Harry rompe la última voluntad de su abuelo Felipe de Edimburgo
La decisión del príncipe Harry ha impedido que se cumpliera la última voluntad de su abuelo. El duque de Edimburgo estuvo dieciocho años preparando minuciosamente su propio funeral. El marido de la reina Isabel II diseñó cada detalle y cada motivo honorífico de la ceremonia de su despedida. Dejó dadas todas las instrucciones precisas que tenían que cumplirse en su funeral, trazando al milímetro el desarrollo íntegro de la ceremonia. Era muy importante para el duque que sus honras fúnebres se ajustaran a sus precisos y concretos deseos. Sin embargo, su propio nieto, el príncipe Harry, ha condicionado una parte fundamental del funeral de Felipe de Edimburgo. Así, la última voluntad del duque de Edimburgo no ha podido ser cumplida.
El duque de Edimburgo era un hombre de precisión militar. Y esa precisión también la aplicó a su propio funeral. El marido de Isabel II dejó instrucciones claras sobre sus exequias. Instrucciones clarísimas. Desde las condecoraciones que debían exhibirse en el Altar, hasta la música que se interpretaría, o los silencios que se marcarían o los cañonazos que debían cumplir las Tropas Reales del Rey. Todo detalle fue elegido por el duque. Felipe de Edimburgo especificó en su momento todo lo que quería: desde el coche Land Rover Defender modificado para llevar su ataúd, que diseñó él mismo, hasta la bandera que debía cubrir su féretro. El duque quiso que sus orígenes fueran mostrados con relevancia. El ataúd fue cubierto con una bandera que aludía a las raíces griegas y danesas de Felipe. Recordemos que el duque de Edimburgo fue por derecho de nacimiento príncipe de Grecia y Dinamarca, pero tuvo que renunciar a sus títulos griegos para poder casarse con Isabel II. Con su estandarte personal sobre su ataúd, hacía honor a sus orígenes. Felipe de Edimburgo no dejó nada al azar para sus exequias. Quizás el marido de la reina de Inglaterra no siempre vivió la vida tal y como hubiera deseado, y no quería que también eso pudiera ocurrirle en el ceremonial de su muerte. Sin embargo, sus últimas voluntades no han podido cumplirse del todo.
Podríamos pensar que la pandemia del coronavirus ha sido lo que más ha torcido los deseos del duque para su despedida. Pero no es así. O mejor: no es exactamente así. Las medidas de precaución por la Covid-19 han obligado a reducir el número de invitados, a mantener la distancia y al uso de las mascarillas. Pero no olvidemos que el propio Felipe de Edimburgo deseaba un funeral muy íntimo. No quería el funeral de Estado que le correspondía. Casi podemos decir que las restricciones por el coronavirus no han afectado a los deseos de Felipe de Edimburgo para su ceremonia de despedida. Sin embargo, una parte muy importante de la celebración del funeral del duque no se ha podido realizar tal y como él deseaba, tal y como él dijo que debía cumplirse. Y ha sido por causa del príncipe Harry. La decisión que tomó hace un año el benjamín de Lady Di ha cambiado parte del funeral del duque de Edimburgo.
La decisión del duque de Sussex de alejarse de la monarquía ha condicionado el desarrollo de las honras fúnebres de su abuelo. En un funeral como el del duque de Edimburgo, lo tradicional, y lo que el protocolo pide, es que los invitados con condecoraciones militares vistan el uniforme, y luzcan sus medallas. El príncipe Harry perdió sus títulos militares cuando dejó de ser miembro de la realeza. Harry no podía vestir el uniforme militar durante el funeral. Y la reina de Inglaterra decidió que, si su nieto no vestía de militar, no lo hiciera nadie. Isabel II ha querido proteger al príncipe Harry de señalar su diferencia.
Así, hemos visto cómo todos los invitados han tenido que llevar un atuendo civil. Y esto no es lo que deseaba el duque de Edimburgo para sus exequias. El marido de Isabel II insistió en acentuar para sus honras fúnebres un ambiente extraordinariamente militar. Porque el duque se sentía más militar que ninguna otra cosa. En estas mismas páginas tenemos contado que, tras una infancia y una adolescencia sin patria y casi sin familia, Felipe se encontró seguro y feliz por primera vez al comenzar su carrera militar. En la Marina Real británica es donde Felipe de Edimburgo empezó a sentirse él mismo. El duque empezó a diseñar su propio funeral en 2003. Se conocía como la Operación Puente de Forth y consistía en que el marido de la reina Isabel detallara cómo deseaba que fueran sus honras fúnebres. Dieciocho años estuvo Felipe de Edimburgo trazando su funeral, hasta la minucia. Lo que no imaginó nunca el duque es que la decisión de su nieto Harry de abandonar la realeza iba a repercutir en sus últimas voluntades. Tampoco Harry debió pensar que su determinación de alejarse de la monarquía afectaría al funeral de su abuelo. Seguro que no. Y, sin embargo, así ha ocurrido. Harry ha roto, sin querer, la última voluntad del duque de Edimburgo.