Entrevistamos a Irene Villa, que repasa todos los 'momentazos' de su boda: '¡Bendita lluvia!'
Ya dice el refranero español: novia mojada, novia afortunada. Ni las intensas lluvias caídas el pasado sábado 21 en el Monasterio de Santa María de La Vid (Soria) –que obligaron a cambiar todos los preparativos nupciales– le han aguado la fiesta a Irene Villa en el día de su enlace con el coach David Serrato. De hecho, después de tres años de relación, nos asegura que ha tenido la boda de sus sueños.
Una día repleto de emociones que la periodista y deportista de esquí adaptado ha vivido intensamente. Porque ha tenido una infinidad de momentos para el recuerdo: de las lágrimas de su ya marido a lo largo de toda la ceremonia hasta el baile que ha terminado reuniendo a sus padres, separados desde hace más de cuarenta años. Eso, sin olvidar el protagonismo que han tenido sus tres hijos durante la celebración. Irene ha querido compartir con ¡HOLA! cada instante del gran día y todo lo que ha sentido.
—Irene, ¿ha sido la boda de tus sueños?
—Ha sido una maravilla. La gente me ha dicho que se desbloqueó allí una energía muy especial. David y yo somos paz y amor, porque David significa 'el amado' —proviene del hebreo— e Irene, 'paz' —del latín—. Ha venido una prima mía que perdió a su marido en la pandemia por COVID y que no había vuelto a sonreír desde entonces, pero, en la boda, no ha parado de bailar. Luego, disfrutar de este momento con mis tres tesoros, con mis sobrinos… Es haber llegado a un punto… ¡A ver cómo mejoro yo esto ahora!
—¿Qué supone haberte casado con David?
—Reafirmar un amor que siento desde el primer momento en que le vi. Mucha gente me decía que qué necesidad tenía de casarme, y yo respondía que ninguna, pero quería compartir lo que sentimos con la gente que queremos.
—Además, tú ya te habías casado y es algo que ya habías vivido.
—Efectivamente. Ese matrimonio me dio mis tres hijos maravillosos, que son lo mejor que tengo. David es un regalo de la vida para que comparta mis tres grandes regalos.
—¿Cómo has vivido la cuenta atrás?
—Con unos nervios… Y no entendía por qué, porque lo tenía todo preparado. Me preocupaba que lloviera, la verdad. La gente me decía que eso da buena suerte a la novia, pero quería ceremonia al exterior. Al final, tuvimos que cambiarlo todo.
—Y eso que, cuatro día antes, llevaste los huevos a las Clarisas
—No funcionó, pero bendita lluvia. Sin ella, la boda se hubiera celebrado en un jardín y ese pasillo era… ¡de película! Además, ha sido la primera y la última boda porque allí no se puede estar.
—¿Te hicieron el favor los monjes del monasterio?
—Sí, porque la boda era civil. Los monjes nos pidieron quitar un cuadro de dos por tres metros, porque era eclesiástico. "Una y no más", dijeron. He sido la única en casarme como en el siglo XII. David siempre comenta: "Coopera incondicionalmente con lo inevitable y pase lo que pase será para un bien mayor". Y ha sido así, porque ni en las mejores películas ni las mejores novias pasan por un sitio así.
—Al final, se ha cumplido eso de 'novia mojada, novia afortunada'
—Efectivamente. Además, han ganado los agricultores, que falta hace que llueva, así que les doy las gracias a las Clarisas.
—¿Qué parte de los preparativos has decidido David y de cuáles te has encargado tú?
—David, el pobre, se ha comido toda la organización y la logística: el alojamiento de los invitados… La verdad es que se lo ha currado muchísimo. Como dirige una fundación, tiene muchas tablas para todo. Pero el pobre ha terminado exhausto.
—¿Y tú te has encargado de lo demás?
—Yo no. Entre los dos, la verdad. Luego, nos ha ayudado mucho Silvia Fernández con todo: con la gente, los contactos. También el peluquero. José García, que todos se dedican a eso. Además, hemos tenido una wedding planner, Gloria Duque, que se ha encargado de la mantelería, las flores… Ha sido una boda bastante cuidada en muchos aspectos y muy bonita.
—¿Cómo has dormido la noche previa a la boda?
—Muy bien, relajada… Con los nervios que he tenido… Pero he estado muy contenta todo el rato. Esto es un regalo del cielo. Para mí, David es… No me cansaré de decir que es una lotería. Es muy difícil encontrar alguien así.
—¿Qué has sentido nada más verte vestida de novia?
—Amor, alegría… Me vi guapísima. Era el mejor vestido y me sentía muy yo. Ni lo he modificado ni nada. Es perfecto tal y como lo vi. Luego, tenía una capa que me hacía sentir una princesa de Disney total… Como si fuera Frozen. Me quedaba como un guante. En la última prueba que estaba mi madre, mi cuñada, mi hermana, la otra cuñada, la cuñada española y la cuñada argentina que ha venido de Buenos Aires también y estuvimos todas llorando.
—¿Has cumplido la tradición de llevar algo azul y algo prestado?
—La etiqueta del vestido era azul, que iba cosida. Lo prestado, unos adornos maravillosos que llevaba en el pelo.
—Tu madre te ha acompañado mientras te preparabas. ¿Cómo la has encontrado?
—Feliz. Como una niña, con 73 años.
—¿Y a tu padre, que ha sido quien te ha acompañado acompañó hacia el altar?
—Podía no haber estado en la boda, porque tuvo una pancreatitis muy grave en diciembre. Pasó nueve días en la UCI y estuvo hospitalizado hasta febrero. Qué duro casarse sin un padre… Por eso, yo estaba tan feliz.
—Del brazo de tu padre, pero delante han ido tus tres hijos.
—Sí, han ido con un cartel que ponía: "David, aquí viene con el amor de nuestras vidas". Mira, me emociono al decirlo… Pero es verdad, soy el amor de la vida de David y el de mis hijos.
—¿Qué nos puedes decir de la canción que ha sonado durante tu llegada?
—Ha sido The Power of Love, de Céline Dion –en realidad es una versión, porque es una canción original de Jennifer Rush–. Esta canción la he bailado mucho en versión en versión house y me encanta lo que dice… Mi relación es la fuerza del amor. Me muero con Céline Dion. Cuando vi su documental, me sentí tan identificada y lloré tanto… Ella tiene una enfermedad que la deja a veces sin poder moverse… Nuestro caso es distinto, pero cada uno tiene sus limitaciones y su noches oscuras.
—¿Y al ver a David esperándote en el altar, ¿Qué ha sido lo primero que has sentido?
—Que era muy afortunada. David es pura luz, puro amor… Y estaba tan guapo… Siempre le veo guapo, pero es que estaba guapísimo. Luego, miraba a los lados y veía a mi familia, a toda la gente que quiero…
—La ceremonia no ha sido religiosa, aunque ya te has dado por bendecida.
—No se podía –al haberse casado ya antes por la iglesia–, pero el padre Angel nos bendijo el año pasado. Luego, mi hermana ha leído un pasaje de los Corintios. Beatriz Robleda ha oficiado la ceremonia y ha leído la historia de nuestra relación. Además, ella ha hecho un ritual especial: la ceremonia del hilo rojo, que sido muy emotiva.
—Muy especial para ti.
—Sí, porque representa la historia de personas que están destinadas a encontrarse, la de dos almas conectadas ya desde antes de elegir sus cuerpos. Estoy convencida de que David y yo estábamos conectados antes de conocernos.
—Tus hijos han protagonizado un 'momentazo' durante la ceremonia
—Sí, junto a mis sobrinos. Mi hijo pequeño le dijo: "David, ¿te quieres casar con la mejor mamá del mundo?" Luego, el sobrino de David me preguntó: "Irene, ¿te quieres casar con el tío más guay del planeta?" Los dos queríamos que los niños fuesen protagonistas.
—David no ha parado de llorar en toda la ceremonia. Ni tú tampoco
—Se rompió cuando me dijo "te amo profundamente". Luego, me emocioné mucho con el baile
—El baile ha sido muy total.
—Sí, con la canción Te esperaba, de Carlos Rivera, porque yo a David le estaba esperando. Ahí sabía que iba a llorar todo el mundo cuando escuchase: "Te pedí con mi fuerza al universo. Te escribí en un par de versos que lancé volando al cielo". La letra de la canción es nuestra vida. Es que yo lo pedía al universo, a la Virgen de Guadalupe… Y se me ha cumplido todo lo que pedí.
—¿Ensayasteis mucho antes de la boda?
—Un poco, porque me dejaba llevar por él. Es que David es profesor de educación física, pero también ha dado clases de baile. Lo lleva en la sangre, que su madre es profesora de baile.
—Tú también eres muy bailonga.
—Pero David baila mil veces mejor. Yo bailo a mi rollo, moviendo la cabeza y haciendo de payaso. David baila bachata y lo que le eches. De hecho, la chica que me ayuda en casa baila que te mueres. De broma, le decía que David y ella tenían que hacer el baile de novios. Y todos se partían.
—Pues has bailado durante toda la celebración.
—Toda la tarde y por la noche, como una loca. Quería ser la última en irme. Para nada he estado cansada. Al revés, me casaría todos los días (ríe). Encargué unos zapatos de novia con suela de goma no cansarme y he acabado sin dolores ni nada.
—Además, en verano nos dijiste que te habías cambiado las piernas por unas que pesaban menos.
—Ahora, estoy más cómoda. Me ha encantado que el grupo Conectados haya tocado Si no te hubiera conocido, de Karol G. Esa canción me hace mucha gracia, porque es verdad lo que dice. David siempre me comenta que no nos conocimos antes porque primero yo tenía que tener a mis tres hijos, a Carlos, Gael y Eric. Y tiene razón.
—Tus padres también han bailado juntos
—Bueno, eso sí que ha sido una sorpresa, que llevan separados desde el 83… Todo ha sido una maravilla. Es el mejor día de mi vida, después del nacimiento de mis hijos.
—¿Cómo lo han vivido tus hijos?
—Lo han disfrutado como nadie. Muy felices. Quería una fiesta para niños. La pena ha sido la lluvia, que nos han fallado los hinchables y el toro mecánico que teníamos para ellos.
—Pero ha habido mucha música en directo
—El grupo de música, que se llama Conectados, también ha sido la bomba. Siempre digo que David y yo estábamos conectados antes de conocernos. Todo ha sido muy flipante: la ceremonia, mis hijos y los artículos que han leído, mis sobrinos… Todo muy emotivo, todo. Incluso, mi cuñada nos ha hecho una canción por nuestra boda y la ha publicado el día. Sigo emocionadísima.
—¿Cuál dirías que ha sido momento más emotivo de la boda?
—Hubo muchos… Mi llegada al altar con mis hijos… Las palabras de David me emocionaron mogollón… También la canción que nos compuesto mi cuñada, Cristina Serrato, que ya se puede escuchar en Spotify. Es una versión de Halleluyah muy bonita. Una estrofa está dedicada a su hermano y otra a mí.
—¿Ha sido una boda muy distinta a tu primera?
—Es imposible compararlas, porque son dos momentos vitales tan diferentes… Aunque mi esencia es la misma, ¡soy otra mujer!
—No has invitado ningún rostro conocido.
—Todos los conocidos están invitados a la boda del 4 de octubre. En esta ocasión, hemos querido algo íntimo. Iba a venir Leire de La Oreja de Van Gogh, porque es la mujer del saxofonista, Miguel Sueiras, pero justo el grupo tenía un concierto en Madrid.
—Tampoco ha estado el padre de tus hijos. No procedía, ¿verdad?
—Es que ya no tenemos mucha relación, la verdad. Antes sí, antes teníamos bastante más, pero cada uno ha tomado el camino que ha elegido y ya está.
—¿Por su pareja actual, por Nuria Fergó?
—Yo qué sé… Él tampoco me va a invitar a su boda.
—En tu primera boda, tu vestido era alquilado.
—Efectivamente. Las novias quieren guardar su vestido por el valor sentimental, pero yo siempre he sido muy práctica y muy poco apegada.
—A lo mejor, este vestido de esta boda lo puedes vender.
—Pues no lo he pensado… En todo caso, lo donaría a una ONG para la celebración que vamos a hacer, el 3 de octubre, con amigos, que va a ser solidaria. Mira, ¡qué buena idea!