'. Pero eso sería reducir este esfuerzo creativo, cuya intención es mucho más que eso y que con un presupuesto limitado (para lo que hoy en día se estila), un elenco estupendo y un guión que, si bien no es perfecto, lidia con lugares comunes para mostrar una situación extrema sin caer (y pudo hacerlo más de una vez, el tema se presta) en la histeria o el dramón.

El que mucha de la historia se filtre a través de los ojos del hijo de 11 años de los anfitriones, Art (Roman Griffin Davis, el inolvidable pequeño gran héroe de 'Jo-Jo Rabbit'), sirve para mostrar lo incomprensible y absurdo de la situación, que a la luz de su inocencia es más escalofriante. ¿Por qué tienen que morir todos lo que ama? ¿Qué pasa con la gente que no tiene hogar o familia? ¿Por qué sus padres tienen que matar a los niños si ellos no quieren morir? — las preguntas que Art plantea con candidez se extienden y provocan una conexión con el espectador, que no podrá evitar reír (después de todo, es una comedia) ni conmoverse.

Keira Knightley en 'Silent Night'
Keira Knightley en 'Silent Night'

Películas apocalípticas hay de todo tipo, y de hecho la propia Keira había actuado en una (la agridulce comedia romántica 'Looking for a Friend for The End of The World', con Steve Carell), pero el concepto de presentar el fin del mundo (un gas venenoso de desconocido origen recorre Europa, dejando una estela de destrucción y muerte a su paso) en el contexto de la Navidad (que sí, es la época de amor, paz y fraternidad, pero también es reconocida como la época estacional en la que la depresión, la ansiedad y desesperación aumentan exponencialmente) funciona de un modo sorprendente y pronto estamos también sentados a la mesa, testigos y partícipes de escenas que lo mismo enternecen, que crispan los nervios.

Las actuaciones apuntalan — e incluso, mejoran— el guión; la química entre Knightley y Goode es excelente y se refleja en la réplica de sus compañeros; especialmente es interesante Lily-Rose Depp (quien es, por cierto, idéntica a su madre, Vanessa Paradis), en un rol que no está muy bien dibujado en papel, pero que saca a flote con empatía palpable, otro que destaca es Rufus Jones (más conocido como cómico en Gran Bretaña) que representa con aplomo, a veces solo con un gesto, el derrumbe de la sociedad y la reacción que provoca en aquellos que siguieron sus normas.

Keira Knightley en 'Silent Night'
Matthew Goode en 'Silent Night'

Quizá el mayor problema que tiene una obra apocalíptica es que de entrada — aquí nos enteramos apenas transcurridos unos minutos— uno ya sabe lo que implica el desenlace; no obstante esta trampa que pesa en la estructura que ella misma construyó (y que para una opera prima no está nada mal), Camille Griffin se las ingenia para mezclar emociones de tal forma que (la mayoría de) los personajes nos importan y nos involucran en su dilema.

A diferencia de 'Titane' (la película ganadora de la Palme D'Or en Cannes, dirigida por Julia DuCornau), donde las piezas que la componen son brillantes, pero en conjunto no alcanzan a hacer una historia elocuente (se resbala y ya no se levanta), aquí sí, el total es tan bueno como la suma de sus partes, dejando como muestra una película sólida y bien realizada, con defectos, sí, pero no pesan más que sus virtudes.

'Silent Night' dura solamente 90 minutos, pero en esa extensión la directora, su elenco y el director de fotografía Sam Renton, hacen mucho más de lo que han logrado otros con películas más extensas y de mayor presupuesto [por cierto, una de las productoras de esta película es nada menos que la supermodelo alemana Claudia Schiffer, junto con su marido, el cineasta Matthew Vaughn].

Para el espectador que gusta de las películas navideñas cálidas y románticas, esta película puede resultar desconcertante, pero para aquellos que gustan de los experimentos de tono y género y que pueden ver más allá de las campañas de marketing, arriesgándose con propuestas más atrevidas, puede ser una experiencia distinta a lo habitual, y en un tiempo en el que casi todo pertenece a franquicias y 'universos' de superhéroes, una historia más original sobre gente como uno en una situación extraordinaria, hace que valga la pena ir a una sala de cine a verla.

'Silent Night' ('La última noche') se estrena en cines el 22 de diciembre.

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