Cambiar una vez a la semana toda la ropa de cama es un error
Cambiar la ropa de cama con suficiente frecuencia es un tema básico de higiene pero quizás no sabías que este gesto cotidiano también afecta a la salud y, en especial, a la apariencia de tu piel y al tiempo que te dura el pelo limpio
A la hora de cambiar las sábanas, hay algo que casi todos hacemos mal. La mayoría solemos dedicarle un día a la semana (el domingo gana por goleada) y lo hacemos de golpe. Retiramos toda la ropa de cama: sábanas bajeras, funda del edredón, almohadas, cojines... Los más voluntariosos aprovechan para lavar también el resto de complementos como mantas, plaids y alfombrillas.
Pues hemos de decirte que cometes un gran error, y ya es hora de que rectifiques. Lo primero que debes saber es que no toda la ropa de cama se mancha igual. Las fundas de las almohadas se ensucian antes y es necesario lavarlas con mayor frecuencia.
Están expuestas a más factores 'contaminantes'
En una sola noche, la funda de tu almohada acumula restos de células muertas (unos 50 millones al día), sudor, cremas, lociones, maquillajes, pelos y cualquier cosa que se haya adherido a ti a lo largo del día: polen, caspa de tus mascotas, partículas de moho y de polvo, bacterias y virus, e incluso saliva y secreciones nasales.
“Es difícil de cuantificar, pero es muy probable que perdamos decenas de miles de células epiteliales a diario. Además, estas células propias de descamación van acompañadas de cientos de miles, por no decir, millones de microbios”, señala Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología y director del departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco.
Además, el calor que emana nuestro cuerpo, y la cabeza, hace que se acumulen grandes niveles de humedad debido al sudor, saliva, líquidos, materiales fecales, células muertas y demás cosas que entran en ella. Si las fundas no se lavan con más regularidad esta humedad puede provocar la aparición de bacterias y hongos capaces de propagarse por el cuerpo, sobre todo a través de las heridas.
“Algunos estreptococos de la boca, que con la saliva manchan la almohada, pueden ser causa de infecciones. También algunos hongos, presentes en la cara o el cuero cabelludo, como Malassezia, Microsporum o Trichophyton, pueden ocasionar lesiones cutáneas y del cuero cabelludo: dermatitis seborreica, tiñas, etc”, apunta Quindós.
Por tanto, si quieres dormir sin gérmenes en la cara, tienes que acostumbrarte a cambiar la funda de tu almohada más a menudo y no esperar a hacerlo cuando toque cambiar el resto de la ropa de cama.
Cuanto más cerca esté un tejido de la piel, más frecuentemente habría que lavarlo. De lo contrario tu almohada acabará siendo el hábitat idóneo para la supervivencia y proliferación de hongos y ácaros. De acuerdo con una investigación de la Universidad de Kingston, en Inglaterra, una cama promedio albergaría hasta 1.5 millones de ellos ante estas condiciones.
Esto podría generar problemas en las vías altas como alergias, asma, taponamiento nasal, estornudos y el picor de las probables rinitis.
Además, si tienes la piel grasa y acné, si te pones cremas o mascarillas para el acné o si no te lavas la cara antes de dormir, desde luego que conviene lavar las fundas más de una vez por semana para mayor seguridad. Dado que los edredones no suelen estar en contacto con la piel, los puedes lavar con menos frecuencia, quizás una vez cada dos semanas
Ten en cuenta que muchos productos de maquillaje que usamos a diario son caldo de cultivo de microorganismos, y estos pueden provocar irritación cutánea, inflamación, empeoramiento de acné, rosácea e incluso potenciales infecciones de piel.
De modo que, según los dermatólogos y microbiólogos, lo ideal sería cambiar las fundas de las almohadas cada dos días, unas tres veces por semana. Así se mantendrían a raya las bacterias y los ácaros del polvo, que devoran las células muertas de nuestra piel y son capaces de reproducirse y morir entre los tejidos de la ropa de cama, acarreando alergias o problemas inmunológicos en las personas con las defensas bajas.
Escoge bien el programa
"Un lavado a 30 grados solo elimina el 6 por ciento de las bacterias. Se recomienda usar programas de 60 grados para asegurar una limpieza óptima", explica
Por último, se recomienda lavar la almohada y el edredón una vez al mes para que no acumulen ácaros que pueden irritar nuestra piel o incrementar alergias. Y al menos dos veces al año se aconseja hacerlo a 60 grados, aunque si contienen plumas hay que hacerlos limpiar en seco. También es importantísimo secarlas bien, pues de lo contrario aparecerá moho. Centrifuga bien las almohadas (si tu lavadora no es ninguna maravilla, hazlo dos veces) y tiéndelas al sol. Y recuerda que al cabo de cinco años necesitan ser reemplazadas.
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