La condición médica que podría estar detrás de unos ojos saltones
Tener unos ojos saltones suele ser visto como un rasgo físico muy particular al que no damos importancia. Sin embargo, podría estar advirtiendo de un problema de salud que habría que tener en cuenta.
El término médico utilizado para describir los ojos saltones es 'exoftalmos'; y hace referencia a la posición de los ojos, que sobresalen de su posición normal en la cuenca del ojo describiendo un movimiento hacia delante. También se conoce como 'proptosis'. Se trata de una condición relativamente frecuente, que se produce como resultado de una adaptación inadecuada entre la órbita ósea y su contenido.
Según los oftalmólogos, "puede afectar a un ojo o a ambos, y suele ser un síntoma de 'la enfermedad de Graves'", un nombre elegante para referirse a una tiroides hiperactiva.
Este trastorno causa la hiperactividad de la glándula tiroidea (hipertiroidismo) y provoca la hinchazón del tejido situado detrás y alrededor del ojo, lo que empuja el globo ocular hacia delante.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su siglas en inglés), la enfermedad de Graves es común entre los ancianos y las mujeres jóvenes y fumadoras. En cambio, en los niños, la causa de los "ojos saltones" es una infección.
La 'proptosis' o exoftalmos por enfermedad de Graves se suele identificar porque quien la padece tiene una expresión de susto o sorpresa, irritación ocular y enrojecimiento de los tejidos orbitarios y de la conjuntiva. Además, la lentitud en los párpados y en la fijación de la mirada podrían indicar una enfermedad de Graves. También puede ir acompañada de estrabismo (desviación de un ojo) y visión doble. Si se prolonga, el nervio óptico se tensa, lo que puede afectar a la visión.
Además, las personas con enfermedad de Graves suelen llegar a padecer insomnio, palpitaciones, temblor de manos, pulso rápido o irregular, pérdida de peso, sudoración y episodios de nerviosismo. No pasa todo a la vez claro, sino que se va manifestando de manera sutil.
Por eso es importante reconocer los síntomas oculares y saber que también se pueden presentar otras molestias asociadas al hipertiroidismo como las que hemos señalado. Estos signos de alarma deberían ser suficiente para despertar tus sospechas y acudir al médico tan pronto como sea posible, al igual que aquellos que detecten un abultamiento que se haya desarrollado en unos cuantos días o menos.
Un abultamiento rápido en un solo ojo sugiere sangrado en la cavidad ocular (órbita), lo que puede ocurrir después de una cirugía o de una lesión, de una infección o de la inflamación de la órbita. Mientras que un abultamiento que se desarrolla lentamente sugiere enfermedad de Graves (cuando afecta a ambos ojos) o un tumor en la órbita (cuando afecta a un solo ojo).
Otro punto a tener en cuenta es la posibilidad de que la enfermedad de Graves tenga una evolución oscilante, con remisiones temporales. Incluso en estos casos es fundamental acudir al medico ya que, si no se trata, la enfermedad puede llegar a ser muy grave puesto que un proceso inflamatorio como éste puede comprimir el nervio óptico y causar ceguera.
Por otro lado, las consecuencias pueden ir mucho más allá y afectar a otras partes del cuerpo. Y es que, según explica el doctor Juan Carlos Galofré, especialista en tiroides de la Clínica Universitaria de Navarra (CUN), "como cualquier tipo de hipertiroidismo, si no se trata, puede desembocar en una situación aguda llamada 'crisis tireotóxica' que se caracteriza por deshidratación, taquicardia o arritmia cardiaca severa, insuficiencia cardiaca, obnubilación y afectación del estado de conciencia".
No obstante, no es preciso que te asustes si crees que esto te podría estar sucediendo porque estamos hablando de una enfermedad tratable. Para ello, es fundamental ponerlo en conocimiento del médico y contarle cuándo empezó y cuáles son realmente los síntomas. Y es que más allá de lo evidente (los ojos saltones), el médico también puede detectar otros signos que podrían indicar hipertiroidismo, como un aumento de la frecuencia cardíaca o de la presión arterial, temblores y una glándula tiroidea inflamada o dolorosa al tacto.
Otras causas más infrecuentes de los "ojos saltones" incluyen tumores, hemorragia, infecciones y, en raras ocasiones, inflamación de las estructuras del interior de la órbita sin infección (lo que se conoce como pseudotumor orbitario). Por último, el glaucoma congénito o glaucoma infantil primario también puede hacer que los ojos se agranden, lo que puede dar la sensación de que están siendo empujados hacia delante.
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