Por qué hay que escuchar el disco de covers de Deep Purple, el regreso de Santaolalla a Ciudad Jardín y el homenaje a Daniel Melingo

Deep Purple
Deep Purple

Artista: Deep Purple. Álbum: Turno To Crime. Temas: “7 And 7 Is”, “Rockin’ Pneumonia and the Boogie Woogie Flu”, “Oh Well”, “Jenny Take a Ride!“, “Watching the River Flow”, “Let the Good Times Roll”, “Dixie Chicken”, “Shapes of Things”, “The Battle of New Orleans”, “Lucifer”, “White Room”, “Caught in the Act”. Edición: earMUSIC. Nuestra opinión: muy bueno.

Deep Purple vuelve a ser noticia. Hace unos días se cumplieron cincuenta años del incendio en un concierto de Frank Zappa que fue el disparador de “Smoke On The Water”, la canción de rock con uno de los riffs más famosos de todos los tiempos. Ese fuego, provocado el 4 de diciembre de 1971 por una bengala que encendió uno de los espectadores, dejó inutilizable a la sala/estudio donde justamente Purple pensaba grabar su disco Machine Head. Esta semana medios de todo el mundo usaron la fecha como excusa para hablar de ese clásico del heavy y preguntarse si no se trata del mejor tema de la historia del género, un juego cuya respuesta es naturalmente incierta, pero que siempre es divertido para polemizar un rato (algunos señalaron a “Enter Sandman” de Metallica como el “’Smoke on the Water’ de los 90″, como para establecer una comparación elocuente). Y al mismo tiempo acaba de editarse Turning To Crime, un disco de covers -no todos necesariamente previsibles- con el que la veterana banda inglesa pudo calmar la ansiedad producida por el largo paréntesis de la pandemia.

Con una formación que promedia por encima de los 70 -Ian Gillian y Roger Glover tienen ya 76 años-, el riesgo de pegarse la etiqueta de dinosaurio acecha. ¿Qué debe tener una banda tan añeja para ahuyentar ese fantasma? Al menos sentido del humor, amor indiscutible por la música y ganas de reinventarse. Y Purple cumple con esos requisitos. Cuenta también con pergaminos para estar de vuelta de todo: veintidós discos de estudio, más de cuarenta en vivo (hablamos solo de lanzamientos oficiales) y casi treinta compilados, tres docenas de grandes giras internacionales y un estatus merecido de leyenda del metal y el hard rock. Entonces sus integrantes pueden rastrear en el repertorio de Love -un estandarte inobjetable de la psicodelia de la Costa Oeste de fines de los 60- una aventura proto-punk que no desentonaría en el del grupo que algunos de ellos fundaron en aquella época (“Seven and Seven Is”). O bien tirarse a la pileta con una versión inesperada y muy singular de “Let the Good Times Roll”, un jump blues (es decir, un blues más acelerado) que hizo famoso sobre todo B.B. King. O echar luz sobre un artista ignoto para las nuevas generaciones y probablemente también para muchos de los fans de Deep Purple de toda la vida: Lonnie Donegan, un inglés que como muchos de sus compatriotas se obsesionó en los años 50 con el skiffle, un estilo nacido en los años 20 en la comunidad de trabajadores negros explotados en los Estados Unidos y que alguna vez fue definido como “un rock and roll sin electricidad”.

La versión de “The Battle of New Orleans” (con Glover apoyando a Gillan en las voces, como en los años de Episode Six) es uno de los pasajes más lúdicos y divertidos del disco, pero no solo eso: además le agrega mucha pimienta al tema, una energía que lo vigoriza en base a electricidad y groove. Una de las funciones más dignas de un disco de versiones es justamente llamar la atención sobre la calidad de los originales. Aquí ocurre, y con el plus de que la relectura realmente suma.

También están los tracks más “naturales”, aquellos que le calzan como anillo al dedo a Purple, como el caso de “White Room”, uno de los mayores bombazos de Cream, el modélico power trío de Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker. El tema tuvo una reciente resurrección gracias a su inclusión en la escena de Guasón en la que el estrambótico personaje interpretado por Joaquin Phoenix es arrestado por la policía de Ciudad Gótica. Los retoques en este caso son menos atrevidos, probablemente porque el sonido de Cream es mucho más familiar para los jinetes del espacio de Deep Purple, que lejos de rendirse después de medio siglo en la ruta piden todavía más pista.

Daniel Melingo es Personalidad Destacada de la Cultura

La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires distinguió por su trayectoria al músico que supo integrar las formaciones de Los Twist y Los Abuelos de la Nada, entre muchos otros proyectos.

Después de un inicio “formal” con una lista de oradores que incluyó a Fernando Noy y al periodista Rodolfo Palacios leyendo un texto enviado por Enrique Symns (“siempre fue un músico de primer nivel y una gran persona. Muy talentoso. Nunca se quedó en un mismo sitio. Buscó nuevas formas artísticas como un cazador que deambula desarmado en un callejón de animales salvajes que llevan días sin probar bocado”), el homenajeado agradeció a sus compañeros de todas las bandas que integró: “por haberme acercado a este presente de amorosidad y agradecimiento”, dijo.

Daniel Melingo, sus músicos y la mirada cómplice de Fabiana Cantilo
Cony La Greca


Daniel Melingo, sus músicos y la mirada cómplice de Fabiana Cantilo (Cony La Greca/)

El acto siguió bajo la conducción de Pipo Cipolatti, que presentó uno a uno a los músicos que homenajearon la obra de Melingo: Pablo Dacal interpretó “Corazón y hueso” del disco homónimo de 2011; Pablo Grinjot se encargó de “Agárrese, Don Enrique”, de ¡Ufa! (2003); Gigio González hizo “Espiral”, de Anda (2016) y Maxi Prietto cerró con “Sin luna”, también de ¡Ufa!

Andrés Calamaro homenajeó a su amigo y compañero de los Abuelos con un discurso en el que hizo un paralelismo entre la libertad artística de Ornette Coleman y la de Melingo, que empezó su carrera como clarinetista. “Estoy honrado y orgulloso de Daniel y de formar parte de este día de redención y justicia poética”, dijo Andrés.

Por último, Melingo interpretó tangos de su carrera solista, además de “Chalaman”, de Los Abuelos junto a su hijo Félix y “Ayer”, de Tangos bajos (1998), con Fabiana Cantilo.

Gustavo Santaolalla volvió a Tres de Febrero y recorrió la Ruta del Rock

El productor y ex Arco Iris está radicado desde hace décadas en Los Ángeles y se encuentra de gira por nuestro país. Dentro de las actividades que programó para esta visita estuvo una vuelta al barrio que lo vio nacer: Ciudad Jardín, en el municipio de Tres de Febrero. Ahí visitó la Ruta del Rock, un recorrido que la municipalidad de aquel partido ideó para homenajearlo a él y a otros músicos ilustres de la zona.

“Ciudad Jardín es un lugar realmente mágico y muy inspirador. Yo creo que tiene que ver mucho en mi música el haber crecido en este lugar, con este paisaje y este ambiente”, dijo Santaolalla, que contó que compuso el clásico “Mañana campestre” en un banco del patio de su casa, apreciando el verde de los árboles y el canto de los pájaros. Los Santaolalla se radicaron en ese barrio en los 50 y ahí pasó Gustavo toda su niñez y su adolescencia.

"Hay que quedarse en casa. No hay vuelta. Es el único camino para poder contener el virus en este momento", dice Santaolalla desde California
Maia Alcire


Gustavo Santaolalla volvió a Ciudad Jardín para visitar la Ruta del Rock (Maia Alcire/)

El Paseo del Rock es un museo al aire libre que la Municipalidad de Tres de Febrero pensó para rendir tributo a los músicos emblemáticos del rock argentino que nacieron o vivieron en la zona y para recordar algunos hitos de nuestra historia musical como el primer recital de Sumo o el nacimiento de Los Piojos. Entre los homenajeados están Tanguito, Divididos y V8.