Fallece el actor Alan Arkin, ganador del Oscar por 'Pequeña Miss Sunshine', a los 89 años
El oscarizado actor Alan Arkin ha fallecido a los 89 años. Natural de Brooklyn, Nueva York, y criado en Los Ángeles, el intérprete que se alzara con la icónica estatuilla dorada por su mayúsculo y aplaudido papel en la película Pequeña Miss Sunshine se va habiendo regalado al gran público infinidad de instantes para el recuerdo. ¡Que vienen los rusos! o Argo son otros títulos en los que dejó su imborrable huella en el séptimo arte, una seña de talento, genialidad, don para la improvisación, gran sentido de la ironía y naturalidad de la que sus tres hijos, Adam, Matthew y Anthony, se han hecho eco en el comunicado emitido tras su muerte.
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Los sucesores de Alan han sido los encargados de anunciar la triste noticia a través de unas escuetas pero significativas palabras en las que evidencian la fantástica relación que tenían con él y la admiración que sentían por su trabajo y su rol en la familia. "Nuestro padre era una fuerza de la naturaleza con un talento único, tanto como artista como hombre. Un amoroso esposo, padre, abuelo y bisabuelo. Fue adorado y lo extrañaremos profundamente", han expresado sin revelar más información sobre los motivos y circunstancias que han rodeado su fallecimiento.
Si de algo presumió durante décadas el estadounidense es, además del profundo sentimiento de adoración que tenía por su familia, de haberse alzado con un premio Oscar por Pequeña Miss Sunshine en la categoría de Mejor Actor de Reparto con tan solo catorce minutos de tiempo en pantalla. Catorce minutos de auténtica magia audiovisual en los que demostró que no habría existido mejor perfil para dar vida a Edwin Hoover, el extravagante patriarca del peculiar clan de la comedia escenificada en un viaje por carretera. Su pasión e interés por el mundo del cine, la televisión y el teatro unido al ingenio que le caracterizaba le llevó a lograr importantes hitos en el universo artístico, en el que dio sus primeros pasos siendo un niño.
La profundidad que Alan otorgaba a cada personaje en el que se sumergía cautivó a directores y espectadores y le hizo claro merecedor de premios, nominaciones y oportunidades que no pudo rechazar, a pesar de considerar el trabajo de actor como "una tortura" en algunas ocasiones: "Si no hacía bien una escena me sentía como si me hubiera muerto. Sin embargo, nunca consideré dejar de actuar; no podía, porque era tan tímido que lo necesitaba para contactar a la gente", reconoció en una entrevista que concedió a finales de la década de los noventa. La autoexigencia le generó quebraderos de cabeza, pero no le frenó para cumplir con su vocación, que no era otra que "tratar de averiguar quién soy y aprender algo sobre la realidad y la conciencia".
Además de su sobresaliente trayectoria en el cine y sobre las tablas gracias a proyectos como Wait Until Dark, The Heart Is a Lonely Hunter o su reciente participación en El método Kominsky junto a Michael Douglas, destacó como compositor de temas musicales como Banana Boat Song, Cuddle Bug o Best Time of the Year y su faceta de escritor de obras de distintas modalidades. De entre todas ellas, una tuvo mayor peso: sus memorias, que sacó a la luz en 2011 con el título Una vida improvisada. En lo personal, pasó por el altar en tres ocasiones y vivió sus historias de amor con gran intensidad.