Eugenio Derbez, Victoria Ruffo y las consecuencias de cargar 30 años con el rencor

Una de las leyendas negras más célebres en los últimos años dentro de la farándula en México fue cómo en 1991 Eugenio Derbez había iniciado un romance con la 'Queen', Victoria Ruffo, y cuando ella quedó embarazada la había engañado con una boda falsa, haciéndole creer que estaban casados y "revelándole" que no había sido así, y nunca hubo tal unión.

Por décadas, este chisme persiguió a Derbez —aunque siempre hubo una duda razonable, ya que este tipo de fraudes son delitos que en México se persiguen de oficio y el cómico nunca pisó la cárcel ni el juzgado siquiera— hasta que lo desmintió, con pelos y señales en una entrevista con Yordi Rosado.

En esta historia siempre se han pintado dos extremos: un villano malísimo y una pobrecita damisela vejada; eso es lo que el público mexicano ha visto en ellos por años, y es lo que de hecho Victoria ha aprovechado en propio beneficio dándole un aspecto de víctima engañada y madre resignada a su imagen pública. Pero las cosas no son tan de telenovela en la vida real, que siempre tiene matices, y eso es lo que hace más interesante la historia.

Eugenio y Victoria se conocían porque trabajaban en Televisa: ella estaba comprometida con el periodista Ricardo Rocha —que había disuelto su matrimonio con la cantante Guadalupe Pineda, y la Ruffo había roto con Jaime Garza, con quien había traspasado su romance de la pantalla a la vida real mientras terminaba de grabar la telenovela', en la que había compartido créditos con doña Sylvia Derbez.

Realmente fue la madre de Derbez quien los presentó, aunque hay una versión, propagada por Mario Bezares de que fue él quien ejerció de Cupido, ya que trabajaba con Derbez en el programa de comedia de Anabel Ferreira, pero la única persona que sostiene este cuento es el propio Mario, que es muy propenso a soltar mentiras para darse una importancia que no necesariamente tiene.

Eugenio, que había querido ser actor dramático sin éxito, había alcanzado cierta popularidad al participar en programas cómicos como 'Cachún-Cachún Ra Rá' —perteneció a la última generación de participantes, en 1987—y en comerciales; al unirse al elenco de planta de '¡Anabel!', había encontrado un nicho para explotar el estilo de comedia ingeniosa por el que después sería reconocido.

La pareja comenzó a "andar" e hicieron una temporada teatral con la farsa española 'Ninette y el señor de Murcia', producida por Manolo Fábregas y la 'Queen' acudía a todas las funciones del espectáculo de cabaret que Eugenio presentaba en el hotel Crowne Plaza de la capital mexicana los fines de semana a medianoche. Todo esto son los hechos —muchos ya largamente olvidados— que contribuyeron a esta historia.

Para cuando Victoria quedó embarazada de José Eduardo, que ahora es un adulto y tiene su propia carrera, y sus propios escándalos, la relación no estaba sólida: Eugenio literalmente le dijo a Yordi Rosado que se decidió intentarlo "para no tener hijos regados" y el resto ya es un trascendido: durante una fiesta hicieron una boda simbólica, de la que la Ruffo fue partícipe; la relación duró mucho más de lo que debía y cuatro años después se deshizo en medio de escándalos y rencores que persisten hasta el día de hoy.

Pienso en las consecuencias de lo que muchos podrían considerar un acto romántico o una irresponsabilidad llevada al extremo: la vida de José Eduardo, quien es totalmente inocente de las circunstancias de su concepción y de los primeros años, se vio siempre marcada por un escándalo que matizó la imagen pública de Victoria (gracias a esa imagen es literalmente la reina de las telenovelas con 17 protagónicos) y el daño que sufrió la reputación de Eugenio por décadas.

En la entrevista de marras, Derbez también lamenta haber perdido la custodia compartida de su hijo, y que esto dañara su relación con él cuando era menor de edad.

José Eduardo Derbez, hijo de Victoria Ruffo y Eugenio Derbez. (Photo by Medios y Media/Getty Images)
José Eduardo Derbez, hijo de Victoria Ruffo y Eugenio Derbez. (Photo by Medios y Media/Getty Images)

Claramente, ni la Ruffo ni Derbez encajan en el papel que la opinión pública les ha asignado. Ambos son cómplices de un disparate que se salió de control y en el lastre de una vida; la complicidad de ambos en un juego que quizá consideraron romántico —y también de sostener una relación sin amor, que no los hace ni mejores ni peores que cualquiera que haya estado en la misma situación.

El que pagó, y sigue pagando, las consecuencias, es José Eduardo. Y es una pena que aún siendo ya un adulto siga expuesto a los errores de sus padres, que se ven obligados a explicar en público algo que debieron hablar en privado y en familia hace muchísimo tiempo, en vez de volverlo a arrastrar al ojo público. Y esto en sí, es algo muy triste, pero una consecuencia inevitable de un hecho impulsivo, sucedido 30 años atrás.

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