¿Eres supersticioso? Así es como puede llegar a afectarte desde el punto de vista psicológico
Los gatos negros, la tijeras abiertas, una herradura, un trébol de 4 hojas, el número 13… ¿qué tienen todas estas cosas en común? Si eres supersticioso, seguro que lo tienes claro. “Las supersticiones son creencias que no tienen un fundamento racional y que consisten en atribuir carácter mágico o sobrenatural a determinados sucesos o en pensar que determinados hechos proporcionan buena o mala suerte”, nos cuenta Lara López Rubio (@lara.psicoterapia), psicóloga general sanitaria experta en terapia focalizada en la emoción y en psicología perinatal, colaboradora en el proyecto Clama Project @calma.project.
Sobre el origen de las supersticiones, la psicóloga nos explica que está relacionado con la manera que tiene nuestro cerebro de procesar la información, somos expertos en buscar conexiones porque esto nos ha sido tremendamente útil para sobrevivir a lo largo de la historia. “El problema de las supersticiones es que aparentemente pueden ver conexiones donde no existen”, dice.
En su opinión, desde el punto de vista psicológico este tipo de creencias nos proporcionan sensación de control sobre la realidad y por ello, tranquilidad. “Cada vez que algún tipo de superstición se confirma alrededor de la persona que la posee, esa regla mental se fortalece y se desarrolla así un ciclo de confirmación constante, que proporciona esa sensación de control y de tranquilidad. Lo que puede provocar que las creencias se vayan haciendo poco a poco más rígidas, debido a que el control y la tranquilidad son dos condiciones bastantes codiciadas por el ser humano”, cuenta.
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Rasgos de una persona supersticiosa
¿Cuáles son los rasgos más característicos de una persona supersticiosa? “El primer rasgo que podría hacer que una persona desarrolle una superstición es básicamente ser persona y tener un cerebro en funcionamiento. Como comentábamos antes, nuestro cerebro tiene una tendencia a procesar la información en busca de conexiones a nuestro alrededor. ¿Cuántas veces has tocado madera, cruzado los dedos, no pasado por debajo de una escalera, dicho que brindar con agua trae mala suerte…? Lo que sustenta el pensamiento supersticioso es el efecto apotropaico, el término deriva del verbo griego apotrépein ‘alejarse’, ligado con la necesidad psicológica de encontrar cierta inseguridad ante lo incierto y desconocido, lo que suele relacionarse con lo peligroso y posiblemente dañino”, nos cuenta.
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Y añade que partiendo de la base de que cualquier cerebro puede desarrollar un pensamiento supersticioso, la cantidad de ellos si que puede venir mediada por diferentes factores asociados a cada persona. Algunos ejemplos podrían ser:
Una alta necesidad de sensación de control, sabemos que esto viene determinado por una falta de disposición de herramientas de gestión emocional para gestionar los estados internos.
Creencias mágicas asociadas a la superstición.
Presencia de un locus de control externo elevado, con esto nos referimos a la percepción que puede tener una persona sobre el agente causal (en general externo a uno mismo) de los acontecimientos de su vida cotidiana. Lo que correlaciona con un posicionamiento ante la vida desde el lugar de víctima.
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Así afecta al día a día
Lo que está claro es que la superstición puede llegar a afectar al día a día de quien la padece. “Si una persona llega a un nivel elevado de superstición o de pensamiento mágico, puede desarrollar también un malestar elevado, debido a que nuestro cerebro también tiene la capacidad de desarrollar compulsiones. Esto son comportamientos o conductas repetitivas que una persona puede sentirse impulsada a realizar para disminuir un malestar emocional. Llevado al extremo, un pensamiento supersticioso sumado a pensamiento mágico, una ausencia elevada de herramientas de gestión emocional y a una necesidad elevada de control, puede llegar a dar lugar a un trastorno obsesivo compulsivo o malestares similares”, nos explica la psicóloga.
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Consecuencias de la superstición
Eso sí, todo depende de hasta dónde se lleve dicha superstición. “En su justa medida, no tiene por qué suponer ningún perjuicio para las personas, de hecho, como venimos hablando es bastante normal en nuestra sociedad. Empezaría a ser un problema cuando nos impide llevar una vida ‘normal’ empezando a afectar a diferentes áreas de nuestras vidas, laboral, familiar, lúdica o de pareja”, apunta. ¿Cómo se puede afrontar el hecho de ser demasiado supersticioso? “Si para alguna persona ser supersticioso está comenzando a ser un problema, mi consejo sería animarle a intentar comprender la necesidad de esos pensamientos, además de trabajar en la construcción de nuevos mecanismos de regulación emocional”, cuenta Laura López Rubio. Y añade un ejemplo muy práctico: “Pensemos en una cocina, si yo solo tengo una sartén, podré hacer pocas recetas. Sin embargo, en la medida en la que tengo más utensilios, podré cocinar más platos. Con las herramientas o mecanismos de gestión emocional pasa lo mismo, si solo dispongo de uno, por ejemplo, la búsqueda de control, podré solventar solo algunas situaciones de esta manera, otras me sobrepasaran”.