Antes de Goop, estaba Suzanne Somers

Suzanne Somers (quien murió el 15 de octubre de 2023) en la sala de sal del Himalaya en Modrn Sanctuary, un centro de bienestar en Nueva York, el 8 de enero de 2020. (Mark Sommerfeld/The New York Times)
Suzanne Somers (quien murió el 15 de octubre de 2023) en la sala de sal del Himalaya en Modrn Sanctuary, un centro de bienestar en Nueva York, el 8 de enero de 2020. (Mark Sommerfeld/The New York Times)

De todas las rubias bronceadas de los años setenta, Suzanne Somers era la más luminosa. Tenía el rostro, la figura, el cabello, la sonrisa, la risita, el contoneo y suficiente buen humor para hacer que su personaje de “rubia tonta” en el programa de televisión “Tres son multitud” fuera agradable en lugar de empalagoso u ofensivo.

Ser una mujer atractiva puede acarrear cierto nivel de éxito, pero se necesita tener carisma y dinamismo particulares para seguir siendo famosa durante más de 50 años. La alquimia de Somers derivaba de una combinación de atractivo sexual inocente, nostalgia (por la diversión de la cultura pop de los años setenta que ella representaba) y una astuta comprensión del culto estadounidense a la personalidad.

Supo muy pronto cómo convertirse en el centro de una gran empresa comercial, en la que comercializaba de todo, desde su aspecto físico hasta sus niveles hormonales, sus niveles de bacterias intestinales, su matrimonio e incluso su larga batalla contra el cáncer de mama. Sí, era vendedora, pero no de una manera agresiva y desagradable. Y parecía tan feliz con todo lo que hacía, con un aire de inocencia encantadora que desviaba cualquier sensación de manipulación o necesidad personal.

Somers, quien falleció el domingo, podría haber parecido una promesa de placer erótico, un sensual secreto a voces, pero “Tres son multitud” nunca reveló a su personaje, Chrissy Snow, su propio secreto. Este personaje suyo, mitad animadora de senos generosos (con diminutos pantalones cortos y ajustadas camisetas de tirantes) y mitad muñequita extragrande, con una risa bobalicona y extrañas coletas ligeramente ladeadas, invitaba a las miradas, pero nunca las devolvía, absolviendo a los espectadores de cualquier prurito.

Pero fuera de la pantalla, Somers sabía cuánto valía y cuando pidió que se le pagara lo mismo que a su coestrella John Ritter, la despidieron. Aunque regresó a las series de televisión en los años noventa, en “Paso a paso”, nunca pudo tener el mismo éxito de “Tres son multitud”.

En cambio, se forjó un tipo de fama nuevo y diferente, para convertirse en emprendedora de las florecientes industrias del bienestar y la belleza. Aunque en ocasiones hacía el ridículo, amasó una fortuna vendiendo aparatos como el Thighmaster, un dispositivo de resistencia que se accionaba abriendo y cerrando las rodillas.

Este objeto grande y serpenteante que se sujetaba entre las piernas tenía algo de excitante, hasta el nombre era sugerente, pero todo con el sano propósito de mantenerse en forma. Somers había delimitado su territorio. Encarnaba el sexo sin amenazas, la chica, luego señora, radiante de la casa de al lado que te invitaba a entrar y te enseñaba a ser como ella: con buena condición física, sana, joven y guapa (dentro de ciertos parámetros convencionales: delgada, blanca y heterosexual).

Su imperio de cuatro décadas se expandió para incluir los videos de ejercicios (el método ‘Somersize’); libros para autodidactas (sobre cómo mantenerse en forma, el matrimonio, cocina y dietas); maquillaje y cuidado del cabello; moda, e incluso una línea de aceites de oliva. Hizo infomerciales, apariciones personales y trabajó en el circuito de los programas de entrevistas. También compartió los aspectos más oscuros de su vida: sus memorias, “Keeping Secrets”, revelaban su pasado como hija de un alcohólico.

Cuando le diagnosticaron cáncer de seno en el año 2000, Somers también incorporó esa lucha a su imagen pública y a sus proyectos empresariales. Tras someterse a cirugía y radioterapia, renunció a la quimioterapia contra el cáncer y prometió encontrar medios más naturales para mantener su salud, como seguir una dieta orgánica y reducir la exposición a sustancias químicas.

Con el tiempo, Somers creó y vendió productos basados en estos objetivos: cosméticos orgánicos, suplementos dietéticos y “superalimentos renovadores del intestino”, además de escribir varios libros sobre tratamientos alternativos para el cáncer y otras enfermedades, entre ellos “Knockout: Interviews With Doctors Who Are Curing Cancer” y “Tox-Sick: From Toxic to Not-Sick”. Estos libros suscitaron duras críticas de médicos que la acusaron de difundir desinformación.

Durante todo este tiempo, Somers se mantuvo fiel a su imagen de los años setenta: pelo rubio largo y liso con flequillo, bronceado permanente y maquillaje broncíneo, así como blusas que enseñaban los hombros. Sin embargo, en ningún momento resultaba extraña o inapropiada. Aunque no hablaba de cirugía plástica, atribuyó su buen aspecto a otro artilugio: el “facemaster”, un aparato de microcorriente que supuestamente rejuvenece los músculos faciales flácidos (en su anuncio de este artículo de 250 dólares, Somers se refería a él como “una máquina de ‘lifting’ facial" y “mi principal secreto de belleza”).

Lo personal se transformó en lo comercial sin que hiciera ningún esfuerzo, ya que Somers escribió varios libros sobre cómo mantener un matrimonio vital y sobre cómo reforzar su libido (¡y la de su marido!) con las llamadas hormonas bioidénticas, que afirmaba eran “la clave de su felicidad” y “la fuente de la juventud” (esto también provocó el rechazo de la comunidad médica, que acusó a Somers de promover curas peligrosas y sin bases científicas).

En años recientes, Somers se volvió una figura habitual de las redes sociales. Publicó decenas de videos en Facebook Live que tenían como escenario su soleada y lujosa mansión de Palm Springs, California, en los que charlaba con su marido y otros amigos o familiares mientras cocinaba, se maquillaba o modelaba ropa, siempre utilizando (y, por ende, vendiendo) sus propios productos.

Son ejemplos clásicos de una marca de estilo de vida: una persona famosa y simpática invita a los espectadores a su envidiable hogar y, luego, les ofrece venderles los objetos necesarios para reproducir una versión de esa vida en sus propios hogares, más humildes. Al final, la búsqueda y la carrera de Somers reflejaron casi a la perfección algunas de las fantasías favoritas de los estadounidenses. No hay más que ver algunos de los títulos de sus libros: “Fast and Easy”, “Ageless”, “Get Skinny” o “Sexy Forever”. En conjunto, son como un telegrama enviado directamente desde la id de Estados Unidos.

c.2023 The New York Times Company