La 'Furiosa' de Anya Taylor-Joy no deja de impresionar, aunque tiene la valla muy alta

“Mad Max: Fury Road” (2015), la punta de lanza del ‘reboot’ de la saga originalmente protagonizada por Mel Gibson, impresionó a diestra y siniestra no sólo por su espectacular puesta en escena, sino también por la inclusión de roles femeninos positivos y elementos propositivos en medio de un relato distópico de acción inagotable.

La cinta, que fue dirigida y coescrita por el creador de la saga, George Miller, generó tanta atención que fue objeto de estudios diversos y llegó incluso a ser nominada en categorías del Oscar tan relevantes como la de Mejor Película y Mejor Director. Bajo estas circunstancias, era natural que existiera una enorme expectativa por su sucesora en términos de estreno, “Furiosa: A Mad Max Saga”, que es en realidad una precuela, porque transcurre varios años antes de lo que sucedía en el filme lanzado hace casi una década.

Lo primero que ocasiona el traslado temporal es la pérdida de Charlize Theron, la ganadora del Oscar que interpretó originalmente a la indómita guerrera que se aliaba con el héroe ya conocido para liberar a un grupo de mujeres oprimidas, así como la de Tom Hardy, quien asumió el papel principal y que, en la historia que se cuenta ahora, no conocía todavía a nuestra amiga, quien aparece ahora interpretada en dos etapas de su vida (la niñez y la juventud temprana) por la poco conocida Alyla Browne (quien tiene una participación mucho mayor de la esperada) y la popular Anya Taylor-Joy.

Con todo lo dicho, y con el agregado de lo bien que fueron recibidas las actuaciones de Theron y de Hardy, es difícil que “Furiosa” alcance el nivel de aclamación de aquella producción. El hecho de ser una historia de origen la hace más compleja en el plano narrativo, sí, pero a la vez más enredada, menos enfocada y mucho más predecible, sobre todo porque sabemos lo que terminará sucediendo con la protagonista, quien, en “Fury Road”, se liberaba del poder opresor del despiadado Immortan Joe para emprender un escape accidentado.

Tampoco sorprende ya el modo en que Miller ha adaptado su propuesta visual del pasado a los tiempos presentes, recurriendo a una estética que recuerda a la de los cómics y que ha conectado sin duda con los espectadores más jóvenes. Esto no quiere decir que la película no deslumbre en más de un momento por su nivel general de estilización y, claro está, por sus excelentes escenas de acción, en las que aparece haber un empleo mayor de recursos digitales que en “Fury Road”, pero que se defienden mayormente con el uso de efectos prácticos y situaciones desarrolladas ante las cámaras.

Por su lado, Taylor-Joy logra salir triunfante del reto de desarrollar al personaje estelar de manera mayormente gestual, debido a los pocos diálogos que se le asignaron y a la insistencia de Miller para que lo interpretara con el uso de sus expresiones faciales. En este caso, los ojos de la actriz -que son únicos- hablan más que nunca.

Pese a que Theron tuvo una mayor oportunidad de lucimiento, la nueva Furiosa -relativamente hablando- es mucho más contenida en el plano de las emociones, lo que tiene sentido debido al trauma que ha sufrido en manos de los hombres abusivos que la rodean.

Tampoco le falta aplomo a la joven actriz para las tomas en movimiento, en las que tuvo sin duda respaldo de los dobles de rigor, pero que la muestran muchas veces de cerca y en medio de situaciones riesgosas que parece haber superado por cuenta propia, tras largas sesiones de entrenamientos tanto corporales como de manejo de vehículos. Porque los automóviles de todo tipo abundan por aquí, por supuesto; y cada uno es más espectacular que el otro.

No hemos mencionado todavía a Chris Hemsworth, quien se aleja de la inevitable interpretación de Thor en la saga de los Avengers para darle vida a un villano de primer nivel cuyas maldades llegan matizadas por su carisma, su sentido del humor y un sentido ambiguo de la moral que incrementa el interés. Para lograrlo, el astro de Hollywood recurre a un acento muy particular y una prótesis de nariz que le quita cualquier clase de amabilidad a su rostro.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.