Filmó con Mirtha Legrand, lo plantaron en el altar y tuvo un trágico final con tres cartas misteriosas
Las pasiones, para bien o para mal, atravesaron la vida del actor Carlos Thompson (porteño, nacido en la calle Tacuarí, bajo el nombre de Juan Carlos Eduardo Mundin Schaffter un 7 de junio de 1923), uno de los galanes que por décadas causó furor tanto en la Argentina, como en Hollywood y Europa.
El apellido artístico le gustó y lo adoptó porque una hermana de su abuela, Fanny Otilia Schaffter, se casó con el inglés John Thompson. Tenía ascendencia alemana e irlandesa. Pasó parte de su infancia en el litoral y su primer trabajo en cine se dio - de casualidad- a los 16 años porque en un fiesta familiar el director de cine chileno Carlos Borcosque, amigo de su papá, lo observó y le dijo que con su 1,88 metros de altura y su porte era el actor que necesitaba para su próxima película. Entonces sin preparación artística alguna fue parte de Y mañana serán hombres.
Provocó tanto impacto su trabajo que su imagen explotó en los medios y en el ambiente artístico de la época. Todos coincidieron y hablaron maravillas de su interpretación. Así se transformó en el galán del momento. Thompson siguió su carrera artística en la Argentina y filmó varias películas destacadas entre finales de la década de 1930 y mediados de la de 1950, hasta que por esos tiempos debió dejar el país para viajar a Hollywood, donde hizo papeles de galán. Llegó en 1953 gracias al vínculo que había alcanzado con la actriz canadiense Yvonne De Carlo para hacer su primer filme Fort Algiers, nada menos que con Lana Turner. Pero no estaba contento con los roles que le ofrecían, casi siempre de mujeriego. Entre otros filmes hollywoodenses están The Flame and the Flesh (1954), también con Lana Turner y Pier Angeli; Valley of the Kings (El valle de los reyes, 1954), con Robert Taylor y Eleanor Parker; y Magic Fire (1955), interpretando a Franz Liszt, acompañado de su íntima amiga Yvonne De Carlo, Rita Gam y Valentina Cortese. En las décadas de los 40 y 50 además rodó junto a stars de la época como Zully Moreno, Elina Colomer, Olga Zubarry y Mirtha Legrand.
En 1952 lo contrataron para hacer La Pasión desnuda, de César Amadori, con la estrella mexicana María Félix, de quien se enamoró perdidamente y entonces sellaron su compromiso. En esos momentos la actriz volvió a México para filmar la película El rapto y de paso anunciar su boda luego de seis meses de relación. Pero insólitamente, pocos días antes decidió suspender el casamiento, dejó a Thompson y meses después sí se casó pero con otro galán, Jorge Negrete, de su misma nacionalidad.
Carlos nunca entendió el por qué de semejante decisión. Y hasta llegó a quebrase un brazo como justificación ante la prensa de que la boda se había suspendido por su accidente, pero luego se supo la verdad. La mexicana era de tomar ese tipo de decisiones intempestivas. Venía de enamorarse de Francesco Aldobrandini, quien pertenecía a la nobleza italiana. Era romántica y libre, tan es así que estuvo comprometida y casada nada menos que cuatro veces.
Más allá de su frustración amorosa Thompson siguió con su carrera. Era muy invitado a fiestas del ambiente y en una de ellas conoció a la actriz alemana Lilli Palmer, nominada en su momento a los Premios Globo de Oro. Una artista polifacética, que además demostró su talento como escritora, pintora, cantante, presentadora de televisión y hasta fue campeona de tenis de mesa, que se había divorciado y pensaba regresara Europa. Pero Thompson se enamoró, ésta vez sí pudo casarse y se fueron a vivir primero a Alemania y luego a Suiza. Además del castellano, Carlos hablaba a la perfección inglés y alemán, y eso le valió para trabajar en diversos países. Hizo cine en Alemania, Austria, Francia y México. Y series para la tevé británica. Llegó a compartir set con grandes como Peter Cushing, Caterine Deneuve y Philippe Noiret. A los 44 años ya había filmado más de treinta películas. Pero agotado de tantos horarios extensos durante las grabaciones dejó esa actividad y se inclinó a la literatura. Se instaló en una confortable residencia de campo en los Alpes suizos. Y allí escribió libros de ficción y uno de investigación llamado Assassinattion of Winston Churchill.
Con Lilli Palmer estuvo casado por treinta años hasta que ella murió de cáncer a mediados de los 80. A causa de eso tomó la decisión de radicarse en Hollywood, pero rápidamente advirtió que ese ya no era su sitio. Azotado por la soledad, a finales de los 80 decidió volver a la Argentina pasados ya casi cuarenta años de su partida. Tuvo la oportunidad de protagonizar Cartas de Amor con Chunchuna Villafañe. Se lo advertía feliz por el regreso, y por ese motivo organizó una cena para recibir colegas que apreciaba. Pero empezó a tener procederes que llamaron la atención: se postuló a presidente, luego declaró que lo habían amenazado de muerte. No es todo. En una entrevista en TV apareció vestido de legionario y con un pensamiento muy místico. Hasta manifestó que era jefe de una brigada antiterrorista internacional y se declaró como una especie de agente secreto.
El 10 de octubre de 1990 su chofer lo pasó a buscar como de costumbre para llevarlo a hacer la función en el teatro Regina. Sin embargo, halló el horror: lo encontró en la bañera con un disparo en la cabeza. Había dejado tres cartas que nunca salieron a la luz. Tenía 67 años. Quienes lo conocieron bien aseguran que la muerte de Lilli Palmer en 1986, su compañera de tres décadas, lo sumió en una profunda tristeza que nunca pudo superar.